Gabardinas de vampiro

No es que la primera parte fuese un gran ¨¦xito, pero 50 millones de d¨®lares de recaudaci¨®n en Estados Unidos y otros 20 en toda Europa parecen suficiente garant¨ªa para que los productores de Underworld hayan decidido dar una continuaci¨®n a la saga con esta Underworld evolution, dirigida de nuevo por Len Wiseman, y tan reiterativa, plana y carente de imaginaci¨®n como la original.

Que se parece infinitamente a la primera entrega es indudable. Lo malo es que la original ya se parec¨ªa a Van Helsing, que ya se parec¨ªa a Matrix reloaded, que ya se parec¨ªa a Blade... El dise?o de producci¨®n (con esos filtros de color azul gris) y el vestuario (con esas requetevistas gabardinas negras) son tan semejantes a los de otros productos que la sensaci¨®n de ya vista es inaguantable.

Adem¨¢s, narrativamente tampoco se tienen las ideas claras. Los continuos flash backs alusivos a detalles de la primera parte intentan ayudar a la comprensi¨®n de una trama tan farragosa que s¨®lo los fan¨¢ticos del original aspirar¨¢n a entenderla del todo. De modo que Underworld evolution se convierte en una historia protagonizada por unos personajes cuyos objetivos nunca quedan del todo claros y cuya complejidad de por s¨ª deber¨ªa ser m¨ªnima. Las escenas de acci¨®n pierden efectividad a causa de la reiteraci¨®n y el hast¨ªo llega cuando el espectador advierte de que en realidad la ancestral lucha entre vampiros y lic¨¢ntropos se decide como en cualquier pel¨ªcula de acci¨®n del mont¨®n: con el inspirado y elevad¨ªsimo m¨¦todo de las r¨¢fagas de metralleta o de las vulgares patadas de k¨¢rate (o taekwondo).