P¨¦rdida de confianza
El fiscal del Estado, C¨¢ndido Conde-Pumpido, ha alegado motivos estrictamente profesionales, relacionados con la exigible unidad de criterio con que debe actuar el ministerio fiscal, para justificar el relevo del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairi?o. No se tratar¨ªa de una marcha voluntaria, sino forzada por ambas partes: por el interesado, que habr¨ªa puesto a Conde-Pumpido en la tesitura de prescindir de ¨¦l, y por el fiscal del Estado, que habr¨ªa dicho hasta aqu¨ª hemos llegado, propiciando una renuncia pactada que no dificulta la promoci¨®n de Fungairi?o a la fiscal¨ªa del Tribunal Supremo.
Mientras Fungairi?o se ha escudado en "motivos personales" para eludir una explicaci¨®n concreta sobre su marcha, Conde-Pumpido ha se?alado algunos de los "motivos profesionales" que la han hecho ineludible: ocultamiento de determinadas decisiones a sus superiores jer¨¢rquicos y pasividad en la prevenci¨®n de excarcelaciones de presos terroristas o en la solicitud de oficio de la pena de alejamiento para los implicados en causas de terrorismo. Es evidente que un comportamiento as¨ª supone un grave quebranto de la unidad de actuaci¨®n que rige el ministerio fiscal, y es especialmente reprobable en quien ejerce la funci¨®n de fiscal jefe de un ¨®rgano jurisdiccional de la importancia de la Audiencia Nacional, que entiende de las causas de terrorismo.
En todo caso, la insuficiencia de explicaciones ha dado paso a las m¨¢s rocambolescas: el Gobierno se habr¨ªa quitado de encima un impedimento para negociar con ETA, como si Fungairi?o tuviera alg¨²n papel aut¨®nomo que jugar en ese caso. Y respecto a sus supuestas discrepancias con Conde-Pumpido sobre Batasuna, el hecho cierto es que fue el fiscal del Estado quien decidi¨® apoyar al juez Grande-Marlaska en la prohibici¨®n del congreso de la formaci¨®n ilegalizada en Barakaldo.
Fungairi?o tiene fama de rebelde, sobre todo tras encabezar en 1997 la sublevaci¨®n de los llamados fiscales indomables contra su antecesor en el cargo, al que forzaron a dimitir y que fue sustituido por el propio Fungairi?o tras una decisi¨®n ins¨®lita del Gobierno de Aznar. Ins¨®lita porque fue interpretada como una recompensa al jefe de los amotinados y un desaf¨ªo a la carrera fiscal, que le neg¨® un solo voto en su Consejo.
De haber anomal¨ªas habr¨ªa que buscarlas sobre todo en aquel nombramiento. Pues nunca la rebeld¨ªa, moralmente encomiable como expresi¨®n de convicciones firmes, puede traducirse en el boicoteo de un fiscal a las directrices de su jefe jer¨¢rquico, que est¨¢ obligado a aplicar por ley. Eso lo saben Fungairi?o y sus incondicionales. Por eso suenan un tanto huecas las encendidas loas del PP al fiscal, pues, si bien es reconocible su trabajo contra el terrorismo etarra, no puede olvidarse su impl¨ªcita justificaci¨®n de los golpes militares del Cono Sur latinoamericano.
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