40 a?os despu¨¦s
Jos¨¦ Luis Alonso pensaba que A Electra le sienta bien el luto, que ¨¦l mont¨® en 1965 en este teatro Mar¨ªa Guerrero, no es tragedia ni melodrama. El t¨ªtulo enga?a. Eugene O'Neill, su autor, dec¨ªa: "Mi lenguaje no es digno de una tragedia (...) el ritmo de la vida moderna no va con el estilo tr¨¢gico". ?sta es una obra r¨ªo, un tr¨ªptico en 13 actos: cuando se estren¨® en Nueva York, se daba de cenar al p¨²blico en el descanso.
O'Neill tom¨® La Orestiada como modelo, cambi¨® los nombres de sus protagonistas y llev¨® los acontecimientos al siglo XIX: la guerra que acaba cuando se alza el tel¨®n no es la de Troya, sino la de Secesi¨®n de EE UU. Un criado anuncia el regreso a casa del general Ezra Mannon, y Cristine, su esposa, que se ha echado un amante, se ve chantajeada por su hija Lavinia: o lo deja, o su padre lo matar¨¢.
A Electra le sienta bien el luto
De Eugene O'Neill. Int¨¦rpretes: Constantino Romero, Maru Valdivielso, Emma Su¨¢rez, Eloy Azor¨ªn, Bea Segura, Albert Triola, Emilio Guti¨¦rrez Caba, Ricardo Moya, Sergio Ram¨ªrez. Escenograf¨ªa: A. Belart y M. Gas. Vestuario: A. Belart. Iluminaci¨®n: Carlos Lucena y M. Gas. Versi¨®n y direcci¨®n: Mario Gas. Teatro Mar¨ªa Guerrero, Madrid, hasta el 26 de febrero.
La puesta en escena de Alonso fue un hito, con Nuria Espert y Alfredo Alc¨®n al frente de un reparto de 20 int¨¦rpretes: navegaba entre el realismo y la abstracci¨®n. Aunque eliminaba un acto, duraba tres horas y media. ?sta de Mario Gas se queda en dos horas y cuarto. Mantiene los grandes ejes de la peripecia, s¨ª, pero cercena los antecedentes de los personajes, sus motivaciones, y los acontecimientos se precipitan.
Oro por una emoci¨®n
Esta A Electra le sienta bien el luto comienza con buen pie. Mario Gas marca a los actores un tono fr¨ªo, seco, cortado de un solo tajo, en l¨ªnea con el que algunos directores franceses visten la tragedia griega. Funciona hasta un momento, hacia la mitad, en que todo el peso de la obra cae a plomo sobre dos personajes, y sus int¨¦rpretes. Envenenado el general Mannon, suicidada Cristine, Lavinia y su hermano Orin se quedan solos en la mansi¨®n familiar: andan a un paso del incesto. Ella sufre una mutaci¨®n, se convierte f¨ªsica y espiritualmente en el ¨¢lter ego de su madre.
Tales extremos piden una interpretaci¨®n m¨¢s psicol¨®gica, dibujada con punta fina. Este montaje acusa su origen: se hizo para salvar la distancia entre escenario y p¨²blico en el enorme Teatro Romano de M¨¦rida. Eloy Azor¨ªn (Orin) enfatiza su texto, lo hace solemne cuando deber¨ªa clavarlo como un lanzador de cuchillos. Emma Su¨¢rez compone su Lavinia, pero no la llena. Maru Valdivielso (Cristine) y Constantino Romero (su esposo) hacen suyo el estilo que marca la direcci¨®n: tienen tablas y peso. Emilio Guti¨¦rrez Caba se ve obligado a sobreactuar: para los papeles de viejo, hay actores que lo son. Eficaces, Bea Segura y Albert Triola.
Tras la muerte de Cristine, la funci¨®n toma una deriva mala: dar¨ªa oro por una emoci¨®n verdadera y ajustada. Hay un rel¨¢mpago s¨²bito de verdad, pero enseguida vuelven las palabras solemnes.
Babelia
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