Las im¨¢genes de Mahoma

La inclusi¨®n en la primera p¨¢gina de la edici¨®n del viernes de un dibujo con una imagen de Mahoma, obra del caricaturista Plantu, de Le Monde, ha dado pie a una pol¨¦mica entre los lectores, enmarcada en el amplio debate generado por la publicaci¨®n en el diario dan¨¦s Jyllands-Posten de 12 vi?etas sobre el profeta y la reacci¨®n airada de un buen n¨²mero de fieles musulmanes y de los gobiernos de los pa¨ªses isl¨¢micos.

Uno de los lectores, Rafael San Mart¨ªn, apoya la iniciativa: "Quiero trasladar mi enhorabuena por la decisi¨®n de EL PA?S de sumarse a los m¨¢s importantes diarios europeos en defensa de la libertad de expresi¨®n, con la publicaci¨®n en portada de una vi?eta de Mahoma. Hay que ser 'blando con los blandos y duro con los duros', como dice Mart¨ªn Fierro. No hay que dejarse amilanar por los intransigentes y defender nuestros valores con la misma intensidad que ellos tratan de imponer los suyos".

Algunos lectores, sin embargo, critican la publicaci¨®n. Uno de ellos considera que s¨®lo sirve para "enciza?ar" y que los periodistas est¨¢n haciendo una defensa corporativa de la libertad de expresi¨®n; otro cree que "echa ascuas al fuego" y puede contribuir a "crear odio entre unos y otros".

Javier Sanz Mu?oz comienza apoyando al diario: "Comparto las cr¨ªticas hacia quienes han reaccionado violenta e indiscriminadamente contra la publicaci¨®n de caricaturas del profeta Mahoma. Apoyo tambi¨¦n sin salvedades el derecho a la libertad de expresi¨®n y el deber de defender dicho derecho, de car¨¢cter irrenunciable".

A continuaci¨®n, la cr¨ªtica: "La publicaci¨®n en la primera p¨¢gina de una caricatura de Mahoma va, en mi opini¨®n, m¨¢s all¨¢ de la defensa de los derechos a que me he referido, adentr¨¢ndose en el terreno de la provocaci¨®n. Me parece igualmente muy poco prudente y escasamente oportuna, a la vista de las reacciones, como he dicho absolutamente condenables, a que ha dado lugar, y que est¨¢n intentando apaciguarse por la v¨ªa diplom¨¢tica".

Las 12 vi?etas publicadas por el diario dan¨¦s Jyllands-Posten son muy variadas. Las que han despertado mayor pol¨¦mica son dos: una muestra un rostro cubierto por un turbante en forma de bomba con la mecha encendida y en otra destaca una figura con un alfanje en la mano.

El director del diario, Jes¨²s Ceberio, explica que no ha publicado esos dibujos porque algunos de ellos, especialmente el de la bomba, "pueden entenderse como una criminalizaci¨®n de todos los seguidores de Mahoma y m¨¢s de mil millones de personas pueden sentirse ofendidas".

Por el contrario, no aprecia ofensa alguna en la vi?eta publicada por EL PA?S: "El dibujo de Plantu revela un gran talento para resumir en una imagen el conflicto que estamos viviendo. Tiene un contenido sat¨ªrico, como no pod¨ªa ser menos en una vi?eta humor¨ªstica, pero es respetuoso". Al preguntarle sobre la norma que la religi¨®n isl¨¢mica establece para sus fieles de no representar en im¨¢genes a Dios ni a los profetas, Ceberio responde que no se siente concernido "por esa limitaci¨®n, siempre que no se haga burla de la imagen".

Ante la desmesura de la reacci¨®n suscitada por la publicaci¨®n de las vi?etas, me resulta imposible, como periodista o simplemente como ciudadano, no alinearme de forma inequ¨ªvoca en el bando de quienes defienden la libertad de expresi¨®n frente a la presi¨®n religiosa. Una acci¨®n que es poco probable que un tribunal europeo llegue a castigar y que en Espa?a podr¨ªa, como mucho, ser penalizada con 12 meses de multa, ha sido replicada con amenazas de muerte p¨²blicas (ayer incluy¨® este diario una foto con pancartas de ese tipo) y privadas, quema de banderas, boicoteos comerciales, movilizaciones en la calle y presiones diplom¨¢ticas por parte de gobiernos de pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana.

Dicho esto, creo que es l¨ªcito se?alar que en el origen del conflicto hay una mezcla de frivolidad y prepotencia en la decisi¨®n del diario dan¨¦s Jyllands-Posten de incluir en la publicaci¨®n las dos caricaturas que refuerzan el estereotipo de que toda la comunidad isl¨¢mica es violenta.

El redactor jefe de Cultura de ese peri¨®dico, Flemming Rose, ha explicado a este diario que anim¨® a los dibujantes del pa¨ªs a que le enviaran caricaturas del profeta del islam cuando se enter¨® de que el autor de un libro sobre Mahoma no encontraba a ilustradores de su obra "por miedo". Recibi¨® 12 y las public¨® todas el 30 de septiembre pasado, incluidas las dos que lo representaban con alfanje y bomba encendida.

Desde el principio, por tanto, la publicaci¨®n se concibi¨® como un experimento social para conocer hasta d¨®nde llegaba la autocensura en Dinamarca por la presi¨®n musulmana. Luego el ensayo social se ha universalizado.

La pregunta que me parece relevante es ¨¦sta: ?era necesario publicar las vi?etas que identifican a Mahoma con la violencia para hacer el experimento o bastaba con reproducir las otras diez? La publicaci¨®n se produjo, adem¨¢s, en un momento en que Dinamarca ya viv¨ªa un fuerte enfrentamiento con la minor¨ªa musulmana, el 4% de la poblaci¨®n. Muestra de ello son unas declaraciones de la reina danesa y cabeza de la Iglesia local efectuadas al peri¨®dico brit¨¢nico The Daily Telegraph en abril pasado: "Tenemos que mostrar nuestra oposici¨®n al islam y tenemos que correr el riesgo de que se nos pongan etiquetas desagradables, porque hay cosas por las que no deber¨ªamos mostrar tolerancia".

Lo m¨¢s importante de la crisis actual es que ha puesto de manifiesto las presiones que tienen los Gobiernos europeos para que promulguen leyes que protejan la religi¨®n musulmana (que podr¨ªan otorgar m¨¢s armas a las religiones en general), aunque ello comporte recortes a la libertad de expresi¨®n. La nueva ley brit¨¢nica sobre el odio racial y religioso, cuyo primer redactado reduc¨ªa la libertad de prensa, es, de momento, el mejor ejemplo.

Queja por una foto

Una lectora, Mar¨ªa P¨¦rez, telefone¨® hace unos d¨ªas para mostrar su malestar por la publicaci¨®n, el 22 de enero pasado, de una fotograf¨ªa que la mostraba fumando, sentada sobre el borde de un parterre situado frente a la empresa donde trabaja, mientras una empleada de la limpieza barr¨ªa, seg¨²n el pie de la foto, unas colillas.

La lectora expres¨® dos quejas: la primera, que para captar la imagen, el periodista gr¨¢fico consult¨® a la limpiadora pero no a ella; la segunda, que en el contexto en el que se public¨® la foto, ella aparece como un ejemplo de las personas que ensucian las calles con sus colillas. "La imagen no recoge los ceniceros que hay junto a la puerta del edificio y que yo utilizo", precis¨®.

Ambos datos, la no consulta y la existencia de los ceniceros, han sido confirmados, por lo que pedimos disculpas a la lectora por el da?o a su imagen que se le haya podido causar.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 913 37 78 36.