Tres horas de fiesta
Hacer del teatro una fiesta es un riesgo. El Th¨¦?tre Dromesko y los Hermanos Forman salen airosos. Han levantado una gran barraca de madera, al estilo de las que albergaban los teatros de feria parisienses del siglo XVIII. Dentro, centenar y medio de espectadores, j¨®venes la mayor¨ªa, se acomodan ante largas mesas, se sirven de beber y de cenar, y confraternizan, mientras una orquestina desgrana melod¨ªas z¨ªngaras.
La Barraca, cantina musical es, m¨¢s que espect¨¢culo, lugar en el que se desencadenan peque?os acontecimientos esc¨¦nicos. Lily interpreta canciones divertidas y canallas, sin amplificaci¨®n. Los Hermanos Forman iluminan un microrretablo instalado sobre un carro, y representan una funci¨®n de t¨ªteres de cachiporra ingenua e ir¨®nica. Un prestidigitador lleva de mesa en mesa el arte de birlibirloque. Todo es llano, de otra ¨¦poca.
La Barraca, cantina musical
De Th¨¦?tre Dromesko y Hermanos Forman. Int¨¦rpretes y fact¨®tums: Lily, Igor, Sani, Feri, J?no, Francine, los hermanos Petr, Matej y Milan Forman, Isabela Schenkova, Alain Demoyencourt, Philippe Tivillier. Polideportivo Canal de Isabel II. Madrid, hasta el 10 de febrero. Festival VEO. Valencia, del 16 al 26 de febrero.
El p¨²blico tiene libertad de movimiento y de palabra. Las conversaciones se animan seg¨²n van cayendo las botellas. Hay sorpresas, que no desvelar¨¦, y pinceladas m¨¢gicas breves como rel¨¢mpagos. A veces aparecen focos de actuaci¨®n superpuestos: se crea un caos interesante.
Igor Dromesko y su troupe no llevan n¨²meros espectaculares. Lo sustantivo es el ambiente que crean, su manera de entender el teatro. Tratan al p¨²blico de t¨², prefieren el gui?o al gran gesto. Los Forman zascandilean: salen de la barraca y usan las ventanas como embocadura de su retablo de t¨ªteres. En la oscuridad aparece una marioneta enorme, ingr¨¢vida, extra¨ªda de un ensue?o.
El tiempo vuela. Han pasado tres horas y cuarto cuando el anfitri¨®n decide finalizar la fiesta. Si por los espectadores fuera, continuar¨ªa: lo hacen saber ovacionando y zapateando a comp¨¢s sobre el entarimado. Arrancan un par de propinas. Alain Demoyencourt, el prestidigitador, prosigue, mientras sus compa?eros se sientan a cenar: hace desaparecer cuanto toca, con el p¨²blico a un palmo.
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