Todo por Mahoma
Como se preguntaba ayer un buen amigo periodista en el programa Hoy por Hoy, que dirige Carles Francino en la Cadena SER, est¨¢ por ver si despu¨¦s de tantos a?os con aquel lema de "Todo por la Patria" grabado en el dintel de todos los cuarteles deber¨ªamos ahora adoptar el de "Todo por las caricaturas". Hablamos de las 12 caricaturas publicadas el 30 de septiembre de 2005 en un diario dan¨¦s de militancia xen¨®foba, el Jyllands-Posten, con el t¨ªtulo de "los rostros de Mahoma" y que fueron reproducidas el 10 de enero pasado en la revista noruega Magazinet, de orientaci¨®n cristiana evang¨¦lica. Unas caricaturas que han servido de fulminante para plantear toda clase de disparates pol¨ªticos, ejercicios heroicos, desmesuras fan¨¢ticas y desasosiegos internacionales.
Coincidamos con Orwell cuando escribi¨®, en el pr¨®logo inicialmente no publicado a su novela Rebeli¨®n en la granja, que "si la libertad de expresi¨®n significa algo es precisamente el derecho a decirle a la gente lo que la gente no quiere o¨ªr". Recordemos que Orwell se estaba refiriendo al establishment de la izquierda comprometida en la lucha antifascista, donde hab¨ªa cundido una lealtad hacia la URSS bajo la cual "dudar de la sabidur¨ªa de Stalin era una especie de blasfemia". Su preocupaci¨®n se centraba en el poder de la ortodoxia prevalente, en los portadores de la "correcci¨®n pol¨ªtica" del momento, decididos a silenciar ideas impopulares para la causa. Los reg¨ªmenes totalitarios siempre han apostado por la represi¨®n. Lenin se pregunt¨® qu¨¦ raz¨®n hab¨ªa para permitir la libertad de expresi¨®n y la libertad de prensa cuando las ideas son m¨¢s letales que las armas. Hitler se prepar¨® para otros horrores con la quema de libros, y la Inquisici¨®n le hab¨ªa precedido siglos antes por ese mismo camino. Todav¨ªa en 1832 el papa Gregorio XVI declaraba que la libertad de prensa era un "v¨®mito her¨¦tico".
Nada que objetar a don Quijote sobre las consideraciones a su escudero acerca del don de la libertad por el cual se puede y a¨²n se debe arriesgar la vida. Pero antes de tomar ese riesgo en defensa de Jyllands-Posten y de sus caricaturas conviene examinar con detenimiento el caso. Veamos que aquello sobre lo que el peri¨®dico quer¨ªa llamar la atenci¨®n era la imposibilidad constatada por un autor de publicar un texto que los editores rechazaban en un ejercicio penoso de autocensura anticipando que ser¨ªa mal considerado en ciertos ambientes islamistas. El diario hubiera podido asumir la denuncia pormenorizada de ese comportamiento y habr¨ªamos tenido que solidarizarnos con su actitud. Pero prefiri¨® protagonizar la informaci¨®n, convertirse en sujeto de la misma con la publicaci¨®n de las caricaturas, alinearse en suma con el proceder de Hearst cuando para diferenciarse de sus competidores de la prensa escrita proclamaba aquello de "los dem¨¢s hablan, el Journal act¨²a".
Por esa senda del periodismo amarillo nuestro Hearst prefiri¨®, por ejemplo, patrocinar la guerra de Cuba y participar en las operaciones navales con su yate artillado llegando a hacer prisioneros espa?oles antes que limitarse a informar de los hechos. El amarillismo es una opci¨®n que s¨®lo debe quedar sometida a las leyes comunes, pero su pr¨¢ctica en absoluto obliga a que todos nos sintamos encadenados para acompa?ar cada uno de sus desaf¨ªos. En cuanto a la suerte de las libertades, es incomprensible que Vargas Llosa s¨®lo haya responsabilizado a la izquierda como si fuera responsable en exclusiva cuando ata?e a toda la ciudadan¨ªa. Tampoco se entiende que acuse de arrodillarse con indignidad a Europa cuando el genuflexo ha sido el presidente Bush y quien se ha mantenido en pie el primer ministro de Dinamarca.
Cualquiera podr¨ªa sostener otro orden de prioridades que antepusiera la oposici¨®n a la lapidaci¨®n de las ad¨²lteras o a la ablaci¨®n del cl¨ªtoris al asunto que ahora nos ocupa. Como tambi¨¦n cabe aceptar la libertad de manifestaci¨®n de los creyentes pero en absoluto que profieran amenazas contra las personas o los bienes. Garant¨ªa que debe ser exigida a los Gobiernos de los pa¨ªses de religi¨®n musulmana que hasta ahora han preferido sumarse a la bulla para encubrir otros hechos, como el de mantener encarcelados en sus prisiones a muchos caricaturistas que en lugar de a Mahoma les satirizan a ellos.
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