Soplo
MUY IMPORTANTES en otro tiempo, las novelas de aprendizaje o iniciaci¨®n en la vida, que los alemanes bautizaron con el nombre de Bildungsroman, son cada vez m¨¢s raras. Desde luego, toda obra art¨ªstica genuina es un precipitado de la experiencia vivida, pero en el g¨¦nero especial de novela o relato antes remarcados predominaba la intenci¨®n didasc¨¢lica, sustanci¨¢ndose esta ense?anza, no pocas veces, como la relaci¨®n entre un maestro y un disc¨ªpulo, lo cual no dejaba de ser un reflejo del pensamiento tradicional para el que la transmisi¨®n del saber, y no s¨®lo el conocimiento, era humanamente crucial. La creciente imposici¨®n de la t¨¦cnica como modelo dominante de pensamiento, con su adoraci¨®n por la novedad y su grosero pragmatismo, ha roto esa cadena de sucesiva confianza en el saber en todos los ¨®rdenes de la existencia y, como no pod¨ªa ser menos, tambi¨¦n en el arte, motivo por el que no me extra?a que ahora se hable tanto de su muerte con m¨¢s o menos jovialidad.
Hay, claro, excepciones, como La oscuridad (Artemisa Nik¨¦), del franc¨¦s Philippe Jacottet, publicada originalmente en 1961 y ahora traducida al castellano, o El legado de Humboldt (Debolsillo), del estadounidense Saul Bellow, cuya primera edici¨®n data de 1973 y que ahora aparece en nuestra lengua en formato de bolsillo, siendo ambos relatos de narraci¨®n de las relaciones, no s¨®lo entre un maestro y un disc¨ªpulo, sino ahormadas por la transmisi¨®n de una sabidur¨ªa art¨ªstica. En realidad, la intriga de estas dos novelas est¨¢ cortada por el mismo patr¨®n del paso de la admiraci¨®n sin entregas de un disc¨ªpulo al posterior y casi inevitable aprendizaje de la decepci¨®n, pero sin que ¨¦sta no deje un poso de reencuentro final, no tanto con el maestro, sino con su ense?anza. Al final de La oscuridad, el narrador, que se presenta como el disc¨ªpulo, simplemente apunta lo siguiente: "No he dejado de respirar; no dejo de o¨ªr algo que respira delante de m¨ª por la noche. No puedo decir m¨¢s. El verdadero amor es un soplo del que dir¨ªamos que no puede interrumpirse".
Etimol¨®gicamente, "maestro" procede del lat¨ªn "magister", que significa, en primera instancia, "director", pero del que no cuesta identificar que es un compuesto del tambi¨¦n latino "magis", "m¨¢s"; o sea: que maestro es el que tiene la facultad o el poder de aumentar nuestro caudal. Aunque "disc¨ªpulo" se origina tambi¨¦n del latino "discipulus", su descomposici¨®n terminol¨®gica nos remite, seg¨²n creo, a "disco", que es lo que gira alrededor o, si se quiere, lo que se pone en ¨®rbita. En el fondo, por tanto, maestro y disc¨ªpulo giran por igual en torno al saber que los trasciende, lo cual es como reconocer que la sabidur¨ªa es una energ¨ªa que traza siempre una par¨¢bola, cuyo movimiento nos reenv¨ªa al origen: el alumbramiento de la oscuridad.
El euf¨®rico momento de admiraci¨®n del disc¨ªpulo por el maestro se produce cuando, a trav¨¦s de la ense?anza de ¨¦ste, aprecia el maravilloso legado de la vida, pero a¨²n debe de cruzar y sobreponerse al negro aprendizaje de c¨®mo ¨¦sta es inseparable de la muerte. ?ste es el soplo de la sabidur¨ªa, un soplo que, como la respiraci¨®n, no puede interrumpirse, al menos mientras haya algo de vida en el cosmos.
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