Entre mitos y m¨ªtines
El nigeriano Ben Okri (1959) obtuvo el Premio Booker en 1991 por La carretera hambrienta (Espasa Calpe, 1994), primera parte de la trilog¨ªa que cierra Riquezas infinitas. En medio est¨¢ Song of Enchantment. Okri, que desde 1980 reside en el Reino Unido (en Londres pas¨® a?os de gran penuria, incluso sin techo), ha publicado m¨¢s novelas (v¨¦ase por ejemplo Amor peligroso, en 1998 en Ediciones del Bronce), ensayo (A way of beeing free) y poes¨ªa (Mental fight). Pero la trilog¨ªa ser¨¢ probablemente su legado de mayor eco: se trata del relato ¨¢vido y enfebrecido de Azaro, un abiku, ni?o-esp¨ªritu que, seg¨²n los mitos yorubas, tras morir se reencarna incesantemente, y que en la literatura de Okri simboliza las duras peripecias de Nigeria, pa¨ªs rico como pocos, violento e inflamable como quiz¨¢ ninguno en ?frica.
RIQUEZAS INFINITAS
Ben Okri
Traducci¨®n de Juanjo Estrella
El Cobre. Barcelona, 2005
398 p¨¢ginas. 24 euros
Habr¨¢ quien al leer la trilo
g¨ªa del abiku (o al menos Riquezas infinitas) vea la relaci¨®n entre el tono de Okri y los maestros de la literatura iberoamericana y hable de realismo m¨¢gico, por la mezcla de prodigios y detalles costumbristas que nutre el estilo de Okri. Pero las etiquetas valen de poco en este caso: un l¨¦xico directo, sin recovecos, sirve para tensar al l¨ªmite la atm¨®sfera de delirio y misterio que rezuma cada frase. Tampoco valdr¨ªa hablar de prosa po¨¦tica, aunque l¨ªrica y horror lo invadan todo en estas p¨¢ginas. Ni cabe ce?irlo todo a la met¨¢fora pol¨ªtica, el rito de paso de la independencia: la lectura pol¨ªtica y anticolonialista est¨¢ ah¨ª, pero empapada de m¨ªtines que se confunden con mitos, de mitos que irradian maldad intr¨ªnseca y tambi¨¦n partidista. El horror es protagonista, pero tambi¨¦n tienen peso los ¨¢ngeles que lloran y bendicen.
Ben Okri, con imaginaci¨®n torrencial, vuela a lomos de un ?frica traicionada y esquilmada, pero inmortal. Azaro se introduce en los sue?os de vivos y muertos, ve a trav¨¦s de los ojos de animales, se deja devorar por esa carretera que late y hierve y no tiene fin. Azaro aprende que, pese a la sangre y a la crueldad, la vida es riquezas infinitas.
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