Par¨ªs expone la complicidad y el amor entre Picasso y Dora Maar
La muestra, con m¨¢s de 250 obras, documenta 10 a?os de relaci¨®n
M¨¢s de 250 obras -pinturas, dibujos, grabados, fotograf¨ªas, esculturas- as¨ª como una importante documentaci¨®n -cartas, peri¨®dicos de la ¨¦poca, etc¨¦tera- se presentan en Par¨ªs, en el Museo Picasso y hasta el 22 de mayo. Picasso-Dora Maar (1935-1945) recupera los 10 a?os de creaci¨®n y de tormentosa relaci¨®n entre el creador espa?ol y Theodora Markovic, m¨¢s conocida como Dora Maar.
La exposici¨®n se titula as¨ª, Picasso-Dora Maar 1935-1945, y a nadie se le escapa que esos a?os de complicidad y amor son tambi¨¦n, casi exactamente, los que van del inicio de la guerra en Espa?a -julio de 1936- al final de la II Guerra Mundial -agosto de 1945-, un periodo hist¨®rico que, simb¨®licamente, se abre con el Guernica y se cierra con Le Charnier, es decir que nos lleva del bombardeo de la villa vasca hasta el descubrimiento de los campos de concentraci¨®n y exterminio.
Dora Maar naci¨® en 1907 y muri¨® en Par¨ªs en 1997. Su legado ha pasado a integrar la colecci¨®n del Museo Picasso de Par¨ªs y ahora se expone una buena parte del mismo junto con obras picassianas que remiten a aquellos a?os. Cuando se conocen ella es a¨²n una joven radical, muy politizada, que frecuenta grupos de extrema izquierda y defiende el vanguardismo en arte y pol¨ªtica. ?l atraviesa un periodo de crisis: ha colgado los pinceles y escribe poemas.
Ella, seg¨²n cuenta la leyenda, impresion¨® al pintor porque jugaba con un cuchillo muy afilado que iba clavando con gran velocidad entre los dedos de su mano abierta. De vez en cuando el filo rasgaba la piel y una gota de sangre destacaba en su palidez.
Dora era buena fot¨®grafa, conoc¨ªa y era amiga de Bataille y Eluard, se consideraba surrealista y, sobre todo, hablaba en espa?ol porque hab¨ªa vivido de peque?a en Argentina. A Picasso le sedujo enseguida, lo que no tiene especial m¨¦rito vista la propensi¨®n del malague?o a sentirse atra¨ªdo por cada mujer que se cruzaba en su camino, pero s¨ª lo tiene el que esa seducci¨®n durase 10 a?os, que sobreviviese al amor de Picasso por Marie-Therese, a la presencia de su hija Maya, a los reproches del matrimonio Sabart¨¦s que, seg¨²n nos cuenta Pierre Daix, cre¨ªan por fin que el artista hab¨ªa encontrado una cierta estabilidad sentimental, y a un contexto hist¨®rico muy agitado.
Modelo y amante
Ella est¨¢ presente en muchas obras de Picasso, ella es la c¨¦lebre femme qui pleure (mujer que llora) pero no s¨®lo es una modelo amante y amante modelo sino una inspiradora pol¨ªtica. Algunas de las declaraciones de Picasso sobre la guerra espa?ola son inspiradas por Dora, que no en vano fotograf¨ªa a Pablo mientras ¨¦ste dibuja y pinta el Guernica, convirti¨¦ndose as¨ª en la autora del primer reportaje gr¨¢fico moderno sobre una obra pl¨¢stica en construcci¨®n. Fue ella quien encontr¨® el c¨¦lebre taller en la rue de los Grands Augustins, a cuatro pasos del Sena.
Cuando los alemanes ocupan Par¨ªs, Picasso se instala en la costa Atl¨¢ntica con sus dos mujeres -una tercera, Fran?oise, se sumar¨¢ al embrollo, pero ser¨¢ algo despu¨¦s, en el Mediterr¨¢neo-, su hija y su secretario. Pinta y espera que amaine. Durante cuatro a?os no podr¨¢ exponer en p¨²blico porque los nazis lo han incluido dentro de las listas de artistas "degenerados" pero ¨¦l sigue trabajando. En octubre de 1944 Picasso se afilia al Partido Comunista Franc¨¦s, vuelve a exponer y se aleja de Dora. ?sta ha trocado la c¨¢mara por los pinceles y su pasi¨®n pol¨ªtica se ha transformado, primero en un gran desasosiego sentimental -Jacques Lacan se ocupa de ella a ra¨ªz de su internamiento en un hospital tras una grave crisis de angustia-, luego en un inter¨¦s cada vez m¨¢s fuerte por la espiritualidad de las religiones orientales. En cualquier caso, la sombra protectora de Picasso, que se confunde con la de un monstruo con un apetito sexual insaciable, ayud¨® tanto a la supervivencia de Dora como a mantenerla en un muy discreto segundo plano del que no sali¨® hasta su muerte o, cuando menos, hasta 1995, cuando en Valencia se le dedic¨® una gran retrospectiva centrada en su labor como fot¨®grafo.
Todo eso y mucho m¨¢s puede seguirse a trav¨¦s de las obras agrupadas ahora en el museo parisiense. La procedencia de las mismas es muy diversa, p¨²blica o privada, francesa pero tambi¨¦n estadounidense, brit¨¢nica, alemana, suiza, japonesa y espa?ola en una parte importante, en la que corresponde a los dibujos preparatorios del Guernica. Y al margen de permitirnos seguir un episodio importante y significativo en la trayectoria de una de las grandes figuras del siglo XX, nos permite ver reunidas algunas piezas excepcionales, como las series de mujeres que lloran, o algunas naturalezas muertas con calavera. De pronto la belleza le gana la batalla a la historia, la emoci¨®n se impone a las explicaciones aun y siendo ¨¦stas apasionantes. Es, creo, el mejor elogio que puede hacerse de la exposici¨®n.
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