El l¨ªder de las milicias haitianas promete calma tras los comicios
Duclona, el hombre m¨¢s buscado, celebra la victoria de Pr¨¦val
"La victoria de Pr¨¦val ser¨¢ buena para Cit¨¦ Soleil y para todo Hait¨ª", dice el l¨ªder de los chim¨¨res (grupos armados heredados del r¨¦gimen de Aristide), Amaral Duclona, el hombre m¨¢s perseguido por la polic¨ªa haitiana y las fuerzas de la ONU. Pocos rincones del pa¨ªs caribe?o anhelan el triunfo de Pr¨¦val como Cit¨¦ Soleil, uno de los suburbios m¨¢s miserables de Puerto Pr¨ªncipe, feudo del depuesto presidente Jean-Bertrand Aristide. Cit¨¦ Soleil se prepara para la celebraci¨®n, y Duclona promete calma: "Saldremos a manifestarnos pac¨ªficamente fuera de Cit¨¦ Soleil", afirma.
Amaral es poco dado a hablar con periodistas. A trav¨¦s de un intermediario acept¨® finalmente el contacto en su feudo, en el noroeste de la capital haitiana. De camino a Cit¨¦ Soleil, suena el m¨®vil del gu¨ªa. "Nos espera", dice escuetamente tras cortar la comunicaci¨®n.
A medida que nos acercamos a B¨¦l¨¦cou, el territorio de Amaral, el veh¨ªculo es detenido en varias ocasiones por j¨®venes que inspeccionan a los ocupantes. Varias motocicletas est¨¢n apostadas en la esquina de una calle, la calle del l¨ªder. Semioculto detr¨¢s de un muro est¨¢ el hombre al que la polic¨ªa acusa de la muerte de un oficial de polic¨ªa canadiense de la misi¨®n de la ONU y del c¨®nsul honorario de Francia en Cabo Haitiano. Los ricos le se?alan como la causa de todos los actos de violencia y de ser el jefe "de los bandidos".
La entrevista transcurre en el interior del veh¨ªculo. Amaral Duclona es un hombre corpulento de 27 a?os que naci¨® en Chancerelles, un barrio vecino a Cit¨¦ Soleil. Su aspecto y sus modales al hablar poco tienen que ver con la imagen que cabr¨ªa esperar de un criminal irreductible. Seg¨²n cuenta, su vida no ha sido f¨¢cil. A los 10 a?os ni ¨¦l ni sus amigos pod¨ªan ir a la escuela. "No quiero que los ni?os de aqu¨ª tengan la vida que yo tuve". Desde los 18 a?os ha trabajado en labores de seguridad y como guardaespaldas. "No puedo salir de Cit¨¦ Soleil desde el 29 de febrero de 2004 [d¨ªa de la ca¨ªda del Gobierno de Aristide] porque me manifest¨¦ a favor del regreso del presidente derrocado".
Tregua electoral
A Amaral no le gusta que le llamen el jefe, prefiere la palabra l¨ªder. Seg¨²n las versiones de la polic¨ªa y de las fuerzas de la ONU, en Cit¨¦ Soleil hay una diversidad de grupos armados que siembran el terror por su cuenta. Las organizaciones que trabajan en el suburbio y entran diariamente en ¨¦l aseguran que en los ¨²ltimos d¨ªas previos a las elecciones la situaci¨®n se calm¨® porque Amaral ha decretado una tregua. "Yo no he dado ninguna orden de alto el fuego. Es la propia gente que quiere paz", replica. "Si los soldados de Minustah [Misi¨®n de Naciones Unidas] mantienen la calma, nosotros haremos lo mismo".
"Todos le escuchan y respetan", dice el supervisor de una ONG. El hombre m¨¢s influyente de Cit¨¦ Soleil niega que el barrio sea un refugio de bandidos -"un sector de la burgues¨ªa ha demonizado esta zona"- y asegura que "no hay condiciones para un alto el fuego. Antes de hablar de entrega de armas tienen que mejorar las condiciones de vida de la gente". Basta un breve recorrido por Cit¨¦ Soleil para comprobar c¨®mo viven sus habitantes. En un arroyo inmundo que atraviesa un basural, los ni?os buscan y a veces encuentran peces. Las personas duermen con los animales.
A simple vista no se ven armas. Amaral se?ala a la gente en la calle, a los lugartenientes que le acompa?an. "?A que no ha visto una sola persona armada? Nadie va armado aqu¨ª". No en la calle, pero s¨ª ocultas, seg¨²n demuestra una investigaci¨®n independiente sobre armas cortas financiada por varios gobiernos europeos.
Los objetivos de Amaral son simples: libertad, educaci¨®n, salud y trabajo. "No tengo nada que ver con los secuestros. La Minustah controla la entrada de Cit¨¦ Soleil. Si fuera del barrio hay violencia no es nuestro problema. La polic¨ªa y las fuerzas de la ONU tienen los medios para garantizar la seguridad. Es su responsabilidad".
Se r¨ªe cuando le acusan de chim¨¨re, de la expresi¨®n cr¨¦ole "en chim¨¨", referida a un estado violento o agresivo en respuesta a una decepci¨®n. "Jesucristo era chim¨¨re. Usted puede serlo si le humillan. Y en Cit¨¦ Soleil la miseria es peor que una humillaci¨®n", se?ala Amaral Duclona.
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