Preciosas
Madrid lleva dos d¨ªas soportando la "intrusi¨®n sahariana", expresi¨®n con que designan los meteor¨®logos lo que pasa con este clima tan desquiciado y tan seco. Vivimos en una ciudad abrumada por los humos. Las autoridades acorralan el tabaco, pero son incapaces de rebajar la temeraria contaminaci¨®n por di¨®xido de nitr¨®geno (NO2) que provocan el tr¨¢fico y la actividad industrial. Seg¨²n Ecologistas en Acci¨®n de Madrid, ese envenenamiento "es m¨¢s nocivo y preocupante que el puntual problema del polvo sahariano". Lo malo es que el clima se cuela en nuestras almas y est¨¢ multiplicando el n¨²mero de mis¨¢ntropos, definidos en el diccionario como "personas que, por su humor t¨¦trico, manifiestan aversi¨®n al trato humano". Imperan los bordes, los listillos, los plomos, los agon¨ªas, los enemigos de la vida sosegada y afable.
Tambi¨¦n merodean, asilvestrados, los espesos de medianoche ("d¨ªcese de personas pl¨²mbeas que, ah¨ªtas de alcohol u otras sustancias estupefactas, pretenden convertir al interlocutor en escupidero de sus frustraciones m¨¢s rastreras y bostezantes"). Sea o no culpa del clima, lo cierto es que Madrid est¨¢ m¨¢s crispado cada d¨ªa. La amabilidad huye de los bares, de los supermercados, de los transportes urbanos, de las salas de espera, de la v¨ªa p¨²blica. Parece como que todo el mundo desconfiara de todo dios que pasa por su lado. Estas cosas hacen que una ciudad sea desapacible, l¨®brega.
En este contexto, es ejemplar el talante de Jos¨¦ Men¨¦ndez, asturiano que regenta un bar-restaurante en Prosperidad. Cada vez que entra en su local una mujer de cualquier edad y condici¨®n, el asturiano susurra reciamente: "?Preciosa!". Todas se lo creen y lo agradecen, porque Jos¨¦ lo proclama con sinceridad cant¨¢brica: le gustan todas, o eso parece. Cuando va al mercado, utiliza el mismo m¨¦todo. Obsequia a las operarias con frases delicadas y ellas responden con primor y con humor. A pesar del clima, merece la pena ir por ah¨ª intentando hacer la vida m¨¢s agradable, haciendo gui?os a la convivencia. A lo mejor, la vida es preciosa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.