Los cinco a?os del genoma humano
Los bi¨®logos se debaten entre la complacencia y la impaciencia en el aniversario del 'libro de la vida'
A mediados de febrero de 2001 se publicaron, por fin, las dos secuencias rivales completas del genoma humano. Salieron a la luz al mismo tiempo pero por separado, la p¨²blica en la revista Nature y la privada en Science. Siete meses antes se hab¨ªa escenificado su supuesta terminaci¨®n (en realidad hubo muchos cambios hasta la publicaci¨®n y todav¨ªa se est¨¢n completando) en una ceremonia en la Casa Blanca en presencia del entonces presidente Clinton. El esfuerzo liderado por Estados Unidos para conocer el libro de instrucciones de la especie humana se hab¨ªa bifurcado y acelerado unos a?os antes, ante el desaf¨ªo planteado al proyecto p¨²blico por el estadounidense Craig Venter. ?ste desarroll¨® un m¨¦todo propio para ir m¨¢s deprisa en la lectura de los poco m¨¢s de 3.000 millones de letras (pares de bases qu¨ªmicas) que result¨® tener el libro.
Todav¨ªa no se conoce el n¨²mero exacto de genes y est¨¢ cambiando su definici¨®n
Se secuencia el genoma entero de un individuo en unas siete semanas por unos mil euros
El hito fue entonces comparado con la llegada del hombre a la Luna o la explotaci¨®n de la energ¨ªa nuclear, tanto por el esfuerzo que represent¨® como por su significado. Enseguida empezaron las sorpresas. La m¨¢s llamativa fue la ambig¨¹edad de los datos presentados sobre el n¨²mero de genes (unidades funcionales) del genoma humano. Antes de completar los borradores, la cifra m¨¢s esperada rondaba los 100.000 genes. Se daba por sentado que ser¨ªa un n¨²mero superior al de otras especies de mam¨ªferos, dada la complejidad de la especie humana. Las secuencias obtenidas en 2001, sin embargo, indicaban que el n¨²mero m¨¢ximo ser¨ªa s¨®lo de 30.000 genes. Un gran golpe para el antropocentrismo, se apresuraron a se?alar muchos comentaristas.
En la actualidad, el genoma est¨¢ revelando su complejidad, mucho m¨¢s elevada de lo sospechado. El n¨²mero de genes est¨¢ ahora entre 25.000 y 26.000. "Eso prueba lo poco que comprend¨ªamos antes el genoma", ha dicho Venter, que ahora se dedica a surcar los mares buscando genes de bacterias, en unas recientes declaraciones.
Sin embargo, lo m¨¢s importante es que est¨¢ cambiando el concepto mismo de gen. "Parad¨®jicamente, el concepto de gen se est¨¢ desdibujando ahora que creemos que tenemos todos los genes", comenta Marc Vidal, de la Facultad de Medicina de Harvard, en la revista especializada The Scientist.
La gen¨®mica, dicen Vidal y otros especialistas, ya no es el an¨¢lisis de la secuencia de cada uno de los genes sino la combinaci¨®n con elementos que los encienden, los frenan o los aceleran en su funci¨®n. El enfoque ha cambiado completamente en estos cinco a?os, desde que se descubrieron los llamados microARNs, peque?as secuencias activas de ¨¢cido ribonucleico que son la base del nuevo panorama de regulaci¨®n gen¨®mica: "Un mundo incre¨ªble", en palabras de Vidal. Y ha sido la secuencia del genoma humano la que ha permitido identificarlas en la especie humana (se hab¨ªan descubierto en 1998 en el gusano modelo C. elegans) gracias a la comparaci¨®n de genomas, una de las puertas m¨¢s importantes abiertas por el hito de 2001. "Hemos pasado de una situaci¨®n en la que ni siquiera conoc¨ªamos esta red reguladora hace tres a?os a poder identificar los sistemas gen¨¦ticos que son regulados", explica en la misma revista el premio Nobel Phillip Sharp, de MIT.
Tras el genoma humano han venido, entre otros, los del rat¨®n, la rata, el pollo y, sobre todo, el chimpanc¨¦. Su genoma, publicado en setiembre de 2005, confirmaba las sospechas del complejo funcionamiento gen¨¦tico: Una diferencia m¨ªnima, en poco m¨¢s del 1%, entre las dos secuencias, y el mismo n¨²mero aproximado de genes, no suministran una explicaci¨®n f¨¢cil para las notables diferencias observables a primera vista entre seres humanos y chimpanc¨¦s. "Lo que nos hace humanos no es la aparici¨®n de nuevos genes", subray¨® entonces Carlos Ort¨ªn, de la Universidad de Oviedo, miembro del equipo que secuenci¨® el chimpanc¨¦.
Aunque los cient¨ªficos est¨¢n en general satisfechos de c¨®mo se est¨¢ aprovechando la informaci¨®n de la secuencia del genoma humano, muchos creen que se ha avanzado poco todav¨ªa en las aplicaciones biom¨¦dicas, la principal raz¨®n para realizarla. Uno de ellos es Francis Collins, coordinador del proyecto p¨²blico, que sigue siendo director del Instituto de Investigaci¨®n del Genoma Humano en Estados Unidos. Optimista, Collins mira hacia el futuro, desde un presente en el que se ha completado recientemente el primer mapa de la variaci¨®n gen¨¦tica humana -el HapMap-, que considera, en un art¨ªculo reciente "una m¨¢quina poderosa para descubrir las variantes gen¨¦ticas que contribuyen al riesgo de enfermedades comunes y complejas o influyen en la respuesta a las drogas".
Pese a la impaciencia de algunos, lo que se ha logrado en este tiempo, se?alan los investigadores espa?oles Xavier Estivill y Roderic Guig¨®, tiene un alt¨ªsimo valor. Estivill destaca los SNP, acr¨®nimo de las peque?as variantes gen¨¦ticas que marcan la diferencia entre un individuo y otro y que hoy se sabe que rondan las 500.000 unidades. "El conocimiento de los SNP puede explicar por qu¨¦ una persona responde mejor que otra a un f¨¢rmaco o incluso permite dise?ar mejores medicamentos", explica. El otro aspecto destacado es la detecci¨®n de peque?as variantes en la organizaci¨®n del genoma. "Todos tenemos los mismos genes, pero hay unos 20 puntos en los que var¨ªa la posici¨®n de un gen o de sus copias". Normalmente, estas variaciones no tienen efectos, pero en algunos casos explicar¨ªan la causa de una enfermedad.
Guig¨® a?ade los avances tecnol¨®gicos, como el que permite secuenciar el genoma entero de un individuo en unas siete semanas por unos mil euros o la aparici¨®n de los microarrays gen¨®micos, dispositivos capaces de detectar las regiones activas del genoma. "Hace cinco a?os no exist¨ªa nada de eso", asegura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.