Los excesos y la fragilidad de Capote
La correspondencia del autor de 'A sangre fr¨ªa' constituye su m¨¢s cabal autorretrato
El 24 de febrero se estrena Capote, la pel¨ªcula de Bennett Miller que protagoniza Philip Seymour Hoffman y que reconstruye los a?os en que el escritor estadounidense se embarc¨® en A sangre fr¨ªa, una novela que revolucion¨® las reglas del g¨¦nero al convertir un episodio de la vida real (el asesinato de la familia Clutter) en su columna vertebral. Se public¨® en 1965 en The New Yorker en cuatro entregas, y poco despu¨¦s se convirti¨® en un fen¨®meno editorial. Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-Los ?ngeles, 1984) no era entonces un desconocido -Desayuno en Tiffany's, otro de sus grandes t¨ªtulos, es de 1958-, pero la magnitud de su nuevo ¨¦xito lo lanz¨® al estrellato. El pr¨®ximo mes aparece en Espa?a Un placer fugaz, que re¨²ne su correspondencia completa.
"Ser artista es un acto de fe enorme: no devuelve nada salvo la satisfacci¨®n del arte en s¨ª"
Las cartas est¨¢n llenas de historias, de chismes, de peque?as maldades
"En cuanto a m¨ª, ya me he olvidado de ir de picos pardos: cuando menos te lo esperes, me ver¨¢s llevando vida de casado. Es que me siento casado, cari?o, incluso he empezado a hacerle pasteles de chocolate a mi hombre, que es m¨¢s dulce y maravilloso de lo que jam¨¢s pudiera haber imaginado". El comentario es de mayo de 1949, de una carta que Capote le escribi¨® a su viejo amigo Andrew Lyndon y se refiere a Jack Dunphy, al que hab¨ªa conocido el a?o anterior, con el que viajaba entonces por Europa y con el que mantuvo una estrecha relaci¨®n hasta su muerte.
L¨®gicamente, Capote exageraba. Exagera con frecuencia a lo largo de las 700 p¨¢ginas del libro que re¨²ne sus cartas, que Lumen publicar¨¢ en marzo.. "Hemos pasado algunas aventuras", le escribi¨® a Cecil Beaton en julio de ese mismo a?o, "de las que la m¨¢s sorprendente ocurri¨® entre Granada y Algeciras, cuando de golpe toda la gente del tren empez¨® a gritar y a tirarse al suelo: ?bandidos! Las balas silbaban. Lo que pasa es que no eran bandidos. S¨®lo eran unos espa?oles que hab¨ªan perdido el tren y disparaban para que parase. A un hombre le dieron en la cabeza. Un pa¨ªs precioso".
"Cari?o", "querido", "preciosidad", "corderito", "mi dulce magnolia", "mi bendita ciruela". A un tipo que utiliza estos encabezamientos o se le tiene afecto o se le pega un balazo, como hac¨ªan los bandidos del tren. Las cartas est¨¢n llenas de historias, de chismes, de peque?as maldades, con su tanto de iron¨ªa y su mucho de ternura, y llevan el inmenso glamour de los lugares que frecuent¨® y de los personajes que conoci¨®. Y Capote los trat¨® a todos: a los ricos, a los m¨¢s ricos y a los riqu¨ªsimos, adem¨¢s de a toda la intelectualidad neoyorquina (y no neoyorquina) y a la far¨¢ndula de Hollywood.
"En Portofino hay una gente sencillamente extraordinaria: el lugar est¨¢ repleto de la clase de Acontecimientos que Jennifer nunca cree que pueden Acontecer. Hay una chica australiana que se escap¨® con su padrastro, y una madre sueca y su hija que comparten a un pescador, etc¨¦tera. Pero estos ejemplos son muy ordinarios. En resumidas cuentas, este sitio est¨¢ plagado de peligros". El extracto es de una carta de 1953 al todopoderoso productor David O. Selznick, y la incr¨¦dula Jennifer es la esposa de ¨¦ste, la actriz Jennifer Jones.
Cartas escritas de un tir¨®n y, a ratos, cargadas de dinamita ("Wystan Auden ha llegado a Forio acompa?ado de un s¨¦quito de jovencitos m¨¢s bien espantosos, y algunos no tan jovencitos. Y a excepci¨®n de Wystan, no se dan mucho a la francachela y son del tipo altivo"), pero otras veces tambi¨¦n tocadas por una extra?a fragilidad, como si detr¨¢s del v¨¦rtigo de las fiestas y la diversi¨®n y la vida exagerada se agazapara el dolor y la soledad y la muerte y esas s¨®rdidas y peque?as dificultades econ¨®micas ("Te he dicho que me sent¨ªa feliz. Lo soy, excepto con mi trabajo. Sencillamente porque no puedo trabajar en lo que puedo. Estoy metido en la horrible noria de los art¨ªculos para ganar dinero...").
La pel¨ªcula de Bennett Miller, que se estrena en Espa?a la pr¨®xima semana, ha despertado de nuevo el inter¨¦s por el autor de A sangre fr¨ªa. Dentro de poco, Anagrama pondr¨¢ en el mercado Crucero de verano, una pieza casi secreta que se descubri¨® en una antigua casa del escritor, que se subast¨®, que compr¨® la Public Library de Nueva York y que termin¨®, l¨®gicamente, por publicarse. Ediciones B, por su parte, reeditar¨¢ la biograf¨ªa de Gerald Clarke, en la que se ha inspirado la pel¨ªcula.
Ha sido precisamente Clarke el responsable de la edici¨®n de Un placer fugaz, la correspondencia completa de Capote. La ha dividido en cuatro bloques. 1924-1948. Los a?os exuberantes: un Merl¨ªn en Alabama y un Puck en Nueva York recoge sus primeros a?os, los de aprendizaje y los de la iniciaci¨®n en la escritura y en la vida: "?Alguna vez viste, en ese para¨ªso salvaje que es la adolescencia, ni que fuera por sorpresa, un atardecer, un ave silvestre o un paisaje que te produjera un terror exquisito, que te llegara a lo m¨¢s hondo? ?Y no te preocupaba entonces, no te turbaba que el menor temblor, incluso el de una hoja impulsada por el viento, lo echara todo a perder? As¨ª es, creo, el amor, o as¨ª deber¨ªa ser: uno vive inmenso en un bello terror" (de una carta de 1946).
Esta etapa termina cuando ya ha publicado varios relatos y su primera novela (Otras voces, otros ¨¢mbitos), es ya c¨¦lebre en los c¨ªrculos literarios de Nueva York y colabora en sofisticadas revistas, como Harper's Bazaar. 1949-1959. Los a?os de aventura: recorriendo el mundo es la parte m¨¢s voluminosa del libro. Roma, la isla de Ischia (cerca de N¨¢poles), T¨¢nger, Par¨ªs, Taormina... son algunos de los lugares en los que recala o habita durante largas temporadas. De tanto en tanto, regresa a Nueva York. El 4 de enero de 1954 muri¨® su madre tras ingerir un frasco entero de Seconal: le agobiaban las estrecheces econ¨®micas ("No tendr¨ªa que haberlo hecho", le dijo Capote a su amigo Andrew Lyndon. "No tendr¨ªa que haber muerto. Yo ten¨ªa dinero").
Capote va de un lado a otro con Jack Dunphy. "Es el lugar m¨¢s excitante en el que he vivido", dice de T¨¢nger en una carta. Cuando estuvo en la isla de Ischia cuenta que visit¨® una de esas "casas": "Todas las maneras de follar que te puedas imaginar. Ten¨ªan a un ¨¢rabe con una polla, no te lo vas a creer, que al menos med¨ªa 35 cent¨ªmetros y que encima era bonita". Pero son tambi¨¦n los a?os en que Capote descubre lo que significa escribir y lo que quiere hacer con su obra:
"A d¨ªa de hoy ser artista es un acto de fe enorme: no devuelve nada salvo la satisfacci¨®n del arte en s¨ª. Ya he logrado contenerme y ahora s¨¦ bien lo que estoy haciendo. He escrito algunos relatos, dos de los cuales seguro que te gustar¨ªan. Y he empezado el libro que durante todo este tiempo he cre¨ªdo que era el ¨²nico posible de escribir, porque es el que llevo en el alma".
Trabaj¨® en un par de guiones -para pel¨ªculas de De Sica y Huston-, escribi¨® un largo reportaje tras viajar por Mosc¨² y Leningrado (San Petersburgo), adapt¨® alguna de sus piezas para Broadway, estuvo con Cecil Beaton en Kioto en el rodaje de Sayonara (de ah¨ª sali¨® su impresionante perfil de Marlon Brando, que irrit¨® al actor) y public¨® Desayuno en Tiffany's.
"Volv¨ª ayer: tras casi dos meses en Kansas: una experiencia extraordinaria, en muchos aspectos lo m¨¢s interesante que me ha pasado en la vida. Tranquilo, te lo dejar¨¦ leer, puede que se convierta en un librito", le escribe Capote a Cecil Beaton el 21 de enero de 1960. A sangre fr¨ªa est¨¢ ya en marcha. El 16 de noviembre del a?o anterior hab¨ªa le¨ªdo en The New York Times una nota de sucesos sobre el asesinato de los Clutter. ?se fue el arranque de la novela de no ficci¨®n que lo llevar¨ªa a la fama. H¨¢ganse una idea: en noviembre de 1966, pocos meses despu¨¦s de que el libro se publicara, Capote ofreci¨® una fiesta en el hotel Plaza de Manhattan. Andy Warhol, Frank Sinatra, Mia Farrow, Norman Mailer, Tennessee Williams y un mont¨®n de representantes de familias como los Rockefeller, los Vanderbilt o los Rothschild fueron parte de los 540 invitados que deb¨ªan asistir en riguroso blanco y negro y con m¨¢scaras. Fue la fiesta de la d¨¦cada.
1959-1966. Cuatro asesinatos y un baile en blanco y negro re¨²ne las cartas de aquella ¨¦poca. La obsesi¨®n que desencadena la novela lo llena pr¨¢cticamente todo. La escribi¨® en la Costa Brava y en Verbier, un pueblecito de Suiza. Pero, en realidad, no dej¨® de estar en Tejas, dando cuenta de lo que hab¨ªa sucedido en Holcomb y Garden City, los lugares donde hab¨ªan vivido los Clutter.
Ten¨ªa 42 a?os, gloria y dinero. Era el ni?o mimado de la alta sociedad, pero algo hab¨ªa cambiado profundamente en su ¨¢nimo tras la escritura de su gran novela. 1966-1984. Plegarias: atendidas y desatendidas es el ¨²ltimo bloque del libro. "En unos cinco d¨ªas me dar¨¢n el alta", escribe en 1974: "Estar¨¦ totalmente desintoxicado del alcohol y las pastillas". Es la ¨¦poca de la ca¨ªda y sus cartas son m¨¢s breves. S¨®lo destellos en medio de la bruma.
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