Amaya Arzuaga deconstruye con ¨¦xito el esmoquin masculino
El nivel sube y el patio se anima; hasta el traspatio llega el entusiasmo. Cibeles est¨¢ verificando una estabilidad en las calidades que dice mucho y bueno de la moda local de hoy, a pesar de que el sector vive momentos dubitativos y de crisis. Palacio, saliendo de sus esquemas; Del Pozo, bordando el concepto del abrigo envolvente, y Pernas, proponiendo uno pluvial a la inglesa; Delf¨ªn, maridando sastrer¨ªa y transgresi¨®n; Arzuaga, entregada al desdoble de cualquier formalidad: la carpa ha tra¨ªdo inventiva y buenas energ¨ªas.
En el mejor d¨ªa hasta ahora de Cibeles, Miguel Palacio volvi¨® con ¨¦xito a su adorado universo del negro, aunque luego lo suaviz¨® con un grupo de salidas en verde nilo; lo que destac¨® fue su apuesta por un largo sobre rodilla, los generosos echarpes con flecos, las lanas texturadas y el estudio de volumen en las mangas, a veces mariposa, a veces a la filipina. Desconcertante su uso de un metalizado gal¨¢ctico que se adapta poco a su patr¨®n.
Jes¨²s del Pozo es todo oficio, y lo demostr¨®. Sus vestidos fueron de los m¨¢s sencillos hacia lo sofisticado, siempre en su l¨ªnea; lo mismo que los abrigos, envolventes y amplios, hasta llegar a un quimono y a la gabardina masculina con cuello de vis¨®n: un hallazgo que tampoco hace olvidar el ambiguo e inquietante traje con chaleco ingl¨¦s llevado por la modelo directamente sobre la piel.
Antonio Pernas se equivoc¨® de estaci¨®n. Su colecci¨®n es buena, pero resulta veraniega en los tejidos, el largo y la ligereza de las prendas. La cosa empez¨® a tener remedio cuando sali¨® su abrigo pluvial a la inglesa, pues hay en toda la colecci¨®n, que dedica a Kate Moss, "un deseo de las islas". Otras prendas de medio-tiempo s¨ª acertaban: el peto d¨¦nim, el cuero blanco rebajado, el twin-set cl¨¢sico en gris o el uso de la gorra Pickerton (para siempre, la de Sherlock Holmes) o el acento de las cadenas de Cad¨®.
David Delf¨ªn incide en el juego de lo transgresor con una extra?a fijeza por las ideas que hacen saltar chispas (algo de lo que ha hecho estilo, como con su graf¨ªa), desde un alzacuello simulado en la tirilla de un jersey negro o las divisas en las puntas del cuello camisero, hasta el cierre final de una toga de magistrado con sus pu?etas originales, convertida en rampante abrigo nocturno. Con un tono paramilitar y una ropa plena de decisi¨®n, el equipo Davidelf¨ªn huye de la facilidad, hace c¨®ctel con lo ideol¨®gico y apunta directamente al est¨®mago del incauto espectador. El recuerdo de los boy scouts, un ambiente seco y tenso que hace pensar en Sal¨®, de Pasolini, llena la pasarela de segundas y temerarias lecturas, sin ¨®bice a una colecci¨®n impecable, de factura esmerada y donde destaca el material nuevo (d¨¦nim + poliuretano oro; falsa napa el¨¢stica; lanas tecnol¨®gicas). El juego sigue su curso en espejear su logotipo sobre la marroquiner¨ªa (grabado, bordado o estampado), estrechar la gama a rojo, blanco, negro y caqui, o ritualizar el lujo de la ropa de fiesta.
Cerr¨® Amaya Arzuaga con un proyecto muy de ella: desde el punto de partida e inspiraci¨®n de deconstruir el esmoquin masculino, hasta llegar a que las solapas est¨¦n rematando el escote trasero de las mujeres. Su desfile mixto de ropa masculina y femenina es un brillante ingreso en Cibeles de la dise?adora de Lerma, uno de los m¨¢s seguros marchamos internacionales de la moda espa?ola m¨¢s actual. Este cambio intencionado de proporciones en las prendas de tradici¨®n, este descolocarlas o reorganizarlas para crear nuevas propuestas, es su fuerte, y Arzuaga se desenvuelve tambi¨¦n en gama estrecha: negro, gris, caqui, piedra, blancos sucios, y en construcciones fuertes sobre lanas compactas, lo que permite gozar del contradibujo y la inquietante arquitectura de los conjuntos.

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