Matanza aviar
"Y como algunos miramos lo mismo que los dem¨¢s pero vemos m¨¢s cosas, queremos compartirlas: en primer lugar, a los animales, adem¨¢s de la angustia que les produce la captura y la introducci¨®n en el saco, se les suelen tronchar las alas o las patas al meterlos a barullo unos encima de otros en los sacos. Luego comienzan a asfixiarse por el hacinamiento y, al arrojar los sacos a la fosa, siguen los tronchamientos de alas y patas y se agudiza el proceso de asfixia. Luego sienten sobre sus carnes el terrible dolor del abrasamiento que produce la cal viva y, luego, m¨¢s asfixia al seguir cayendo sobre ellos m¨¢s sacos llenos de desgraciados cong¨¦neres. M¨¢s cal viva, m¨¢s peso, m¨¢s asfixia, m¨¢s oscuridad, m¨¢s angustia, el sufrimiento indescriptible, la desesperaci¨®n total y, al cabo de un tiempo, que puede ser desde minutos hasta horas o d¨ªas (depende de las bolsas de aire en el interior de la fosa), la muerte como liberaci¨®n".
S¨®lo en los relatos de las peores matanzas cometidas por los seres humanos hemos podido leer una descripci¨®n tan escalofriante de la muerte como liberaci¨®n. A veces, s¨ª, es preferible morir lo m¨¢s r¨¢pido posible para no sufrir una agon¨ªa aterradora. Como los animalistas vemos m¨¢s cosas que los dem¨¢s en lo que todos miramos -y adem¨¢s queremos compartirlas- he extra¨ªdo el p¨¢rrafo entrecomillado de la web animalistas.org, para quien quiera tambi¨¦n leer m¨¢s cosas que los dem¨¢s. Los m¨¦todos descritos, as¨ª como la incineraci¨®n en vivo en gigantescas hogueras, se han puesto en pr¨¢ctica en Asia de forma masiva. La actual crisis de la gripe aviar pone as¨ª de manifiesto, una vez m¨¢s, varias cuestiones que ata?en a la manera humana de estar en el mundo y de comportarse con ¨¦l, basada en un punto de vista prepotente y excluyente, o, cuando menos, parcial. Una postura antropocentrista que se conoce entre los animalistas como especismo, t¨¦rmino que queremos compartir y que consiste en la creencia en una supremac¨ªa de nuestra especie frente al resto de las especies, que consideramos equivocada y, en consecuencia, injusta con los animales no humanos.
Si bien, como persona que ha adoptado hace tiempo la dieta vegetariana para no ser c¨®mplice de tanto sufrimiento infligido a los animales destinados al consumo humano, debo recordar las espantosas condiciones de vida de las aves en las granjas de explotaci¨®n industrial (donde se les asignan 40 d¨ªas de existencia -tortura- hacinada, con luz el¨¦ctrica permanente, sin posibilidad de caminar ni de extender siquiera las alas, atiborradas de hormonas y antibi¨®ticos, sometidas a un estr¨¦s que les induce al ataque y a la automutilaci¨®n -y para evitarlo se les corta el pico sin anestesia-), como ser sintiente que soy, siento preocupaci¨®n por la pandemia y dolor por los que de mi especie la padecen (que pertenecen, por cierto y como casi siempre, a las capas sociales m¨¢s desfavorecidas), pero no olvido, sin embargo, el nuevo dolor infligido ahora a las aves, tambi¨¦n seres sintientes. Desde esa conciencia, y aun asumiendo que en determinados puntos y circunstancias la magnitud del brote v¨ªrico haga necesario el sacrificio de las aves, es tambi¨¦n necesario recordar que las leyes europeas proh¨ªben estos crueles m¨¦todos de matanza y que la OIE, Organizaci¨®n Mundial de Epizootias (The World Organisation for Animal Health), y sus 167 pa¨ªses miembros acordaron unos est¨¢ndares de sacrificio humanitario en mayo del 2005, cuyas directrices aceptan s¨®lo ciertos m¨¦todos de sacrificio y exigen que sean llevados cabo por personal capacitado y con el equipamiento adecuado.
Las aves, tantas veces hermosas y envidiadas, se han vuelto enemigo, inocente, del ser humano, que obvia las evidencias sobre su responsabilidad en el origen y la propagaci¨®n de los sucesivos virus. Se ha demostrado que el SARS proven¨ªa del contacto con las civetas hacinadas en jaulas en los mercados chinos, y Hans-Gerhard Wagner, de la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n), afirma que las granjas de cr¨ªa intensiva de animales son una oportunidad para la aparici¨®n y contagio masivo de enfermedades. Los animalistas asistimos, pues, con enorme tristeza a la criminalizaci¨®n de estas especies ya sufrientes previamente y con gran indignaci¨®n a su salvaje exterminio. A la falta de humanidad del animal humano.
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