Euskadi: bombas y paz
Los pron¨®sticos optimistas coinciden en que ETA atraviesa por una profunda crisis, tanto de recursos materiales como de incertidumbre estrat¨¦gica, y que como consecuencia, est¨¢ a un paso de entrar en el camino de la democracia. Por a?adidura, su brazo pol¨ªtico encuentra rotos sus cauces de comunicaci¨®n con la sociedad vasca al verse sometido a la ilegalidad con la Ley de Partidos. Conviene recordar que si la derrota de ETA ha resultado por fin posible, ello se debi¨® al nuevo clima propiciado por Zapatero y el Pacto Antiterrorista, a la firmeza de Aznar promoviendo la expulsi¨®n de Batasuna de la vida legal, con el respaldo del PSOE, y a una eficaz acci¨®n policial desarrollada con la colaboraci¨®n francesa. Posiblemente, intervino tambi¨¦n el impacto del 11-M. Pero el entendimiento entre el PSOE y el PP fue la clave de un cambio de situaci¨®n. Hoy esa coordinaci¨®n ha saltado en pedazos.
La consecuencia es que el partido constitucionalista superviviente est¨¢ en condiciones, como ahora sucede, de tomar la iniciativa, pero de cara a una negociaci¨®n se encuentra asimismo en soledad ante los distintos grupos abertzales. De ah¨ª su insistencia en que los acuerdos en una futura mesa fueran tomados por consenso. Ciertamente, con el PP de hoy, nada hay que hacer de cara a reformas estatutarias en profundidad o constitucionales. Lo acaba de probar la actitud de Aznar en el Consejo de Estado. Ser¨ªa ¨²til, en todo caso, dejar claro que tal soledad es deliberada y que el PSOE es favorable siquiera a una comunicaci¨®n fluida, sin mostrar satisfacci¨®n alguna por los rendimientos electorales que ese ensimismamiento del PP pudiera producirle. El partido de Rajoy representa a diez millones de espa?oles. Su aislamiento es un problema para todos. Al hacer una pol¨ªtica de Estado, este dato no debe olvidarse. Y se est¨¢ olvidando.
Sobre todo porque en cualquier momento puede producirse una pinza forjada por nacionalistas radicales y dem¨®cratas en que resulte atrapado el PSOE. El borrador de manifiesto de las mujeres por la paz es ya un ejemplo de semejante riesgo. De los tres puntos, en el primero para nada se vincula "la paz" de modo expl¨ªcito con el fin de la violencia terrorista; se habla, eso s¨ª, de poner fin a "los conflictos hist¨®ricos". El segundo confirma la cantinela de que todos los proyectos pol¨ªticos son l¨ªcitos, de nuevo sin advertir que no lo es que el que legitime el uso del terror. Y en el tercero, de giro en giro, y de eufemismo en eufemismo, vamos a parar al marco vasco de decisi¨®n. Con toda seguridad, el manifiesto ser¨¢ el punto de partida de buen n¨²mero de declaraciones de ese tipo, efectuadas desde todos los colectivos posibles de la sociedad vasca. Resultar¨¢ dif¨ªcil evitar que una firma individual que implica a las siglas PSE-EE -ejemplo, la de Gema Zabaleta- no se convierta en primer paso para una satelizaci¨®n de los socialistas vascos. Y aunque Imaz es razonable, su posici¨®n ideol¨®gica no es la de Artur Mas, de cara a rectificar m¨¢s tarde, cuando el Gobierno perciba que no es necesario pagar precio pol¨ªtico alguno a ETA, porque ya se ha abonado de antemano.
Ante un eventual cese del terror, y la doble demanda subsiguiente de negociaci¨®n ETA-Gobierno y legalizaci¨®n de Batasuna, son tan claros los principios como compleja su posterior aplicaci¨®n. Parece evidente que s¨®lo con la seguridad del cese de la violencia pueden iniciarse contactos; pero el estilo ZP hace temer que sean aceptados suced¨¢neos tales como "una tregua permanente", esto es, duradera, esto es, nueva trampa. Tampoco conviene que el fin del terror se haga de modo que ETA y HB canten victoria, cosa que van a intentar, cuando han sufrido una doble derrota. Con su readmisi¨®n a la vida legal, desde la renuncia total a la violencia, y medidas favorables dentro de la ley a los presos que acepten el fin inequ¨ªvocamente, basta. No cabe olvidar que para que desaparezca un terrorismo tan arraigado en el tiempo y en una sociedad, hay que abrirle una puerta. Para que salga y sus practicantes ingresen en la vida democr¨¢tica. Ni un punto m¨¢s. S¨®lo que ellos saben cu¨¢nto le gusta a Zapatero firmar acuerdos cuyos efectos son espectaculares a corto plazo. Las bombas de estos d¨ªas constituyen una invitaci¨®n a acentuar las concesiones, con tal de que la foto de "la paz" m¨¢s o menos segura se haga realidad.
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