Ah¨ª queda eso

Escuchar el Zayin de Francisco Guerrero (1951-1997) completo, y por los Arditti, es una experiencia, salvando las distancias y en nuestro terreno, como la de escuchar los cuartetos de Shostak¨®vich por el Borodin, por hablar de algo que probablemente hayan vivido muchos de los espectadores que se acercaron al Auditorio Nacional. Se trata de una m¨²sica que es un mundo, que revela, di¨¢fana, a su autor y sus maneras, y que dif¨ªcilmente puede ser interpretada con la solvencia, el cuidado y la inteligencia con que lo hace este nuevo Cuarteto Arditti, del que s¨®lo queda ya, despu¨¦s de a?os, Irvine, su fundador. Verle a ¨¦ste negociar el Zayin VI, para viol¨ªn solo, era como rendirle un homenaje, ah¨ª, junto a esa m¨²sica que ha defendido hasta que, al fin, pasado el tiempo, se toca, est¨¢ en disco y se conoce. Una m¨²sica que puede decirse a s¨ª misma un ah¨ª queda eso ya no s¨®lo con el ¨¢nimo, sino con la seguridad de perdurar.

Por Zayin pasan la violencia, la esencialidad, la preeminencia de la forma sobre cualquier coartada sentimental, pero queda tambi¨¦n ese espacio para que el oyente, partiendo de esa base aparentemente dura, advierta que tras ella est¨¢ todo lo que hace posible la creaci¨®n. Cerrada m¨¢s por el tiempo que por su autor, la propuesta de Zayin obliga a quien se acerca a ella a un esfuerzo que siempre compensa. Y no puede haber mejor gu¨ªa que este Arditti que, aunque cambie en sus nombres, asocia el suyo para siempre a un Francisco Guerrero que nos sigue sorprendiendo, que nos hace trabajar como el primer d¨ªa, pero del que cada vez sabemos m¨¢s.