La comunicaci¨®n, entre el rumor y la provocaci¨®n
A finales de los a?os setenta, el Comit¨¦ Internacional de Comunicaci¨®n, Conocimiento y Cultura que tuve el privilegio de presidir durante 19 a?os lanz¨® un proyecto de investigaci¨®n sobre Medios y producci¨®n de la realidad. Su punto de partida era la afirmaci¨®n de que la comunicaci¨®n medi¨¢tica no reproduc¨ªa y representaba la realidad tal y como era, sino que la produc¨ªa y acababa imponi¨¦ndola. Su conclusi¨®n fue que la realidad medi¨¢tica as¨ª gestada era m¨¢s real que la realidad convencional porque era m¨¢s productora de efectos de realidad. El programa, en el que participaron cerca de 40 investigadores de 17 pa¨ªses, dur¨® cinco a?os y se tradujo en varias publicaciones, de las cuales dos en Espa?a, que acogi¨® el Instituto Oficial de Radio y Televisi¨®n, entonces dirigido por Jos¨¦ Jim¨¦nez Blanco. Sus t¨ªtulos fueron Telediarios y producci¨®n de la realidad y Diarios de referencia y opini¨®n p¨²blica. El proyecto, despu¨¦s de varios seminarios en Francia, Italia, Espa?a y los Estados Unidos en los que se discutieron sus resultados, consigui¨® introducir esta nueva perspectiva en la agenda de los estudios de comunicaci¨®n, lo que se oficializ¨® en el Congreso Mundial de Comunicaci¨®n en M¨¦xico.
Pero lo que entonces parec¨ªa una agresiva ruptura de la doctrina dominante ahora ha quedado arrumbado por la programaci¨®n productiva de esa realidad medi¨¢tica. No se trata ya de una producci¨®n de lo real, consecuencia de los mecanismos y procederes -devices, dicen los americanos- propios de cada tipo de comunicaci¨®n y por ello de alguna manera no querida, o sea, de una deformaci¨®n t¨¦cnica y casi involuntaria de la realidad, sino de una pr¨¢ctica expl¨ªcitamente destinada a generar determinados contenidos. A dicho fin se apoya en la matriz de la comunicaci¨®n que es la informaci¨®n y en ella en la noticia, privilegiando para su difusi¨®n los cauces informales y en particular el rumor. La tradicional importancia de ¨¦ste en todos los procesos de influencia se ha convertido hoy en capital. Al veh¨ªculo usual del intercambio verbal interpersonal -el boca a boca de la informaci¨®n- han venido a a?adirse instrumentos m¨¢s eficaces y sofisticados pero igualmente irresponsables. Variables seg¨²n los contextos nacionales y sociales, en nuestro pa¨ªs han encontrado en las tertulias radiof¨®nicas y en los confidenciales -publicaciones que s¨®lo circulan en la red- dos espacios particularmente adecuados a su cometido de filtrar aquello que interesa a los que mandan. La filtraci¨®n puede revestir dos modalidades: la de introducir los temas que corresponden a las prioridades propias de cada emisor y momento -el agenda setting de los estudios de comunicaci¨®n- y la de transmitir directamente los contenidos que se quieren imponer.
Obvio es decir que todo rumor tiene su diana y que ¨¦stas est¨¢n definidas y puestas al servicio de los poderes: pol¨ªticos, sociales, econ¨®micos, medi¨¢ticos. De sus contiendas y de sus pactos. Claro que el rumor s¨®lo adquiere plena eficacia cuando lo legitiman y magnifican los medios de comunicaci¨®n. El ejemplo m¨¢s emblem¨¢tico acaba de vivirse en Francia con el esc¨¢ndalo de pedofilia en la ciudad de Outreau, donde el pretendido abuso sexual de ni?os y ni?as a manos de sus padres, familiares y vecinos conmocion¨® profundamente la comunidad. Los 31 supuestos culpables fueron procesados y sometidos a prisi¨®n preventiva, que para algunos se extendi¨® a cuatro a?os, aunque luego fuesen progresivamente exculpados o absueltos. Vidas rotas, familias deshechas, un suicidado y la magistratura francesa totalmente desacreditada. La explicaci¨®n dada por los jueces a este bochornoso error ha sido la irresistible presi¨®n que ejerce el rumor cuando los medios de comunicaci¨®n lo recogen y lo adornan cada vez con m¨¢s detalles hasta acabar por imponerlo a una opini¨®n p¨²blica cada d¨ªa m¨¢s indignada y vindicativa. Con todo, la institucionalizaci¨®n m¨¢s lograda del rumor es la que instauran los Estados Unidos por obra de Donald Rumsfeld y su equipo cuando crean una agencia oficial, encargada, seg¨²n sus propias declaraciones, de fabricar noticias susceptibles de contribuir a la lucha contra el terrorismo. El alboroto que suscita esta iniciativa lleva a suspenderla oficialmente, aunque pronto sea sustituida por otra instancia confidencial con los mismos objetivos y de funcionamiento muy eficaz.
La provocaci¨®n es el otro gran vector que organiza la producci¨®n medi¨¢tica actual y el instrumento m¨¢s eficaz para conseguir los efectos que se pretenden. Una evaluaci¨®n pertinente de la secuencia causas-consecuencias permite elegir el contenido y la modalidad provocadora m¨¢s adecuados a los fines que se persiguen: descalificar a un enemigo, a un adversario o a un competidor; fragilizar la situaci¨®n que pretende sustituirse; promover mediante la alimentaci¨®n del miedo la persistencia de un orden que garantiza las ventajas de que se dispone; exacerbar a los contendientes en una confrontaci¨®n que se busca radicalizar, etc¨¦tera.
Estamos asistiendo estos d¨ªas a una provocaci¨®n paradigm¨¢tica que, como sucede siempre con este tipo de procesos, ha generado una enorme confusi¨®n y ha confirmado a cada cual en sus posiciones. Me refiero a las caricaturas de Mahoma, publicadas por el diario dan¨¦s Jyllands-Posten, en las que una vi?eta nos presenta al profeta con una bomba en el turbante y otra con una daga amenazadora destinada a matar a v¨ªrgenes. Las caricaturas han movilizado a sectores muy numerosos de los pa¨ªses musulmanes y a las minor¨ªas isl¨¢micas en Occidente, todos pidiendo venganza, con lo que han alcanzado plenamente su meta provocadora. A su vez, en los pa¨ªses occidentales, se ha abierto la caja de los truenos de la defensa de la libertad de expresi¨®n, eje mayor seg¨²n sus promotores de los derechos humanos, que no deben tolerar ning¨²n tipo de intimidaci¨®n ni pueden aceptar ninguna forma de censura. Este primado de la libertad de expresi¨®n frente a cualesquiera otros valores plantea la cuesti¨®n del por qu¨¦ su absolutizaci¨®n en relaci¨®n con todos los otros derechos fundamentales, como el derecho a la vida, el derecho al honor, etc¨¦tera, y recuerda la irresuelta cuesti¨®n de la horizontalidad o verticalidad de los mismos y en este caso de su estructura jer¨¢rquica. ?Por qu¨¦ el derecho a la libertad de expresi¨®n va a prevalecer sobre el derecho a la paz de los pueblos y de las personas?
Por lo dem¨¢s, no se trata de una cuesti¨®n de reverencia o de irreverencia, sino de veracidad o de falsedad, que en comunicaci¨®n, sobre todo para los que no creemos en la objetividad, es el ¨²ltimo criterio v¨¢lido. Hacer mofa del Islam, ?por qu¨¦ no?, pero sobre la base de datos de la realidad isl¨¢mica, en la que sobran soportes sin tener que recurrir a atribuciones calumniosas. Y es falso que Mahoma propugnase el terrorismo con bombas y dagas, aunque pueda considerarse que la religi¨®n musulmana contiene ciertos elementos de violencia. Pero, como atestiguan las guerras de religi¨®n, ?qu¨¦ religi¨®n no los tiene? En la cat¨®lica recordemos "la santa violencia" que Jes¨²s ejercita contra los mercaderes en el templo y sobre todo las afirmaciones del Evangelio "no la paz sino la espada" y "he venido a traer el fuego a la tierra y qu¨¦ quiero sino que arda". Lo que no empece para que el amor al pr¨®jimo y la voluntad de concordia sean los valores dominantes del cristianismo.
En la base de toda provocaci¨®n hay siempre una meta a la que se apunta y un a priori que moviliza. En nuestro caso, como sucede con frecuencia en la comunicaci¨®n, la meta es la b¨²squeda del scoop y el a priori es la proclividad antiisl¨¢mica. Seg¨²n los datos con que se cuenta, el diario dan¨¦s mantiene excelentes relaciones con el teleevangelista integrista Pat Roberson y hace unos a?os evoc¨® la posibilidad de crear campos de concentraci¨®n para los emigrantes isl¨¢micos recalcitrantes. El periodista David Seaton, por su parte, nos recuerda la negativa del Jyllands-Posten a publicar una serie de caricaturas de Jesucristo porque podr¨ªan resultar ofensivas para sus lectores. Hace unos a?os, en la revista Debats, Jean Daniel public¨® un art¨ªculo sobre Los derechos humanos, religi¨®n de los no creyentes que puede dar raz¨®n de lo que est¨¢ sucediendo: la guerra entre dos religiones, la isl¨¢mica y la de los derechos humanos. Los fan¨¢ticos de la libertad de expresi¨®n no son menos condenables que los religiosos, pues lo vituperable para un dem¨®crata es el fanatismo, no sus contenidos.
Jos¨¦ Vidal-Beneyto es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense y editor de Hacia una sociedad civil global.
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