El ¨¢guila de Hitler yac¨ªa en el r¨ªo
Kurt Johannsson observa incr¨¦dulo en la recepci¨®n de un hotel de Montevideo una gran ¨¢guila de metal que entre sus garras aferra una corona de roble que sirve de marco a la esv¨¢stica nazi. A sus 86 a?os, este alem¨¢n nacido en Kiel jam¨¢s pens¨® que volver¨ªa a observar en persona la insignia de uno de los acorazados m¨¢s famosos de la II Guerra Mundial y orgullo de la marina hitleriana. De hecho, la ¨²ltima vez que la vio fue en la proa del Graf Spee, el 17 de diciembre de 1939, en aguas del R¨ªo de la Plata, cuando el capit¨¢n Hans Langsdorf hizo que el buque abandonara el puerto de Montevideo, donde hab¨ªa buscado refugio acosado por tres nav¨ªos ingleses. Johannsson se encontraba a bordo del mercante alem¨¢n Tacoma, que recogi¨® a la tripulaci¨®n del Graf Spee momentos antes de que el acorazado fuera hundido por orden de su comandante para evitar que cayera en manos de los aliados.
De 400 kilos de peso, dos metros de alto por 2,6 de largo, las seis ¨¢guilas de bronce con la esv¨¢stica fueron colocadas en la proa de otros tantos acorazados
El acorazado se hundi¨® ante sus enemigos. D¨ªas m¨¢s tarde, con la tripulaci¨®n a salvo, el capit¨¢n se suicid¨® envuelto en la bandera alemana
Han pasado 66 a?os desde entonces y el destino ha querido que finalmente el ¨¢guila haya sido recuperada precisamente por un descendiente de aquellos que el capit¨¢n Langsdorf quer¨ªa evitar que tocaran su ¨¢guila. Un equipo de expertos uruguayos, asesorado por el doctor en arqueolog¨ªa de la Universidad de Oxford Mensun Bound, sacaba la semana pasada de las aguas la insignia que hab¨ªa permanecido oculta bajo una capa de lodo y piezas del naufragio a 14 metros de profundidad.
Construidas en bronce, de 4.000 kilos y 2 metros de alto por 2,6 de largo, Hitler orden¨® que seis ¨¢guilas con la esv¨¢stica, emblema del nazismo, fueran colocadas en la proa de otros tantos acorazados. Adem¨¢s de ser el s¨ªmbolo del Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico, el dictador alem¨¢n no desconoc¨ªa el significado que las ¨¢guilas tuvieron en las unidades militares romanas, cuyos soldado las defend¨ªan con su vida para que no cayeran en manos del enemigo. Y en este caso, el simbolismo se un¨ªa al orgullo que representaba el Graf Spee, un acorazado denominado de bolsillo y considerado una maravilla tecnol¨®gica de la ¨¦poca.
Tres nav¨ªos contra el acorazado
Desde septiembre de 1939, el buque alem¨¢n comenz¨® a hundir y capturar nav¨ªos enemigos en el Atl¨¢ntico Sur e ?ndico, creando graves problemas a las l¨ªneas de abastecimiento de los brit¨¢nicos. Cuando en diciembre se acerc¨® a las costas uruguayas, tres barcos ingleses, el Exeter, el Achilles y el Ajax le obligaron a refugiarse en el puerto neutral de Montevideo. El acorazado alem¨¢n s¨®lo volver¨ªa a zarpar para hundirse delante de sus enemigos y, d¨ªas m¨¢s tarde, con su tripulaci¨®n a salvo, el capit¨¢n del Graf Spee se envolvi¨® en la bandera alemana y se peg¨® un tiro en la habitaci¨®n de un hotel de Buenos Aires. Cuando Hitler advirti¨® que el curso de la guerra comenzaba a alejarse de sus planes de victoria, orden¨® la destrucci¨®n de las otras cinco ¨¢guilas.
"Era mi primer viaje", recuerda ahora Johannsson, quien explica c¨®mo en las bodegas del Tacoma consiguieron alojar a unos 1.000 marineros del buque que estaba a punto de hundirse. Fue condenado a cinco a?os de prisi¨®n por ayudar a los marineros del Graf Spee, "a pesar de lo cual le estoy agradecido a Uruguay", a?ade. Johannsson explica que en Kiel -ciudad que ha visitado dos veces desde el fin de la guerra- la mayor¨ªa de sus compa?eros fueron destinados a las flotas de submarinos. "Y murieron", apunta mientras observa la insignia en la que se ha colocado un cristal blindado alrededor de la cruz esv¨¢stica. M¨¢s que protegerla, la difumina. "Antes de exponer el ¨¢guila hablamos con la comunidad jud¨ªa de Montevideo. Lo ¨²ltimo que queremos es que se puedan sentir ofendidos", subraya el capit¨¢n de nav¨ªo retirado Alberto Braida, quien tambi¨¦n ha participado en el rescate de la pieza.
El Graf Spee es hoy un esqueleto de metal acostado en uno de los canales del R¨ªo de la Plata alrededor del cual el paso de los a?os ha ido acumulando barro, restos de basura e incluso redes de pesqueros enganchadas en antenas y salientes. Varias partes del nav¨ªo se han colapsado y su visibilidad es muy limitada. "Es una trampa mortal", asegura Braida. El equipo de expertos uruguayo, que lleva a?os trabajando en el pecio y ya ha rescatado otras piezas, maneja desde hace tiempo la idea de reflotar el Graf Spee, una empresa cuyo coste se estima en unos 24 millones de euros. Los buzos que trabajaron en la recuperaci¨®n del ¨¢guila tardaron 17 d¨ªas en aflojar los 145 tornillos que un¨ªan el escudo al casco. "Estaba tan ajustada al barco que llegamos a pensar que en realidad estaba soldada", indica el marino uruguayo.
Rescate econ¨®mico o simb¨®lico
LA DISCUSI?N SE CENTRA ahora sobre el destino final del ¨¢guila. Seg¨²n la ley uruguaya el 50% de los beneficios que se produzcan por su rescate pertenecen al Estado uruguayo y el otro 50% a quienes sacaron la pieza del agua. El equipo de submarinistas es partidario de la venta o la subasta de la pieza, pero el Estado uruguayo puede poner problemas a la hora de dejar salir el ¨¢guila del pa¨ªs si la considera parte del patrimonio nacional, al igual que, por ejemplo, sucede con un ca?¨®n del mismo acorazado alem¨¢n que se exhibe en el Museo Naval de Uruguay en Montevideo. Por el momento, permanece en la recepci¨®n de un hotel en medio de un traj¨ªn de hu¨¦spedes y ni?os, mayores y parejas de novios que se sacan fotos con la insignia como fondo. Sin duda un destino muy diferente al imaginado por los jerarcas nazis que quer¨ªan convertirla en s¨ªmbolo del poder del III Reich.
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