Los ciberfachas
Este pa¨ªs llama la atenci¨®n en Europa por dos cosas. Por su vertiginosa velocidad de adaptaci¨®n a la ¨²ltima modernidad sin haber pasado por las etapas anteriores, la primera o la segunda, y cuyo ejemplo m¨¢s estrepitoso son los euror¨¦cords de consumo juvenil de esas nuevas tecnolog¨ªas de bolsillo: m¨®viles, Internet, videojuegos, bit¨¢coras, iPods, messenger y dem¨¢s pantallitas planas. Y dos, por el abuso ideol¨®gico que nuestra derecha menos reciclada hace de las m¨¢quinas y los media de la tercera modernidad.
Si esto se mide por el PIB (producto interior bruto) puede que salgan las cuentas a condici¨®n de no olvidar jam¨¢s que nuestras normalizaciones nos llegan todas por el consumo y ninguna por la producci¨®n. Si esto se mide por las tablas input/output es un agudo problema industrial que un d¨ªa habr¨¢ que resolver para equilibrar nuestra balanza de pagos. Y si esto se mide por el FIB (Felicidad Interna Bruta), que es como hay que medir estas cosas, y no s¨®lo en el But¨¢n, es una cat¨¢strofe porque la mayor parte de esas nuevas tecnolog¨ªas de bolsillo provocan el aumento de nuestro famoso CIB (Crispaci¨®n Interna Bruta).
Pasamos de cero a cien en el consumo de tecno-modernidades como en ning¨²n otro sitio de Eurolandia, incluida Italia. Existe un gap generacional como nadie recuerda por el simple hecho de que los menores de treinta y pico han asumido con desparpajo que la tecnociencia es el discurso del nuevo siglo, mientras que las ¨¦lites mayores de cincuenta se siguen rasgando apocal¨ªpticamente las vestiduras por viejas leyendas metropolitanas que ya nadie osa pronunciar: adi¨®s a la galaxia Gutenberg, la bicha televisiva, los videojuegos y el hip-hop los carga el Diablo, las pantallas son el enemigo del libro. Y, en fin, somos el ¨²nico pa¨ªs occidental que, sin haber pasado por la Ilustraci¨®n y por el pop, por Voltaire y por Warhol, da lecciones al globo en asuntos smart. De este curioso remix acelerado y de importaci¨®n est¨¢ fabricada nuestra an¨®mala normalidad
Vale, acept¨¦moslo. Lo ins¨®lito, insisto, es que los m¨¢s decididos practicantes del uso de estas nuevas m¨¢quinas de la tercera modernidad son gentes de la extrema derecha y s¨®lo les mueve la intenci¨®n patri¨®tica de aumentar el CIB casero, tambi¨¦n llamado estr¨¦s nacional. Basta una vuelta ma?anera por nuestras bit¨¢coras o blogs, como yo hago luego del primer caf¨¦, para darse de narices (interfaz 0,40 cm.:distancia ¨ªntima) con el ponzo?oso mundo subterr¨¢neo e hipermoderno de los ciberfachas, una nueva tribu o raza de espa?oles que, utilizando con destreza y gracejo las maquinitas, te proyectan en el t¨²nel de las m¨¢s viejas y oscuras ideolog¨ªas locales. Hay excepciones, todas las que se quieran, y algunas de nuestras bit¨¢coras independientes (pongamos una docena y pico si exceptuamos los blogs narcisistas, de amor y pasi¨®n friki) son todo un ejemplo para nuestro periodismo de papel. Pero la mayor¨ªa de esos champi?ones digitales est¨¢n envenenados, son puro manique¨ªsmo procedente de las peores a?adas nacionales, y, sobre todo, son una excepci¨®n casera a esas tres o cuatro nuevas reglas globales de los a?os 00 por las que se rigen las j¨®venes generaciones: desinter¨¦s ideol¨®gico; hartazgo de la pol¨ªtica; extensi¨®n del territorio de la lucha, que dir¨ªa Houellebecq, y pasi¨®n desenfrenada por el yo en todas sus posturas.
?De d¨®nde han salido esto treinta?eros que utilizan obsesiva-compulsivamente sus blogs, bit¨¢coras o cualquier cosa punto.es para masturbar su pensamiento medieval, intentar cambiar la pol¨ªtica (s¨®lo cargarse a ZP) e inmolar su narcisismo de nuevas tecnolog¨ªas por un par de consignas de las m¨¢s viejas ideolog¨ªas de Ferraz? Algunos dir¨¢n que ocurre lo mismo en Eurolandia, que los ciberfachas no son una anomal¨ªa local. No estoy de acuerdo. Excepto en la curva sur del estadio Ol¨ªmpico de Roma, donde los tifosi del viejo equipo de Cassano exhiben pancartas nazis, saludan a lo fascista y cantan himnos musolinianos (viejas tecnolog¨ªas), en las redes europeas, incluidas las austriacas, no hay manera de encontrar lo que yo encuentro cada ma?ana en esos blogs locales de la tercera modernidad que, erre que erre, me conectan on-line con una mentalidad prel¨®gica, ideol¨®gica, sin necesidad de haber escuchado la COPE y que rebajan mi cuota diaria de Felicidad Interna Bruta. En lugar de comparar el PIB, la balanza de pagos y otras magnitudes macroecon¨®micas, habr¨ªa que comparar los blogs de Eurolandia con los de Espa?a. Se puede y se debe hacer. Y concluir: la Tasa Nacional de Estr¨¦s (TNE) que se mide por el ¨ªndice CIB (Crispaci¨®n Interna Bruta), es muy superior a la de nuestros vecinos de continente.
Aqu¨ª pasa algo raro, y arriesgo esta teor¨ªa. Dado que la progres¨ªa ha renunciado por miedo irracional a utilizar estas m¨¢quinas de la tercera modernidad, confundi¨¦ndolas con el Apocalipsis literario, pues la vieja derecha espa?ola, ante tanta deserci¨®n ilustrada, se est¨¢ apoderando poco a poco de sus poderes amplificadores. Lo que en otros pa¨ªses ha dado lugar al ciberground, los blogs o videobit¨¢coras independientes, el periodismo sin empresarios, el avant-pop y el pos-pop, aqu¨ª s¨®lo ha generado el fen¨®meno de los ciberfachas Una exclusiva casera de la tercera modernidad que s¨®lo existe por oposici¨®n geom¨¦trica y racial a Zapatero, el PSOE, este peri¨®dico, la SER, la burgues¨ªa nacionalista y, sobre todo, por oposici¨®n a la idiota y cerril deserci¨®n de la progres¨ªa, raza novelera, ante las nuevas m¨¢quinas del siglo 00.
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