"El idioma es la muralla que nos separa de Espa?a"
Roberto Xu se invent¨® a s¨ª mismo. Fue a los 11 a?os, cuando su padre le oblig¨® a emprender el viaje a Madrid desde Zhejiang (China), donde naci¨®. All¨ª, todo el mundo le llamaba por su nombre: Zhenhai. Aqu¨ª se rebautiz¨® como Roberto. "Lo eleg¨ª porque suena bien y es f¨¢cil de recordar", confiesa.
Est¨¢ enfundado en su mejor traje negro. Su acento maquilla las huellas del pasado. "Los primeros a?os en Madrid fueron duros. El idioma es la muralla que separa a los inmigrantes de los espa?oles. ?Y yo no sab¨ªa ni una palabra!", relata.
A Roberto no le hab¨ªan ense?ado a defenderse en espa?ol. A los 11 a?os, los compa?eros de escuela sol¨ªan vacilarlo. "E incluso me pegaron, ?pero c¨®mo iba a explic¨¢rselo al profesor?", se queja. Acostumbrarse le llev¨® un a?o, aunque en su casa se hablara s¨®lo chino.
"Estudiaba m¨¢s que otros ni?os de mi edad", asegura Roberto. "La ¨²nica diversi¨®n que ten¨ªa era ir a comer hamburguesas con mi padre", evoca. T¨ªpicos productos occidentales, las hamburguesas estaban prohibidas en la China comunista de fines de los ochenta. Roberto las descubri¨® en Madrid. "?bamos andando desde Estrecho, donde viv¨ªamos, hasta Cuatro Caminos, donde estaba el restaurante. ?Hab¨ªa que ahorrar!", relata. Sonr¨ªe, como quien revive gratos recuerdos.
En la memoria de sus 29 a?os hay uno enmarcado: 1992. "La Embajada china estaba buscando a dos estudiantes para hacer la Ruta Quetzal por toda Espa?a. Y me eligieron", se vanagloria. As¨ª descubri¨® Burgos, Valladolid, Asturias, A Coru?a, Zamora y Salamanca, entre otras ciudades. "En realidad deb¨ªamos ir a Suram¨¦rica, pero nos quedamos sin pasta y recorrimos Espa?a", comenta Roberto.
Desde entonces, los encantos tur¨ªsticos lo cautivaron. "Espa?a es el pa¨ªs con mayor patrimonio hist¨®rico-cultural del mundo", afirma. Por eso decidi¨® estudiar Turismo. Ya acunaba el sue?o de la agencia propia, que hizo realidad en 2000. As¨ª naci¨® Extremo Oriente, cuyas oficinas est¨¢n enclavadas en el subsuelo de la plaza de Espa?a. All¨ª s¨®lo se habla chino. Y Roberto es como Tarz¨¢n, el rey de la selva. "Como due?o, tienes que hacer de todo. A veces fallas, pero es el precio que hay que pagar para coger experiencia", concede.
Roberto, que tambi¨¦n ha visitado otras grandes capitales europeas como Londres, Par¨ªs, Roma y Lisboa, considera que Madrid "sigue siendo la m¨¢s bonita" de todas ellas. Entre sus lugares preferidos figuran el Palacio Real, la plaza de Espa?a y la Puerta del Sol. "Son visitas obligadas para todos los chinos que viajan a Madrid", dice.
En su oficina hay adornos que remiten a China. R¨¦plicas de Buda en miniatura. Sin embargo, Roberto no piensa en la vuelta a casa: "No ped¨ª la nacionalidad espa?ola. Pero me siento mucho m¨¢s madrile?o o espa?ol que chino. Eso es lo importante", enfatiza.
Roberto va dos veces al a?o a su pa¨ªs de origen. Ahora disfruta de Pek¨ªn, o Shanghai. "Pero sigue siendo mucho mejor vivir en Espa?a", aclara. Roberto apunta a la Seguridad Social y la sanidad. "All¨ª, la gente todav¨ªa tiene que pagar para ser atendida", justifica. De todos modos, juzga que es "imposible comparar" un servicio social como el espa?ol -que lleva m¨¢s de cien a?os-, con el chino, creado hace menos de 20.
"Para los trabajadores chinos que piensan en emigrar, Madrid es la ciudad ideal", define Roberto. "Aqu¨ª no existe la gran diferencia entre pobres y ricos que hay en China", alega. "Y adem¨¢s, no hay colas gigantescas cada vez que alguien pide un inmigrante para trabajar", subraya Xu.
La ¨²nica queja que tiene Roberto es religiosa. ?l es budista, y los templos escasean. "Fue bastante duro importar todas nuestras costumbres y ritos a un pa¨ªs cat¨®lico como ¨¦ste. Con el tiempo, lo asimilamos. Pero el problema sigue siendo el mismo: falta un sitio budista en Espa?a".
Roberto firma un recibo. Sella los pasajes de cuatro clientes que pronto visitar¨¢n Madrid. Revisa los horarios de los vuelos a Pek¨ªn. En un momento determinado alza la vista y regala su frase de despedida: "Mi padre ten¨ªa raz¨®n: nuestro futuro estaba en Espa?a".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.