Opas y manifestaciones
POR SI LOS RECELOS DESPERTADOS en el resto de Espa?a por la nueva propuesta de Estatuto catal¨¢n fueran escasos y no hubiesen sido adem¨¢s concienzudamente exasperados con una tosca campa?a intoxicadora del PP, la Oferta P¨²blica de Adquisici¨®n de Acciones (OPA) sobre la el¨¦ctrica Endesa-domiciliada en Madrid-que ha presentado esta semana la corporaci¨®n alemana E.ON -tercera en discordia frente a Gas Natural, con sede social en Barcelona- podr¨ªa agravar las tensiones entre una buena parte de la sociedad catalana y el principal partido de la oposici¨®n. Aunque la conexi¨®n entre la reforma estatutaria y el mundo de los negocios sea imaginaria, los presidentes auton¨®micos de Catalu?a y de Madrid cometieron en su d¨ªa la frivolidad de utilizar la OPA para alimentar la bronca pol¨ªtica: mientras Pasqual Maragall lanzaba la bravata futbol¨ªstica de emparejar la suerte victoriosa de ambos proyectos ("ganaremos la OPA, ganaremos el Estatut"), Esperanza Aguirre comet¨ªa el significativo lapsus freudiano de considerar "una mala noticia" para Madrid que "una de las grandes empresas espa?olas " -Endesa- pudiera ser trasladada "fuera del territorio nacional" a causa de su compra por la catalana Gas Natural.
Los dirigentes de ERC sostienen que la manifestaci¨®n de Barcelona reivindicando el derecho a decidir de Catalu?a como naci¨®n aval¨® sus cr¨ªticas a las enmiendas introducidas en la propuesta estatutaria
Entre tanto, la divisi¨®n producida dentro del bloque de los cuatro partidos firmantes de la propuesta estatutaria por obra del acuerdo alcanzado entre el Gobierno y CiU para enmendar sustancialmente sus contenidos ha recibido el impulso de la manifestaci¨®n celebrada en Barcelona el s¨¢bado de la anterior semana. Convocada por numerosas asociaciones c¨ªvicas y culturales bajo un lema soberanista ("Somos una naci¨®n y tenemos derecho a decidir"), s¨®lo ERC respondi¨® al llamamiento con la presencia de la plana mayor de su grupo dirigente ( incluidos seis consejeros del Gobierno tripartito de la Generalitat). El ¨¦xito de asistencia -superior a las cifras previstas por los organizadores- fue patrimonializado por ERC en propio beneficio partidista: la marcha habr¨ªa respaldado su rechazo sistem¨¢tico a las enmiendas incorporadas deslealmente a la propuesta estatutaria inicial con el fin de de ejecutar el pacto suscrito entre el presidente Zapatero y Artur Mas.
La confianza de los grupos minoritarios en las virtudes taumat¨²rgicas de las protestas sociales para derogar decisiones acordadas por las mayor¨ªas parlamentarias es una consecuencia residual -com¨²n a la derecha y la izquierda- de la tendencia a negar la autenticidad de las instituciones representativas como veh¨ªculos de la voluntad popular. No s¨®lo ERC invoca la manifestaci¨®n de Barcelona para legitimar su oposici¨®n a las modificaciones de la propuesta estatutaria; tambi¨¦n el PP recurre a las movilizaciones callejeras (contra la estrategia antiterrorista del Gobierno, el matrimonio homosexual o la devoluci¨®n a la Generalitat de los papeles sustra¨ªdos durante la Guerra Civil depositados en el Archivo de Salamanca) y la recogidas de firmas (contra el Estatuto de Catalu?a) con el fin de vaciar los contenidos de la democracia representativa.
Hasta que las Cortes concluyan su labor no resultar¨¢ posible comparar de manera segura las diferencias entre la propuesta estatutaria aprobada por el Parlamento catal¨¢n y la versi¨®n revisada defintiva sometida luego a refer¨¦ndum. En cualquier caso, las modificaciones aceptadas hasta ahora por la ponencia de la Comisi¨®n Constitucional han corregido los aspectos inconstitucionales del proyecto inicial. Sin embargo, el PP niega las evidencias y contin¨²a repitiendo -como si nada hubiera ocurrido- sus agoreras predicciones sobre la imposibilidad pol¨ªtico-metaf¨ªsica de que la propuesta estatutaria sea susceptible de una revisi¨®n razonable. En el otro extremo, ERC, marginada del entendimiento bilateral entre PSOE y CiU, ha pasado bruscamente de la euforia oto?al a la depresi¨®n inverniza; si continuara boicoteando la tramitaci¨®n parlamentaria del proyecto y recomendase la abstenci¨®n o el voto negativo en el refer¨¦ndum, su continuidad en el Gobierno tripartito ser¨ªa una apor¨ªa democr¨¢tica que ni siquiera su diputado Tard¨¤ -capaz de establecer audaces paralelismos entre Zapatero y Hitler sobre la duraci¨®n comparada del futuro Estatuto y el III Reich- se atrever¨ªa a explicar.
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