Duermes, luego pagas
La reciente apertura de un sal¨®n en Tokio para echar una cabezada por precios que var¨ªan en relaci¨®n a los minutos que dure el descanso revela que la relaci¨®n de los japoneses y el sue?o es compleja, algo que el resto del mundo ya sospechaba desde hac¨ªa tiempo.
Napia, que se autocalifica como "el sal¨®n del buen sue?o", asevera a sus clientes que "est¨¢ comprobado que en 20 o 30 minutos se puede descansar, lo que reduce el estr¨¦s cerebral y aumenta la energ¨ªa f¨ªsica. Para satisfacer esta necesidad, para experimentar dormir bien, ofrecemos unos minutos de descanso. S¨®lo los que tu cuerpo necesita para estar relajado".
Este establecimiento, en el que por el equivalente a casi seis euros se puede dormir 40 minutos y por otros 3,6 euros se recibe un bombeo de ox¨ªgeno puro durante el descanso, viene a cubrir un vac¨ªo en una sociedad en la que sus miembros han desarrollado una gran fantas¨ªa para encontrar momentos y lugares para dormir unos minutos u horas con los que paliar el escaso descanso nocturno en sus hogares, debido a las varias horas que pasan al d¨ªa para ir y volver de sus empresas.
La relaci¨®n de los ciudadanos japoneses y el sue?o es compleja, algo que el resto del mundo ya sospechaba desde hac¨ªa tiempo
A ello se suman las prolongadas jornadas laborales, especialmente extensas en la d¨¦cada de recesi¨®n de la que parece estar ahora saliendo Jap¨®n y que ha llevado al miedo a perder los puestos de trabajo, as¨ª como la enraizada costumbre de ir a beber con los compa?eros antes de enfilar para casa, para demostrar que uno es parte del equipo.
Pese a que, seg¨²n algunos expertos, el confucianismo considera un s¨ªntoma de pereza el dormir fuera de las horas nocturnas y a que la proverbial laboriosidad nipona ha hecho del dormir un tab¨², los japoneses aprovechan casi cualquier sitio para echar un sue?ecito.
As¨ª, no es raro verlos dormir en metros, trenes y autobuses de manera despreocupada, aunque cuando llega su parada se despiertan de forma casi autom¨¢tica, retiran sus maletines de las estanter¨ªas situadas por encima de los asientos, se arreglan el traje, se pasan una mano por el pelo y se bajan. Esta capacidad, que los occidentales suelen criticar al principio y que cuando ya llevan tiempo viviendo en la sociedad nipona acaban por imitar, lleva a los japoneses a dormir en sitios m¨¢s insospechados que los medios de transporte p¨²blico, como son los vestuarios de las tiendas de ropa y en el interior de los autom¨®viles mientras esperan algo o a alguien.
Si la noche se alarga lo suficiente como para perder el ¨²ltimo tren, que suele partir en torno a la medianoche, siempre se puede acudir a los hoteles c¨¢psula, en los que, por unos 29 euros cada cliente -la mayor¨ªa hombres de negocios, aunque hay algunos s¨®lo para mujeres-, disponen de un habit¨¢culo muy similar a un sarc¨®fago o a la celda de una colmena, y, como en ellas, unos acoplados con otros. En su interior hay televisi¨®n, radio, luz y despertador.
Otra posibilidad son los hoteles del amor o de citas, f¨¢ciles de localizar por su arquitectura similar a castillos y palacios, por sus luces de ne¨®n en diferentes colores..., en definitiva, por su aspecto kitsch, y en el que las parejas de todo tipo, incluso casadas, encuentran por 44 euros la intimidad de que carecen en sus peque?as casas.
Si en Occidente los hoteles hacen hincapi¨¦ en que cuentan con jacuzzi, sauna o gimnasio, en Jap¨®n subrayan que en ellos se tendr¨¢ "un sue?o reparador" y en que disponen de masajistas que preparan el cuerpo y la mente para conciliar despu¨¦s el necesario sue?o.
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