Chau
Este tango empec¨¦ a o¨ªrlo una noche de hace 10 a?os en Sitges, en su festival de teatro. Cantaba Virgilio Exp¨®sito y la platea lloraba en canal. La platea estaba enteramente formada por divorciados. "?Chau, no va m¨¢s!... / Es la ley de la vida devenir / ?Chau, no va m¨¢s!... / Ya gastamos las balas y el fusil". Pero m¨¢s que este calmado diagn¨®stico de la situaci¨®n, esta confirmaci¨®n de que todos los esfuerzos hab¨ªan resultado bald¨ªos, los divorciados (hombres, mujeres y alguna ni?a tambi¨¦n) lloraban al comprobar su prodigiosa capacidad de recuperaci¨®n. ?stos eran los versos que realmente dol¨ªan: "Pero nadie vivi¨® sin matar, / sin cortar una flor, / perfumarse y seguir... / ?Qu¨¦ bronca sentir todav¨ªa el ayer / y dejarte partir sin llorar!" Lloraban de no haber muerto de amor, y de haber seguido lav¨¢ndose los dientes, cada d¨ªa, puntualmente, despu¨¦s del fracaso. "Esto es dial¨¦ctica / pura, ?te volver¨¢ a pasar tantas veces en la vida! / Yo dec¨ªa... ?te acord¨¢s?", cantaba Virgilio a lomos de su pianito la canci¨®n del hermano Homero.
El recuerdo de aquella noche con Virgilio Exp¨®sito es intenso y temible, y aqu¨¦lla ser¨¢ la mejor versi¨®n de la que podr¨¦ disponer jam¨¢s. Pero los que no estuvieron tienen la de Goyeneche. Se puede escuchar f¨¢cilmente en www.todotango.com, que es una web ejemplar. La versi¨®n de Goyeneche es algo esc¨¦ptica. No acaba de creerse la profunda observaci¨®n de Homero sobre el fin y el principio: camina r¨¢pido y liquidador por el fraseado sin m¨²sica. Resume Luis Adolfo Sierra, un erudito porte?o, que el tango es eleg¨ªaco, "un canto al bien perdido". Naturalmente. De ah¨ª que esa incrustaci¨®n de normalidad casi biol¨®gica en el coraz¨®n del dolor, ese levantarse y seguir, tenga un gran m¨¦rito subversivo. Nos quisimos, cierto, pero est¨¢ sonando el despertador.
?ste fue el ¨²ltimo tango que escribieron juntos los hermanos Exp¨®sito. La primera versi¨®n la grab¨® Goyeneche en 1973, acompa?ado del gran Atilio Stampone. En nuestros d¨ªas s¨®lo se espera que Adriana Varela tome la decisi¨®n de cantarlo. Hace a?os el diario argentino Clar¨ªn publicaba una entrevista. Una breve entrevista, pero de las m¨¢s grandes en su medida que haya le¨ªdo jam¨¢s, que hizo Irene Amuch¨¢stegui. Los periodistas cuidan mucho las preguntas de las entrevistas. Pero en las muy buenas sucede todo lo contrario. El tema de la entrevista era Homero, que hab¨ªa muerto en 1987, hac¨ªa entonces 10 a?os. Y la que hablaba era Nelly, la esposa.
-?C¨®mo segu¨ªa la rutina cotidiana de Homero, despu¨¦s del soneto diario?
-A las 3 o 4 de la ma?ana se levantaba y sal¨ªa por el barrio con la perra. Charlaba con los amigos y se volv¨ªa a acostar. Al despertarse escrib¨ªa. Aqu¨ª siempre hab¨ªa un verso en el aire. Cuando estaba embalado con un tema, lo trabajaba una y otra vez. De Chau... no va m¨¢s hizo 63 versiones. Yo le dec¨ªa: "?Hasta cu¨¢ndo te vas a torturar con eso?". Me contestaba: "Es que no quiero que despu¨¦s venga ning¨²n boludo a decirme que la coma est¨¢ mal puesta".
Sesenta y tres versiones. Lo comprendo muy bien. Es realmente dif¨ªcil escribir una despedida. Aunque sea en tango, donde hay tradici¨®n. Tradici¨®n incluso de la propia palabra chau. El se?or Oscar B. Himschoot dio ejemplos, desde Disc¨¦polo hasta Orlando Mario Punzi. Este Punzi escribi¨® un tango llamado secamente Chau y, contrariando el Ciao de origen, era para siempre. "Chau arrabal. Me voy. Nos dieron chanta / las luces, el asfalto, la avenida/, y hay un cacho de sol que se suicida / por cada monoblock que se levanta". Ninguno puede compararse al de Homero. Vuelvo a Nelly, que est¨¢ contando. Miren qu¨¦ exacto y sugerente, hablando del momento en que se encontraron: "Nos conocimos en la calle, en Mar del Plata. Yo ven¨ªa y ¨¦l iba. Lo vi y me enamor¨¦ en el acto". La periodista le pregunta luego por la fama de hombre desordenado de su marido. Y Nelly (que es un nombre de tango, o m¨¢s bien de tango canci¨®n, contesta: "Comparado con lo que se ve ahora, Homero era una florcita. Tomaba, fumaba". Y dec¨ªa que el vino tiene que ser zurdo, porque "cuando me encurdo me encurdo de coraz¨®n".
La cr¨®nica es un g¨¦nero inesperado. Se localiza un trozo de algo en las ciudades, en la memoria, en los libros o en la m¨²sica. Se examina y se investiga su cableado. Todo tiene conexiones. Hasta tal punto que se puede dejar un testigo colgando en la ¨²ltima l¨ªnea de la semana y recuperarlo a la semana siguiente para que corra otra carrera. Y en la nueva l¨ªnea final puede haber otro que correr¨¢ otra. Y otro. Y otra. Estas cuentas no fabrican ni descubren ning¨²n sentido oculto. El periodismo se parece a la vida: no hay sentido, pero cualquier palabra tiene padre y madre. En realidad, ¨¦se es el sentido.
La cr¨®nica respeta por lo general la cl¨¢sica distinci¨®n entre tema y argumento. Entre el amor, digamos, y el amor de Paulina. Lo educado es el equilibrio. Pero, a veces, el argumento es tan atractivo y avasallador que no deja lugar para otra cosa. La historia cuelga, transparente e inveros¨ªmil como una medusa. Este mismo Chau... no va m¨¢s del maestro. Deber¨ªa remitirse a alg¨²n tema cl¨¢sico. No. Est¨¢ ah¨ª, inm¨®vil, con su sentido de medusa y la probada evidencia de que al contacto pica, dolorosamente.
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