El Museo d'Orsay confronta la profunda relaci¨®n de Paul C¨¦zanne y Camille Pissarro
M¨¢s de 60 obras ilustran la influencia de ambos artistas, que se trataron durante 20 a?os
El Museo d'Orsay, en colaboraci¨®n con el MoMA de Nueva York y el Museo County de Los ?ngeles, presenta hasta el pr¨®ximo 26 de mayo una excepcional exposici¨®n de poco m¨¢s de 60 telas y unos pocos dibujos de dos grandes amigos: Paul C¨¦zanne y Camille Pissarro, reunida su obra con motivo del centenario del fallecimiento del primero de ellos, nacido en Aix en 1839 y muerto en la misma ciudad en 1906. C¨¦zanne, que pasa por ser uno de los padres de la pintura moderna en la medida en que abri¨® el camino al cubismo y la abstracci¨®n, pint¨® durante 20 a?os en compa?¨ªa de Pissarro (1830-1903), visitando los mismos paisajes -Auvers y Pontoise- y afrontando los mismos temas.
La exposici¨®n es, a la vez, cronol¨®gica y tem¨¢tica. Ha sido concebida en buena parte por Joachim Pissarro, nieto del pintor y hoy conservador del MoMA. Las obras est¨¢n presentadas por parejas: dos autorretratos, uno junto al otro, una serie de naturalezas muertas -jarrones de flores, recipientes repletos de frutas, jarrones de vino-, alternando las firmadas por C¨¦zanne y las realizadas por Pissarro (1830-1903), paisajes de alrededores de pueblecitos, de sotobosque, de caminos que se pierden serpenteando. A veces, en pocas oportunidades, el encuadre es id¨¦ntico y la hora en que parece haber sido concebida la obra, exactamente la misma para los dos. Al principio, no siempre se sabe qui¨¦n es qui¨¦n, C¨¦zanne y Pissarro parecen casi intercambiables. Pero todo est¨¢ en el casi, sin que eso signifique que uno sea mejor que otro sino que, sencillamente, aun queriendo afrontar los mismos retos, el resultado ofrece imperceptibles diferencias. ?En qu¨¦ consisten? La pincelada de C¨¦zanne tarda algo m¨¢s en encontrar su camino, en afirmarse, entre otras cosas por la diferencia de edad entre los dos amigos pero tambi¨¦n porque para Pissarro el desaf¨ªo es resolver los problemas de la luz cambiante y lograr inmortalizar un instante que los englobe todos, mientras que para C¨¦zanne ese movimiento de la luz es el que le llevar¨¢ a trabajar sobre la realidad f¨ªsica y sobre otra, la que ¨¦l recompone en el cuadro. Pero para que ese proceso, que aqu¨ª s¨®lo se apunta, llegue a su culminaci¨®n habr¨¢ que esperar a que C¨¦zanne regrese a su Provenza natal, a cegarse de luz.
Durante 20 a?os, la amistad comenzada en 1861 en el taller del pintor Suisse en el que coinciden invitados por Renoir, se prolongar¨¢ de manera muy civilizada. Los dos hombres pintan juntos durante unos meses, se ven muy a menudo en Par¨ªs, frecuentan los mismos grupos -el que ha de llamarse el de los impresionistas-, pero eso no impide que luego cada uno, durante el resto del a?o, trabaje por su cuenta, en solitario o en compa?¨ªa de otros. Pero Pissarro y C¨¦zanne volv¨ªan a reencontrarse, y as¨ª hasta 1882. A partir de entonces, la amistad prosigue a distancia, epistolar, o, tambi¨¦n, porque Pissarro compra a veces obras de C¨¦zanne que le sorprenden. Al final nos queda la convicci¨®n de que Pissarro no s¨®lo es un gran pintor sino un hombre afable y atento con los dem¨¢s, a los que procura presentar siempre bajo el mejor perfil. C¨¦zanne, m¨¢s intelectual y reflexivo, art¨ªsticamente m¨¢s atrevido e innovador, es un tipo m¨¢s hura?o y susceptible, tan angustiado por la opini¨®n de los dem¨¢s que s¨®lo se f¨ªa de la suya y acaba por vivir como un eremita para no tener que afrontar otro punto de vista que el de sus ojos en el espejo.
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