Un escal¨®n demasiado alto
Para decenas de miles de discapacitados, realizar una sencilla operaci¨®n bancaria suele ser una tarea dif¨ªcil, cuando no imposible
Cada ma?ana, Juan Carlos Mart¨ªnez, un madrile?o de 28 a?os, sube a su coche adaptado y conduce sin problemas desde Rivas Vaciamadrid, donde vive, hasta su trabajo, cerca de la madrile?a Glorieta de Embajadores. Su dominio de la silla de ruedas hace pensar que debe haber pocos lugares a los que no pueda acceder. Pero s¨ª que los hay. Muchos de ellos son oficinas de bancos En numerosas sucursales ni siquiera puede cruzar la puerta principal.
La experiencia de Juan Carlos es representativa de lo que sufren decenas de miles de discapacitados como ¨¦l. "Cada vez que voy al banco es un sudor", dice. Internet y el tel¨¦fono son sus opciones preferidas para hacer operaciones, pero, a¨²n usando estos recursos hasta el l¨ªmite de sus posibilidades, es inevitable que tenga que acercarse a alguna oficina de vez en cuando, sea para firmar alg¨²n documento o simplemente para retirar dinero. En esos casos tiene que pedirle a su mujer o a alg¨²n amigo que lo acompa?e. Usar los cajeros autom¨¢ticos tambi¨¦n le resulta complicado. Seg¨²n su estimaci¨®n, en nueve de cada 10 es dif¨ªcil operar, cuando no imposible.
Existen normas que exigen la reforma de accesos, pero son muchos los incumplimientos
En muchos casos, la prueba de accesibilidad se suspende sin entrar siquiera a la oficina
No hay que desplazarse mucho para constatar las afirmaciones de Juan Carlos. En muchos casos el examen de accesibilidad se suspende sin necesidad siquiera de ingresar al recinto. A pocos metros del lugar de trabajo de Juan Carlos hay una oficina de Caja Madrid que, debido a la altuta del escal¨®n situado a la entrada, le resulta inaccesible. Por si fuera poco, las puertas abatibles, que se abren tirando de ellas, complican m¨¢s el acceso. En la misma manzana, una oficina de La Caixa evidencia similares problemas. Tambi¨¦n hay escal¨®n antes de la entrada, no tan alto, pero igualmente dif¨ªcil de superar.
Otros sitios presentan obst¨¢culos m¨¢s complejos. Para llegar al ¨¢rea de atenci¨®n de una sucursal del Banco Popular, tambi¨¦n situada en la calle Embajadores, hay que bajar una escalera, otra tarea imposible para alguien en silla de ruedas. No hay rampa ni ning¨²n otro dispositivo que lo pueda ayudar. En cambio, el cajero del mismo banco ubicado fuera de la sucursal result¨® ser uno de los m¨¢s c¨®modos, pues est¨¢ a una altura razonable, que le permite ver la pantalla y operar el teclado.
La ley 51/2003, de igualdad de oportunidades, no discriminaci¨®n y accesibilidad universal de las personas con discapacidad, establece la obligaci¨®n de que todos los espacios p¨²blicos, construcciones, productos y servicios sean accesibles. Sin embargo, como reconoce el presidente de Fundaci¨®n ONCE, Carlos Rub¨¦n Fern¨¢ndez, esta disposici¨®n "est¨¢ matizada por el concepto de 'ajuste razonable' que trata de buscar la proporcionalidad entre las medidas de reforma que habr¨¢n de abordarse, la carga que ello supone para quien tenga que acometerlas y, por supuesto, el beneficio que va a reportar a las personas con discapacidad".
A la vaguedad del t¨¦rmino "ajuste razonable" se suma la inexistencia de un marco reglamentario que establezca con claridad cu¨¢les son las condiciones b¨¢sicas de accesibilidad y no discriminaci¨®n. El resultado, explica Fern¨¢ndez, es que, hasta el momento "existen normas que regulan el empleo y la accesibilidad universal que todav¨ªa siguen sin cumplirse. No hay inspecciones de trabajo ni de urbanismo que insten a su cumplimiento". Se espera que cinco reales decretos orientados a establecer estos par¨¢metros, actualmente en preparaci¨®n, llenen ese vac¨ªo.
Mientras, para buena parte de los 3,5 millones de discapacitados espa?oles la mejor alternativa es acudir a oficinas nuevas, donde la accesibilidad suele ser mejor. Juan Carlos usa generalmente una oficina cercana a su domicilio que s¨ª es accesible para ¨¦l y donde, adem¨¢s, ya lo conocen. Eso no quita que de vez en cuando tenga que sacar dinero en cualquier lado, una operaci¨®n que suele resultarle complicada en grado sumo. Algunos cajeros est¨¢n colocados tan alto que ni siquiera puede meter su tarjeta.
Los criterios de lo que es accesible y lo que no lo es var¨ªan mucho, incluso en oficinas de la misma instituci¨®n. Juan Carlos, que es cliente del BBVA, se?ala que la oficina de dicho banco ubicada en la Glorieta de Embajadores le resulta accesible, aunque "el cajero est¨¢ ubicado un poco alto". En cambio, otra agencia del mismo banco, ubicada a menos de un kil¨®metro tiene un escal¨®n tan alto que no le permite la entrada. El cajero tambi¨¦n es inmanejable. Al ser consultado sobre este tema, un portavoz del BBVA asegur¨® que todas sus oficinas (3.578) cumplen las normas de las comunidades aut¨®nomas relativas a accesibilidad.
El Banco Popular, por su parte, se?al¨® que el 50% de sus oficinas son totalmente accesibles y gran parte del resto tienen adaptaciones parciales. Asegur¨®, adem¨¢s, que todas las oficinas nuevas cumplen con las normas.
"Respecto de las oficinas existentes, en todas las reformas que se proponen figura invariablemente la adaptaci¨®n para eliminar barreras, siempre que la configuraci¨®n del local lo permita", precis¨® un portavoz del banco.
En general, las normas auton¨®micas coinciden en exigir que todos los espacios nuevos sean accesibles, mientras que, en el caso de edificios antiguos, se limitan a usar los t¨¦rminos "promoci¨®n" o "fomento" de la accesibilidad. "El d¨¦ficit reside en la exigibilidad y en la aplicaci¨®n de los derechos y planteamientos que hacen esas normas", acota Carlos Rub¨¦n Fern¨¢ndez.
En otras sucursales se nota cierto esfuerzo por hacer las cosas m¨¢s sencillas para los discapacitados. En una de Cajamar, por ejemplo, hay una rampa que, seg¨²n Juan Carlos "no est¨¢ bien hecha, porque est¨¢ desnivelada, pero al menos permite el acceso". Lo cierto es que la transici¨®n hacia la accesibilidad se est¨¢ produciendo, pero con lentitud.
El pasado 21 de febrero, Bankinter present¨® en Madrid "la primera oficina plenamente accesible" de Espa?a. No obstante, est¨¢ dentro de un edificio de Fundaci¨®n ONCE, una situaci¨®n que, ir¨®nicamente, la vuelve poco accesible para el p¨²blico, aun cuando el banco asegura que cualquier persona puede acudir a ella. Respecto al resto de oficinas, afirma que el 63% es accesible y que a fines del 2006 la totalidad estar¨¢ en la misma condici¨®n. Bankinter tiene 318 oficinas en Espa?a.
El problema, desde luego, no es s¨®lo de los bancos. Son comunes las quejas contra el transporte p¨²blico y los ferrocarriles, por citar dos ejemplos. Miguel Pereyra, otro discapacitado que se desplaza en silla de ruedas, dice que las m¨¢quinas dispensadoras de billetes de RENFE son "m¨¢s complicadas de operar para un minusv¨¢lido que los cajeros de los bancos". Ni siquiera los espacios p¨²blicos se salvan de las cr¨ªticas.
Derribar estos obst¨¢culos no ser¨¢ sencillo. S¨®lo en el caso de los bancos, el desaf¨ªo consiste en acondicionar decenas de miles de oficinas en toda Espa?a. "Alg¨²n d¨ªa llegaremos a la accesibilidad universal. No estamos pidiendo favores, estamos exigiendo un derecho", aclara Miguel Pereyra. Y culmina diciendo que "las personas como yo, que tenemos 40 a?os en esto, hemos aprendido a tener paciencia".
Si Juan Carlos pudo sobreponerse a un accidente de tr¨¢fico ocurrido hace 14 a?os, que lo dej¨® parapl¨¦jico de las dorsales para abajo, es seguro que estos obst¨¢culos no lo derrotar¨¢n.
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