"En cada novela quiero reinventarme a m¨ª mismo"
Una escalera de piedra, plantas en abundancia y unas botas acordonadas de invierno, ya astrosas de tantas nieves: as¨ª es la entrada a la casa del escritor Paul Auster. Su estudio, el lugar donde escribe, queda tambi¨¦n en Park Slope, Brooklyn, un barrio con aire de tal en la excesiva ciudad de Nueva York, pero Auster mantiene en secreto su ubicaci¨®n. Abre la puerta otra escritora, Siri Hustvedt, la mujer que, seg¨²n muchos, ayud¨® a que Auster se convirtiera en el narrador que siempre hab¨ªa querido ser. Seg¨²n ¨¦l, simplemente, ella le salv¨® la vida.
Llama la atenci¨®n que, contra los complejos claroscuros que identifican su obra, los ¨²ltimos libros de Auster traten precisamente de vidas salvadas, redimidas o al menos gozadas como nunca antes del final.
"En apenas cuatro a?os, EE UU se ha vuelto monstruoso para el mundo" "Si contara mis experiencias volcadas en mis libros, no llenar¨ªa una p¨¢gina"
La adversidad se presenta en las primeras l¨ªneas. "Mr. Bones sab¨ªa que Willy no iba a durar mucho" abre Tombuct¨² (1999). "Todo el mundo cre¨ªa que hab¨ªa muerto" abre El libro de las ilusiones (2002). "Hab¨ªa estado enfermo mucho tiempo. Cuando lleg¨® el d¨ªa de salir del hospital, apenas sab¨ªa caminar, casi no recordaba qui¨¦n era" abre La noche del or¨¢culo (2003). Su nueva novela, que acaba de publicar Anagrama en Espa?a, prolonga esa l¨ªnea: "Buscaba un lugar tranquilo donde morir" (Brooklyn Follies, 2005). Pero en los cuatro casos, los maltrechos protagonistas atraviesan la metamorfosis que se produce en cada una de las historias y llegan a cierto bienestar. No chocan de frente contra un cami¨®n, como Jim Nashe en La m¨²sica del azar. Han encontrado alguna clase de sentido a sus vidas.
"Estos libros arman mi Corte de Hombres Debilitados", dice Auster. "Ser¨¢ que el envejecimiento me ha despertado una nueva percepci¨®n de mi finitud. Desde los 50 a?os mi cuerpo cambi¨®. As¨ª, sin m¨¢s, en esta d¨¦cada que termina algunas peque?as cosas comenzaron a fallar".
Si la Corte de Hombres Debilitados recibe el trato compasivo de una vida mejor, una iluminaci¨®n ¨²ltima o siquiera una esperanza, Brooklyn Follies se excede con un ins¨®lito final feliz en toda regla. El tiempo de la novela es la ominosa elecci¨®n presidencial en Estados Unidos del a?o 2000, y el tiempo de su escritura, el Gobierno de George W. Bush, contra el que Auster se ha manifestado.
Pregunta. ?C¨®mo, entonces, escribi¨® una comedia?
Respuesta. Una vez le¨ª una frase del cineasta Billy Wilder que me impresion¨® hondamente. "Si te sientes realmente feliz, deber¨ªas escribir una tragedia. Si te sientes verdaderamente desgraciado, deber¨ªas escribir una comedia". Escribir una comedia ayuda a poner las cosas en perspectiva. El mundo ha ido de tragedia en tragedia, de horror en horror, pero los seres humanos seguimos existiendo, enamor¨¢ndonos y hallando alegr¨ªa en la vida. Me pareci¨® que ¨¦ste era un momento para recordarlo.
P. ?Por qu¨¦?
R. La Administraci¨®n de Bush nos ha hecho retroceder a un lugar donde nunca debimos haber estado. Su manejo econ¨®mico, su pol¨ªtica energ¨¦tica, su apoyo a la industria petrolera, la supresi¨®n de las noticias, la guerra de Irak y sus consecuencias, la inflexible determinaci¨®n por institucionalizar la tortura como algo que los Estados Unidos deber¨ªan poder hacer... Es espantoso. No podemos descender a un estado animal. Si no respetamos las leyes, aqu¨ª no hay pa¨ªs. Los Estados Unidos no son como Espa?a o Alemania, sino una naci¨®n de inmigrantes del mundo entero a quienes s¨®lo une la igualdad ante la ley. Si hacemos excepciones, no somos m¨¢s los Estados Unidos, sino alguna otra cosa.
P. ?Cree que se puede discutir lo que sucede?
R. El pa¨ªs est¨¢ dividido en dos mitades que no hablan entre s¨ª. Lo ¨²nico que ha cambiado es que, cuanto m¨¢s se percibe la fealdad del Gobierno, los que no prefieren lado alguno se vuelven contra Bush. Por supuesto, el hurac¨¢n Katrina tuvo mucho que ver, al revelar su incompetencia y su dureza de esp¨ªritu.
P. No faltar¨¢ quien lo acuse de antipatri¨®tico. ?Se siente as¨ª?
R. Al contrario. Y no soy el ¨²nico: somos millones los que creemos que es urgente robustecer los principios sobre los cuales se fundaron los Estados Unidos. Eso es patriotismo. No digo que seamos una naci¨®n perfecta. Los cr¨ªmenes que cometimos en distintos lugares del mundo (por no hablar de aqu¨ª dentro, como la esclavitud y la sistem¨¢tica masacre de la poblaci¨®n ind¨ªgena) son manchas en nuestra historia. Pero ahora nos hemos vuelto monstruosos ante el mundo en apenas cuatro a?os. El 11 de septiembre de 2001, la solidaridad internacional fue enorme. Hoy somos el pa¨ªs m¨¢s odiado.
P. Durante su juventud y su primer matrimonio escribi¨® ensayo, periodismo y poes¨ªa. Sus novelas, en cambio, nacieron desde que se cas¨® con Siri. ?Es una coincidencia?
R. No. Conocerla me salv¨® la vida. Ella crey¨® en m¨ª, ella me liber¨®. Hab¨ªa pasado tiempos muy duros e infelices. Cada novela que he publicado fue escrita desde que vivo con ella.
Auster naci¨® en Nueva Jersey en 1947, pero hace a?os que no pisa el Estado vecino a Nueva York. Una invitaci¨®n de la Universidad de Rutgers lo llev¨® de regreso al paisaje suburbano, igual que una recomendaci¨®n vaga llev¨® a Nathan Glass de regreso a Brooklyn, el barrio de su ni?ez, cuando buscaba un lugar tranquilo donde morir. En una sala repleta, estudiantes y profesores le escucharon leer el comienzo de Brooklyn Follies en su voz profunda. El c¨¢ncer de pulm¨®n, supon¨ªa Nathan, le obsequiaba una ef¨ªmera tregua. "M¨¢s que cualquier otra cosa, eso era lo que ansiaba. Un final silencioso para mi vida triste y rid¨ªcula". Mientras esperaba el momento en que dejar¨ªa de respirar, evocar¨ªa las locuras, las torpezas, los yerros y los disparates que hab¨ªa cometido en su vida, para legarle al mundo el inventario, y admirar¨ªa a la mesera latina que le serv¨ªa el almuerzo cada d¨ªa en un comedero sin otro atractivo que ella. Pero el azar, invitado central a la obra de Auster, le cambiar¨¢ los planes.
Un estudiante le pregunt¨® por qu¨¦ los giros fortuitos y las coincidencias gobiernan a sus personajes. "Trato de ser realista en mi ficci¨®n. El mundo que conozco me contradice y me sorprende todo el tiempo. Todos los d¨ªas pasan cosas raras en las vidas de las personas".
Un profesor le pregunt¨® si a¨²n compone a mano y transcribe luego en su legendaria m¨¢quina de escribir. Auster admiti¨® que hab¨ªa comprado una computadora para pasar a limpio la versi¨®n definitiva, pero que no piensa conectarse a Internet ni dejar de escribir con lapicero sobre papel.
Un novelista le pregunt¨® c¨®mo se le hab¨ªa ocurrido el pasaje acaso m¨¢s extra?o de la novela. Auster lo ley¨®. All¨ª Franz Kafka escribe casi veinte cartas para consolar a una ni?a que perdi¨® su mu?eca. En las cartas, la mu?eca va explicando que, aunque ama y extra?a a la ni?a, sinti¨® el deseo de conocer lugares y personas, vivir aventuras, ir a la escuela y, por fin, casarse. La ni?a se despide contenta por la dicha de su amiga, que le promete nunca olvidarla. "Ella se qued¨® con la historia", ley¨® Auster el final, "y cuando una persona tiene la suerte de vivir dentro de una historia, dentro de un mundo imaginario, los dolores de este mundo desaparecen". Y agreg¨®: "Ah, con respecto a su pregunta. No, no se me ocurri¨® a m¨ª. Sucedi¨® de verdad, poco antes de la muerte de Kafka".
Al referirse a su Corte de Hombres Debilitados, Auster hizo una indirecta identificaci¨®n con los problemas de los personajes de sus ¨²ltimos libros. Pero en general se resiste a asociar la palabra "autobiogr¨¢fica" a su ficci¨®n. "?Porque no es autobiogr¨¢fica! Si hiciera una lista de mis experiencias volcadas en mis novelas, no llenar¨ªa una p¨¢gina", dice. "Empleo material de mi propia vida pero transformado. Fic-cio-na-li-za-do".
P. ?C¨®mo realiza esa transfiguraci¨®n?
R. Sale de lo inconsciente. No calculo c¨®mo hacerlo. Los personajes y la historia est¨¢n ah¨ª, y sigo mis impulsos. Escribir una novela no es como resolver un problema matem¨¢tico: se trata de sentir y no entender del todo.
P. De El Palacio de la Luna a Mr. V¨¦rtigo, de El pa¨ªs de las ¨²ltimas cosas a Tombuct¨², sus novelas tienen tonos y estructuras muy diferentes. ?Por qu¨¦?
R. Cada vez que empiezo un libro nuevo quiero reinventarme a m¨ª mismo, trabajar contra todo lo que hice antes. La aventura de escribir consiste en la novedad. Brooklyn Follies vino a m¨ª, mientras que La noche del or¨¢culo me cost¨® veinte a?os de pelea, de intentarlo y dejarlo; Mr. V¨¦rtigo me lleg¨® r¨¢pidamente, pero cada oraci¨®n de Leviat¨¢n me cost¨® sufrimiento. La escritura ense?a mucha humildad. Las malas oraciones, las ideas fallidas, los esfuerzos vanos... Detr¨¢s de cada libro hay carnicer¨ªas, incendios y naufragios.
No obstante tanta ruina, Auster reincide. Mientras Brooklyn Follies ocupaba a varios traductores en el mundo, ya correg¨ªa su siguiente novela. "Hace un mes entregu¨¦ un libro muy breve, probablemente el m¨¢s extra?o que haya escrito, cuyos personajes son los personajes de mis libros anteriores que regresan. Me interesa explorar qu¨¦ pasa con ellos despu¨¦s de las novelas. Se llama Viajes en el scriptorium".
Tambi¨¦n el t¨ªtulo asoma desde el pasado: Viajes en el scriptorium se titula la segunda novela de Martin Frost, el protagonista de El libro de las ilusiones, y de la pel¨ªcula que Paul Auster rodar¨¢ pr¨®ximamente y cuyo gui¨®n surgi¨® de esa novela.
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