El museo que Chirac deja a Par¨ªs
El Quai Branly, dise?ado por Jean Nouvel, albergar¨¢ las colecciones de artes y civilizaciones de ?frica, Asia, Ocean¨ªa y Am¨¦rica
Este verano, Par¨ªs dispondr¨¢ de un nuevo museo-monumento; una gran pieza de uno de los arquitectos m¨¢s emblem¨¢ticos de este momento, Jean Nouvel, engarzada en el ¨²ltimo de los grandes solares nobles que queda a orillas del Sena, al lado mismo de la torre Eiffel y frente a los jardines del Trocadero. El Museo del Quai Branly, bautizado con el nombre del muelle al que se asoma, como su vecino de Orsay, ser¨¢ el legado que deje a la capital francesa el presidente Jacques Chirac, que enfila ahora -salvo sorpresa may¨²scula- su ¨²ltimo a?o como inquilino del Palacio del El¨ªseo.
Como buen monarca republicano, Chirac sigue la tradici¨®n de quienes le precedieron en la V Rep¨²blica, a excepci¨®n de su fundador, el general Charles de Gaulle, a quien no pareci¨® importarle demasiado dejar su memoria en piedra. Fue su sucesor, Georges Pompidou, quien inici¨® esta tradici¨®n con el famoso Centro de Arte Contempor¨¢neo que lleva su nombre, levantado en el solar que ocupaba el antiguo mercado central parisiense de Les Halles. Valery Giscard d'Estaign opt¨® por acondicionar la antigua estaci¨®n de Orsay y convertirla en un museo del arte de la modernidad. Fran?ois Mitterrand les super¨® a todos: adem¨¢s de la reordenaci¨®n del Louvre con su emblem¨¢tica pir¨¢mide del arquitecto chino I. M. Pei, emprendi¨® una serie de obras monumentales: desde la nueva Biblioteca Nacional hasta el arco de la Defense.
El edificio sorprende por su discreci¨®n y por c¨®mo se confunde con la ret¨ªcula parisiense
Chirac, que ahora se multiplica intentando dejar una imagen, mezcla de activista medioambiental, visionario y preocupado por los males de la humanidad, es m¨¢s modesto que Mitterrand; y su arquitecto, m¨¢s discreto y ecol¨®gico. Para entender el nuevo Museo del Quai Branly hay que hilar muy fino en lo pol¨ªticamente correcto. Estar¨¢ dedicado a lo que antes se conoc¨ªa como artes primitivas, un t¨¦rmino ahora considerado degradante, que fue sustituido por el de artes primeras pero que finalmente ha acabado por desaparecer para ser sustituido por una simple descripci¨®n geogr¨¢fica del origen de las piezas que alberga. As¨ª pues, el Quai Branly estar¨¢ dedicado a "las artes y civilizaciones de ?frica, de Asia, de Ocean¨ªa y de las Am¨¦ricas".
El nuevo museo, que abrir¨¢ sus puertas al p¨²blico el pr¨®ximo 23 de junio, recoge b¨¢sicamente las colecciones del Muse¨¦ de l'Homme y del museo de la Porte Dor¨¨, y un buen n¨²mero de piezas que dorm¨ªan en los almacenes del Louvre, si bien una parte de la colecci¨®n, entre la que figuran algunas de las mejores piezas de arte precolombino, seguir¨¢ all¨ª, para no crear suspicacias. "Son obras maestras de la humanidad y tienen su sitio en el Louvre", explica Patrice Januel, el director de la obra del Quai Branly. El pasado mes de diciembre, se instal¨® la famosa piedra Lyra y la gran cabeza de Moai de la Isla de Pascua, dos piezas que hab¨ªa que dejar dentro antes de cerrar el espacio ya que, por su tama?o, no hubieran podido entrar. A finales de este mes, empezar¨¢ a llegar la colecci¨®n permanente y entonces el nuevo museo se convertir¨¢ en un lugar cerrado y secreto hasta su inauguraci¨®n.
El edificio de Nouvel sorprende por su discreci¨®n y por c¨®mo se confunde con la ret¨ªcula parisiense. Ni siquiera ha aprovechado todo el volumen al que ten¨ªa derecho en funci¨®n de las ordenanzas urban¨ªsticas. Levantado sobre pilares, la sala principal consiste en una gran pasarela de una sola pieza de m¨¢s de 6.000 metros cuadrados con distintas inclinaciones, de modo que el visitante cree discurrir por una ladera. Este edificio central se sit¨²a en medio de un gran jard¨ªn de casi dos hect¨¢reas en el que se est¨¢n plantando 518 ¨¢rboles, de los que 180 ya tienen ahora m¨¢s de 15 metros de altura, por lo que en el futuro tapar¨¢n con sus ramas y sus hojas la mayor parte del museo. No es un bosque tropical, sino que se han elegido especies que puedan vivir sin problemas en el clima parisiense, para que sea natural y tenga poco mantenimiento ya que el jard¨ªn ser¨¢ publico.
El edificio en el que se instalar¨¢ la administraci¨®n del museo, que da al Sena, se camufla tras un sorprendente muro vegetal; una capa de fieltro sobre la que se han plantado semillas de diversas especies de plantas colgantes que crecen formando trazos de verde de distintas tonalidades. El modelo del jardinista Patrick Blanc se basa en el principio de que las plantas no necesitan tierra para vivir, sino s¨®lo nutrientes. Un sistema de riego por goteo proporciona constantemente este alimento.
El concepto muse¨ªstico es todo menos ortodoxo. Jean Nouvel, que dise?¨® el proyecto casi al mismo tiempo que hac¨ªa el de la Torre Agbar de Barcelona, opt¨® por hacer una sola estancia que el visitante recorra como si paseara por un espacio abierto, estableciendo el paralelismo con el exterior. Las obras estar¨¢n colocadas en vitrinas de cristal de distintos tama?os colocadas al tresbolillo, como si fueran ¨¢rboles, como un bosque de vitrinas, y la iluminaci¨®n pretende provocar la sensaci¨®n de que las piezas flotan. En un lado, grandes cajones de distintas formas y tama?os, visibles desde el exterior, contendr¨¢n escenas al estilo de dioramas.
El todo tendr¨¢ un recorrido con criterios geogr¨¢ficos. El museo tiene una talla humana, se puede ver en unas dos horas, no es el Louvre. La orientaci¨®n es pleno sur, pero todo est¨¢ previsto. La gran cristalera est¨¢ cubierta por una fina pel¨ªcula que reproduce la vegetaci¨®n de una selva tropical que funciona como un filtro para que la luz directa del sol no da?e las piezas y s¨®lo llegue el 50%. Las piezas, algunas de las cuales llevaban siglos almacenadas, han sido limpiadas por el sistema de la anoxia: se las encierra en compartimentos estancos y se retira el ox¨ªgeno de modo que desaparece cualquier organismo vivo. Todas y cada una han sido escaneadas en tres dimensiones y pueden consultarse en la web del museo (www.quaibranly.fr).
La idea m¨¢s novedosa del Museo Branly, sin embargo, es la de dejar a la vista del publico buena parte de los fondos del museo que habitualmente duermen en oscuros almacenes. S¨®lo se expondr¨¢n 4.000 piezas de una colecci¨®n de 350.000, pero Nouvel ha construido dos grandes cilindros de vidrio negro que atraviesan el museo como si fueran cilindros clavados en la estructura que son, en realidad, almacenes, pero en los que el p¨²blico podr¨¢ husmear. Uno de ellos guardar¨¢ toda la colecci¨®n de instrumentos musicales y el visitante no s¨®lo podr¨¢ verlos si se acerca lo suficiente, sino que poniendo el o¨ªdo junto al cristal escuchar¨¢ incluso su sonido.
El Branly dispone tambi¨¦n de una sala de 6.000 metros cuadrados para exposiciones temporales, que pretenden ser de larga duraci¨®n, y de una extraordinaria terraza en la que se ha situado el gran restaurante, cubierto con una estructura de cristal que permite sentirse a la sombra de la Torre Eiffel. El museo esconde incluso sorpresas que no estar¨¢n a la vista del p¨²blico, sino de los empleados. Una de las alas de oficinas, por ejemplo, ha sido decorada por artistas abor¨ªgenes australianos que han creado texturas sorprendentes y quienes trabajen en los habit¨¢culos contiguos al muro vegetal contemplar¨¢n c¨®mo las plantas penetran en el interior.
El museo funcionar¨¢ tambi¨¦n como un gran centro de documentaci¨®n con una base de datos para estudios interdisciplinarios. Para ello, dispondr¨¢ de bibliotecas, mediatecas, salas de estudio, una sala de proyecci¨®n y un gran auditorio en el s¨®tano con capacidad para 500 personas.
Una pared de cristal frente al Sena
A lo largo del muelle Branly, Jean Nouvel ha dise?ado una enorme pantalla de cristal de m¨¢s de 200 metros de largo por 12 de alto que sigue la curva del Sena. La estructura met¨¢lica la cubren 184 placas de cristal de 6 por 2,40 metros. La idea es que la estructura met¨¢lica pr¨¢cticamente desaparezca de la vista, dejando s¨®lo una superficie l¨ªmpida que esconde y refleja al mismo tiempo.
Sirve, por un lado, para proteger el bosque que rodea el museo y, por otro, para hacer de pantalla ac¨²stica que cierre el paso al ruido de los coches que circulan por la v¨ªa que corre paralela al r¨ªo por la Rive Gauche. Cuando se planten los ¨¢rboles, que ya est¨¢n empezando a llegar desde viveros cercanos, esta pared de cristal se asemejar¨¢ a una especie de caja de exuberante verdor. Y esto suceder¨¢ desde el primer momento, ya que, pese a que en poco tiempo el bosque debe crecer muy considerablemente, los ejemplares que ahora se plantan tienen ya m¨¢s de 15 metros.
Es una importante obra de ingenier¨ªa que ha sido realizada por un departamento especial de la sociedad Eiffel, en Lorena, una empresa descendiente de los talleres de Gustave Eiffel. Esta empresa es, entre otras cosas, una de las que m¨¢s han contribuido a la construcci¨®n del viaducto de Millau -el m¨¢s alto del mundo- y a la reciente rehabilitaci¨®n del Grand Palais.
Babelia
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