La asignatura pendiente
La sexualidad es consustancial al ser humano, pero resulta necesario que la sociedad tome conciencia de su importancia para afrontarla adecuadamente de una vez por todas. As¨ª se conseguir¨¢ mejorar la vida sexual y tambi¨¦n prevenir los problemas de maltrato o de marginaci¨®n de las minor¨ªas sexuales.
Ante el hecho sexual, muchos padres y muchos educadores reaccionan como los ni?os cuando algo les asusta: se tapan los ojos creyendo que de este modo el problema desaparecer¨¢. Sin embargo, aunque una parte importante de nuestra sociedad siga cerrando los ojos, la realidad es que la sexualidad es un hecho ineludible que vertebra nuestra existencia. Por esta raz¨®n, el papel de los padres puede ser decisivo en el futuro sexual de los ni?os, especialmente en el primer a?o de vida. Acariciar, abrazar o acunar de forma cotidiana al reci¨¦n nacido es m¨¢s importante de lo que suele creerse para su futura madurez sexual.
El ni?o desde que nace necesita sentir el contacto con las figuras de apego. Y en demasiadas ocasiones esto se frustra por falta de tiempo, por falacias como la de que "no es bueno que el ni?o se acostumbre a los brazos" o simplemente por incapacidad de las figuras de apego para cumplir con su papel. Cuando un ni?o llora y se calla al acunarlo en nuestros brazos, simplemente es porque era lo que necesitaba y ped¨ªa. Por tanto, desde el principio, quer¨¢moslo o no, con nuestros comportamientos y actitudes influimos decisivamente en el futuro de la vida sexual de las personas que nos rodean.
Implicarse o no en la educaci¨®n sexual. El proceso de vinculaci¨®n afectiva en los primeros a?os de vida, la actitud de los padres ante la sexualidad, los cuentos, las revistas, los otros ni?os, las amistades, la televisi¨®n, el cine, la escuela, Internet, etc¨¦tera, producen una amalgama desordenada y ca¨®tica de continuos mensajes que conforman una modalidad de educaci¨®n sexual informal, que es la que m¨¢s frecuentemente todos hemos recibido y seguimos recibiendo. Esto es inevitable, no podemos elegir si hacemos o no educaci¨®n sexual. Lo que s¨ª podemos decidir es implicarnos o no en procurar a nuestras futuras generaciones la formaci¨®n y la informaci¨®n necesarias para ayudarles a digerir mejor la lluvia ingente de mensajes sexuales de todo tipo que cotidianamente reciben. Implicaci¨®n que deber¨ªa ser de la sociedad en su conjunto, incluyendo a los padres, el sistema educativo, el sistema sanitario, otras administraciones y la sociedad civil organizada.
Un valor fundamental. Algunos sectores ya han tomado conciencia de que la sexualidad es un valor fundamental y consustancial al ser humano, y a su manera se han implicado en la educaci¨®n sexual. La Iglesia hace educaci¨®n sexual con el objetivo de adoctrinar y de circunscribir la sexualidad a lo meramente procreativo y dentro del matrimonio. Es un modelo de educaci¨®n sexual moralizador y restrictivo que en su trasfondo percibe la sexualidad en s¨ª misma como algo inc¨®modo y como un mal necesario para la procreaci¨®n.
Por otro lado, en ciertos ¨¢mbitos sanitarios y educativos, preocupados por los embarazos no deseados, los abortos y las enfermedades de transmisi¨®n sexual, se ha construido una modalidad de educaci¨®n sexual de orientaci¨®n claramente preventiva. Tengo ante m¨ª la gu¨ªa de un curso para futuros educadores sexuales, y el contenido fundamentalmente es anatom¨ªa y fisiolog¨ªa genital, disfunciones sexuales, enfermedades de transmisi¨®n sexual, anticonceptivos, prevenci¨®n de embarazos no deseados y hasta prevenci¨®n del c¨¢ncer genital.
Los resultados de estos modelos de educaci¨®n sexual se traducen en una perplejidad bastante generalizada. Muchas personas tienen la certeza de que los j¨®venes est¨¢n bastante mejor informados que antes, y no pueden comprender que los embarazos no deseados y los abortos sigan aumentando a?o tras a?o. Y ¨¦sa es una de las falacias que rodean al tema de la educaci¨®n sexual: pensar que los j¨®venes est¨¢n bien formados e informados. Otra falacia es suponer que informando solamente de los peligros que acechan detr¨¢s de las relaciones sexuales, los j¨®venes se motivar¨¢n para ser receptivos a ese tipo de educaci¨®n sexual. El miedo y la prohibici¨®n suelen ser armas poco eficaces con los j¨®venes. Ya se ha demostrado en otros ¨¢mbitos.
Un modelo alternativo. La educaci¨®n sexual ha de hacerse desde dos enfoques: uno centrado en los valores -la sexualidad misma es un valor- y en las actitudes, y otro centrado en los conocimientos y las capacidades. Uno de los valores m¨¢s preciados en nuestra sociedad es la libertad. La libertad es un hecho ligado a la sexualidad en nuestra sociedad actual, al menos desde las normas formales, que son bastante permisivas. Otra cuesti¨®n son l¨ªmites que ponen la moralidad, los tab¨²es y las normas informales. Pero la juventud suele ser bastante inmune a estos l¨ªmites. Por eso la libertad es un valor que debe ser prioritario en cualquier modelo de educaci¨®n sexual que pretenda ser realista. Y tambi¨¦n que pretenda ser atractivo para los j¨®venes. La libertad es la capacidad para elegir. Y la capacidad de elegir es tanto mayor cuanto mayor sea el n¨²mero de oportunidades para hacerlo y cuanto menor sea el n¨²mero de personas discriminadas para acceder a esas oportunidades.
La otra pata del tr¨ªpode de la libertad es el conocimiento. Cuando m¨¢s profundo es el conocimiento, m¨¢s se enriquece la capacidad para elegir y hay m¨¢s madurez en la elecci¨®n, con lo cual se minimizan los riesgos. Por todo ello, desde el primer enfoque, podemos profundizar en la libertad y en la no discriminaci¨®n sexual: entre hombres y mujeres, entre las diferentes formas de vivir la sexualidad y entre todas las personas sea cual sea su raza, edad o cultura. Y desde el segundo enfoque podemos profundizar en el conocimiento de los diferentes aspectos del hecho sexual humano y en las capacidades personales para vivir mejor la sexualidad.
Una educaci¨®n sexual bien estructurada no solamente puede mejorar la vida sexual, sino tambi¨¦n puede prevenir problemas cada vez m¨¢s preocupantes, como las agresiones y el maltrato o como la marginaci¨®n social de algunas minor¨ªas sexuales. Ser¨ªa necesario que, de una vez por todas, nuestra sociedad tomara conciencia de su importancia; se tuviera m¨¢s en cuenta a los profesionales de la sexolog¨ªa, que tienen mucho que aportar en el tema, y as¨ª, finalmente, la educaci¨®n sexual dejara de ser la eterna asignatura pendiente.
Manuel Lucas Matheu es m¨¦dico y presidente de la Sociedad Espa?ola de Intervenci¨®n en Sexolog¨ªa. 'Web': www.seisex.com.
Mensajeros positivos o negativos
Todo lo que decimos o hacemos es captado y asimilado por los ni?os, que son verdaderos radares ultrasensibles. Cuando los ni?os nos preguntan, asimilan mucho m¨¢s nuestras reacciones que el contenido de nuestras contestaciones. Estas contestaciones que a veces tanto nos preocupan son casi intrascendentes frente a nuestras actitudes y conductas. No nos empe?emos, por tanto, en ser expertos en respuestas que t¨¦cnicamente desconocemos. Reconocer que algo no se sabe de forma asertiva y relajada es m¨¢s positivo que mostrar incomodidad o contrariedad. Nuestros valores y nuestras actitudes ante las relaciones entre hombres y mujeres, ante las distintas formas de vivir la sexualidad o ante cualquier otro aspecto de la sexualidad pueden tener una influencia decisiva en la educaci¨®n sexual. Podemos ser y somos mensajeros de ejemplos, negativos o positivos. Y ¨¦stos no caen en saco roto.
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