Un modelo de integraci¨®n en crisis
La creciente brecha social entre la poblaci¨®n aut¨®ctona e inmigrante en Holanda pone en duda las pol¨ªticas multiculturales
Ninguno de los partidos pol¨ªticos holandeses que acudir¨¢ a las elecciones municipales, el pr¨®ximo 7 de marzo, menciona en sus programas para las 30 ciudades m¨¢s grandes del pa¨ªs el elevado ¨ªndice de paro de la comunidad inmigrante. Y ello a pesar de que la Oficina Central de Estad¨ªstica alert¨® a finales de enero de que un 40% de estos j¨®venes, entre 18 y 23 a?os, est¨¢ desempleado. El departamento a?ad¨ªa que la poblaci¨®n aut¨®ctona tiene cada vez menos trato con sus vecinos de origen turco y marroqu¨ª. Una brecha social que, seg¨²n el Consejo para el Desarrollo Social, no podr¨¢n cerrar las iniciativas multiculturales que suelen resaltar los aspectos ¨¦tnicos de cada grupo. S¨®lo la inversi¨®n en planes educativos y de empleo recobrar¨ªan algo la situaci¨®n actual.
Las embajadas holandesas examinar¨¢n de lengua y cultura para dar la residencia
La segunda generaci¨®n de inmigrantes se siente menos en casa que sus padres
"Conocido no es sin¨®nimo de apreciado", concluy¨® el Consejo para el Desarrollo Social en un informe reci¨¦n remitido al Ministerio de Inmigraci¨®n e Integraci¨®n. La promoci¨®n de almuerzos en la calle, fiestas c¨ªvicas o partidos de f¨²tbol no mejora la imagen que los ciudadanos aut¨®ctonos tienen de los inmigrantes. O viceversa. "La convivencia es efectiva siempre que lo ¨¦tnico no sea el punto de partida. Hay que buscar intereses comunes entre los ciudadanos. Adem¨¢s de reducir distancias econ¨®micas y sociales", se?ala el trabajo.
Poco antes de recibirlo, Rita Verdonk, titular de Inmigraci¨®n, se?al¨® que el Ejecutivo (una coalici¨®n de centro-derecha formada por la democracia cristiana y dos partidos liberales) ya a?adi¨® a finales del pasado a?o 75 millones de euros a la recuperaci¨®n de alumnos fracasados -en su mayor¨ªa de origen inmigrante- en la formaci¨®n profesional. No har¨ªan falta, por tanto, nuevos desembolsos para reducir el paro de este grupo.
Verdonk reconoce que los primeros en sufrir discriminaciones son los aspirantes no aut¨®ctonos. Pero prefiere favorecer la integraci¨®n a trav¨¦s del idioma y la asunci¨®n de las normas y valores holandeses. Sus ex¨¢menes de lengua, cultura y sociedad pensados para los solicitantes de un permiso de residencia son un claro ejemplo. A punto de entrar en vigor el pr¨®ximo 15 de marzo, ser¨¢n efectuados en las embajadas de Holanda en el extranjero. Equipadas con un sistema cibern¨¦tico de reconocimiento de la voz para la prueba oral, y de ordenadores corrientes para el escrito, all¨ª deber¨¢n acudir los inmigrantes que busquen un futuro en los Pa¨ªses Bajos.
Los gastos corren de su cuenta, y la idea de Verdonk es doble. Por un lado, espera que los viajeros comprendan mejor la tierra a la que acuden y respeten sus costumbres. El manejo del holand¨¦s les ayudar¨¢ a integrarse. El otro objetivo tal vez sea menos digno de alabanza, aunque igualmente leg¨ªtimo. La ministra supone que esta primera barrera puede desanimar a muchos a intentar la aventura holandesa.
Han Noten, senador socialdem¨®crata holand¨¦s, prefiere centrarse en realidades tangibles. De la lectura del informe de Estad¨ªstica ha subrayado un dato que le parece muy duro. Apunta que las segundas generaciones de inmigrantes, nacidas y criadas en Holanda, se sienten menos en casa aqu¨ª que sus padres. "Cuanto m¨¢s saben, m¨¢s se irritan. No ascienden, ni en los estudios ni en el trabajo. Por eso es fundamental mejorar sus expectativas laborales", ha dicho.
En su opini¨®n, se habla mucho m¨¢s del velo femenino, o bien de medidas antiterroristas, que de la integraci¨®n de los inmigrantes. Abdelhale Adlj, un techador de 35 a?os, lo sabe bien. En paro desde 2003, acab¨® firmando una de sus m¨²ltiples solicitudes de empleo con el nombre ficticio de Erik. "Me llamaron a la primera", asegura.
En Inmigraci¨®n admiten que muchos patrones son reticentes a la hora de contratar j¨®venes con apellidos que suenen ¨¢rabes. "Puede que hayan tenido una mala experiencia en el pasado y teman correr riesgos inexistente", se?alan dichas fuentes. En c¨ªrculos diplom¨¢ticos turcos se a?ade otro testimonio. "Nuestros inmigrantes y los de Marruecos llevan en Holanda 40 a?os. Pero s¨®lo ahora se habla de integraci¨®n".
Es cierto que los prejuicios pol¨ªticos se impusieron en el pasado a la l¨®gica de la presencia de trabajadores temporeros. Aunque tra¨ªan a sus familias en lugar de regresar a su tierra, integraci¨®n era casi sin¨®nimo de racismo. El vac¨ªo dejado por la falta de planes oficiales, y del di¨¢logo intercultural ahora tan en boga convirti¨® el asunto en uno de los m¨¢s inc¨®modos de la pol¨ªtica nacional. La famosa tolerancia holandesa acab¨® en indiferencia.
Por eso ministras como Rita Verdonk, que presenta proyectos muy concretos sobre la repatriaci¨®n de los sin papeles son muy populares. Aunque a veces tambi¨¦n se escalda. Como ahora, con Ta?da Pasic, una joven kosovar de 18 a?os, que desea terminar la secundaria en Holanda, a pesar de que regres¨® en su d¨ªa a su tierra con su familia al rechazarse su demanda de asilo. A su vuelta en solitario a Winterswijk (este del pa¨ªs), la ministra la sac¨® del colegio y la intern¨® en un centro para inmigrantes a punto de devoluci¨®n. Los tribunales ordenaron su puesta en libertad.
El Parlamento y la calle se preguntaron si tanta rudeza era necesaria. La chica hab¨ªa pedido regresar en dos ocasiones anteriores. Sin ¨¦xito. Entonces recurri¨® a un visado franc¨¦s de turista. Un fraude, seg¨²n la ministra. Pasic tiene 28 d¨ªas para abandonar Holanda sin su t¨ªtulo escolar, pero ha apelado dicha orden. El Parlamento ha vuelto a preguntar si cabe una soluci¨®n, y la ciudadan¨ªa est¨¢ dividida. La mitad de los holandeses cree que debe marchar. El resto, que acabe el colegio en paz.
En otras ocasiones, sin embargo, no es la imagen del Gobierno la que sale malparada. El centenar largo de adolescentes de origen marroqu¨ª que alborotan en algunos barrios de Amsterdam invalidan sus demandas de integraci¨®n. El alcalde, Job Cohen, prefiere subrayar los esfuerzos de su propia comunidad por ayudarles. El primer ministro, Jan Peter Balkenende, le ha dado un toque m¨¢s pol¨ªtico al asunto. Tras alabar "la mesura de las organizaciones musulmanas ante la pol¨¦mica de las caricaturas de Mahoma", ha pedido su voto en los pr¨®ximos comicios locales
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