Roma, celosa de Madrid
Las obras de la M-30 llevan camino de convertirse en un parque tem¨¢tico visitable. Despu¨¦s de recibir a autoridades de la ciudad de Mosc¨² y al alcalde de Lyon, G¨¦rard Colomb, ayer le toc¨® el turno al socialista Walter Veltroni, alcalde de Roma, quien, de visita oficial en Espa?a, tuvo tiempo de ponerse el casco y escapar a conocer la tuneladora m¨¢s grande del mundo, Dulcinea, que construye uno de los t¨²neles del eje sur.
Ante la enormidad de la obra -4,2 kil¨®metros de largo, 15 metros de di¨¢metro, tres carriles por sentido-, la primera pregunta de Veltroni fue: "?No hab¨¦is tenido problemas con yacimientos arqueol¨®gicos? ?Qu¨¦ suerte! En Roma excavamos medio metro y ya aparece algo de nuestros antepasados". La segunda: "Todo esto ?cu¨¢nto cuesta?". "Este t¨²nel, 300 millones. Toda la reforma de la M-30, 2.500 millones", respondi¨® Ruiz-Gallard¨®n. "Y ?cu¨¢nto dinero pone el Estado?", inquiri¨® el italiano. "Ni un solo euro, lo paga todo el Ayuntamiento", respondi¨® sonriente el madrile?o.
Veltroni, con una comitiva de cargos de su gobierno y periodistas italianos, enfundados todos en monos blancos de obra, cascos y chalecos reflectantes, quiso contemplar el rostro de Dulcinea. Todos subieron a un trenecito que los llev¨®, por los primeros 1.000 metros de t¨²nel ya construidos, hasta la gigantesca m¨¢quina, y all¨ª los dej¨® durante un rato para traerlos despu¨¦s de vuelta a la superficie.
Una vez frente a los micr¨®fonos, Veltroni hizo un discurso casi m¨¢s entusiasta que el propio Ruiz-Gallard¨®n. "Ambos compartimos la misma idea de ciudad: ganas de futuro, infraestructuras, modernidad y calidad de vida, cultura, protecci¨®n del medio ambiente. Tenemos los mismos problemas: tr¨¢fico, contaminaci¨®n. Y s¨®lo hay una v¨ªa para resolverlos: hacer infraestructuras de transporte, sobre todo de transporte p¨²blico", dijo el alcalde romano.
Veltroni glos¨® las bondades de la futura Ley de Capitalidad de Madrid, y termin¨® recordando que en Roma construyeron un t¨²nel de cuatro kil¨®metros (dando un giro para no da?ar el centro monumental) y "las ventajas han sido enormes: menos tiempo de desplazamiento y menos contaminaci¨®n". "El camino que ha tomado Madrid es el acertado: meter los coches bajo tierra. Y yo tengo cierta envidia. Me siento un poco celoso de que puedan hacer esta obra".
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