Sharon Stone afila sus armas seductoras
La actriz retoma, 14 a?os despu¨¦s, el personaje que la hizo famosa en 'Instinto b¨¢sico'
Sharon Stone afila de nuevo las armas seductoras que ensay¨® en Instinto b¨¢sico para atrapar a su pareja protagonista, Michael Douglas, en un mort¨ªfero juego sexual. En la secuela de este cl¨¢sico thriller er¨®tico, cuya acci¨®n se traslada a escenarios londinenses, la actriz vuelve a engatusar a cuantos se entrometen en su objetivo. El brit¨¢nico David Morrisey comparte estrellato en Instinto b¨¢sico 2: adicci¨®n al riesgo que dirige el escoc¨¦s Michael-Caton Jones. Tras una presentaci¨®n de gala el pr¨®ximo d¨ªa 15 en Londres, la pel¨ªcula se estrenar¨¢ en Europa y Estados Unidos el 31 de marzo.
Sharon Stone es la ¨²nica superviviente del equipo de Instinto b¨¢sico, la pel¨ªcula de Paul Verhoeven, de 1992, que abri¨® una brecha en el cine de suspense y de las tramas detectivescas. Los incontrolables impulsos sexuales de la protagonista en su papel de Catherine Tramell, reputada escritora de oficio y asesina en serie de vocaci¨®n, ayudaron a catapultar a la entonces poco conocida actriz a la cima de Hollywood. Desde entonces, ha sido Stone quien m¨¢s se ha peleado y ha presionado para llevar a la pantalla esta segunda parte de la pel¨ªcula.
"Este personaje no es divertido. M¨¢s bien es desconcertante y liberador"
"La fama crea una energ¨ªa como un im¨¢n. Atrae muchas cosas, pero no todas buenas"
En el intervalo de 14 a?os entre el filme original y su secuela, se han barajado cientos de nombres como recambio de Verhoeven y Michael Douglas, funciones que finalmente recalaron en Michael Caton-Jones -realizador del thriller pol¨ªtico Esc¨¢ndalo (el caso de Christine Keeler) y del m¨¢s reciente Shooting dogs, ambos con John Hurt de protagonista-, y en David Morrisey, celebrado actor de la televisi¨®n brit¨¢nica. "?Se estren¨® en el 92? Eso significa que tengo 103 a?os en el calendario de actores", dice Stone con humor.
Hoy cumple 48 a?os y los celebra en Israel, donde forma parte de una misi¨®n de paz. El instinto humanista tambi¨¦n sali¨® a relucir durante el rodaje de la secuela en los estudios Pinewood, a las afueras de Londres. Era el 7 de julio de 2005, y cuatro mort¨ªferas bombas acababan de explotar en el metro y en un autob¨²s de la capital brit¨¢nica. Stone hab¨ªa dejado a sus dos hijos y a su madre no muy lejos de los atentados. "Siento un agobio enorme porque estamos a ambos lados de un ataque de Al Qaeda. Creo que mis hijos est¨¢n a salvo y tambi¨¦n creo que todos estamos aprendiendo, profundizando y madurando en esta fase terrorista. La maldad empeque?ece, no aporta poder. Refuerza nuestra lealtad, nuestro amor, nuestro apoyo a la familia, al vecino, a los dem¨¢s. No podemos responder con violencia, sino con amor", defendi¨® ese d¨ªa con pasi¨®n.
Minutos antes, Stone rodaba una escena claustrof¨®bica en el interior de un autom¨®vil, que acabar¨ªa sumergido en las aguas del T¨¢mesis en el montaje final del filme. "Es lo m¨¢s duro, intenso y complicado que he hecho en mi vida. Tres d¨ªas confinada en el coche, con las puertas y ventanas cerradas, el agua subiendo por los bajos de la carrocer¨ªa... e intentando controlar la ansiedad y el miedo a morir ahogada", exclamaba. "Interpretar a Catherine Tramell no es divertido. M¨¢s bien, desconcertante y liberador. Y, por supuesto, un reto superior al de otros personajes", a?ad¨ªa.
En su segunda inmersi¨®n en el papel, la actriz parte de la base de que la reputada y millonaria escritora es una asesina en serie con dos d¨¦cadas de experiencia. Se ha mudado a Londres y ha reconstruido su glamourosa vida sin perder una pizca de su magn¨¦tico poder sexual. "Es un personaje muy complejo y contencioso. Y, como actriz, tambi¨¦n es personalmente complejo crear ante la c¨¢mara los desnudos, las seducciones, los asesinatos. Es una experiencia de una extraordinaria intensidad psicol¨®gica", comentaba la actriz en el rodaje.
Arropada en un albornoz blanco, Stone da ciertas pistas de su imponente gancho seductor. Cruza y descruza las piernas una y otra vez evocando la secuencia m¨¢s comentada y pol¨¦mica del filme original, la de su interrogatorio frente a Michael Douglas. "En absoluto pens¨¦ en ning¨²n momento que se ver¨ªa algo por debajo de mi vestido. Pero como artista, de tener ese material, tambi¨¦n querr¨ªa utilizarlo. Me pele¨¦ con Paul por esas im¨¢genes y ¨¦l se comport¨® deplorablemente conmigo, pero yo tambi¨¦n las hubiera aprovechado. El trato hubiera sido distinto porque, claro, Paul es un hombre. Lo cierto es que el material era relevante, bueno e interesante".
De la carga sexual en esta secuela, Morrisey sugiere que la audiencia no quedar¨¢ defraudada. "Sexo directo y expl¨ªcito. Catherine desata en mi personaje un desbordante deseo sexual que acarrea mucha excitaci¨®n y tambi¨¦n mucho peligro", adelanta el actor brit¨¢nico sobre su primer papel en una producci¨®n hollywoodense. Interpreta a un psiquiatra criminal, el doctor Michael Glass, encargado de examinar a la escritora, principal sospechosa de la muerte de un famoso deportista al que da vida el ex futbolista Stan Collymore.
La investigaci¨®n arranca en la primera secuencia de la pel¨ªcula. Hay un accidente de carretera. La conductora (Stone) sale ilesa y su pareja (Collymore) muere. Es la misma trama de la ¨²ltima novela de Catherine Tramell, y el detective de Scotland Yard, en la figura de David Thwelis, tiene ya una primera pieza con la que hilar el caso. "En mi informe policial declaro que la sospechosa sufre de una adicci¨®n al riesgo. El juicio se hunde por diversas circunstancias y Tramell me convence para que contin¨²e psicoanaliz¨¢ndola", explica Morrisey.
Los ingredientes est¨¢n servidos. Seducci¨®n, atracci¨®n y muerte. "El filme muestra el trepidante descenso al infierno de un hombre. Un infierno que ¨¦l mismo se ha creado. La audiencia sentir¨¢ pavor por el destino de este personaje. Presiente c¨®mo su vanidad y las decisiones que toma mientras deja al desnudo todas sus inseguridades le llevar¨¢n al agujero", a?ade el actor brit¨¢nico, cuya candidatura a la secuela fue aprobada personalmente por Sharon Stone. Fueron probablemente su rotunda interpretaci¨®n de Gordon Brown, el ministro brit¨¢nico de Hacienda, en el telefilme The deal, y su actuaci¨®n en otra producci¨®n de la BBC de corte pol¨ªtico, State of play, las credenciales que le garantizaron la entrada en la gran industria del cine. Entre sus trabajos m¨¢s recientes est¨¢n Stoned, sobre la muerte del miembro fundador de los Rolling Stones Brian Jones, y Sin control, en la que comparte reparto con Jennifer Aniston y Clive Owen.
Un nuevo concepto surge en la trama er¨®tica criminal de Instinto b¨¢sico, que Morrisey relaciona con el ambiente brit¨¢nico en el que se desenvuelve la protagonista. "Es una mujer independiente, millonaria y sexualmente liberada. No necesita el apoyo moral ni el sustento econ¨®mico de ning¨²n hombre. Controla e intimida. Los profesionales brit¨¢nicos no saben c¨®mo tratarla, c¨®mo responder a una mujer tan segura de su magnetismo sexual", razona el actor. Stone, por su parte, opta por no desvelar detalles del nivel de intimidad que se alcanza en Instinto b¨¢sico 2: adicci¨®n al riego: "Tendr¨¦is que comprar la entrada como todos los dem¨¢s", dice al grupo de periodistas reunidos en el rodaje.
Sharon Stone debe su fama a Instinto b¨¢sico y conf¨ªa en la secuela para recuperar el poder de atracci¨®n que va escap¨¢ndose de su mano en los ¨²ltimos a?os. En 1995 fue candidata a un Oscar por Casino pero los triunfos cr¨ªticos y comerciales gotean desde entonces. En cambio, su aureola de superestrella no ha menguado. "Ser una superestrella es algo grande, e Instinto b¨¢sico all¨ª me condujo. La fama genera una energ¨ªa similar a la de un im¨¢n: atrae muchas cosas, pero no todas son buenas. As¨ª ha sido y sigue siendo mi vida".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.