Viajar no es lo que era
Lo que va de ayer a hoy se hace especialmente patente a la luz de los libros de viajes. Espa?a como tema siempre ha estado en el punto de mira de viajeros abor¨ªgenes y for¨¢neos, y la mudanza de los tiempos permite desde luego, si se comparan libros de diversas ¨¦pocas, boquiabrirse ante los cambios sociol¨®gicos experimentados por paisanaje y paisaje, y tambi¨¦n constatar que la sensibilidad de editores y p¨²blico ha dado un giro copernicano en este g¨¦nero de literatura.
La Espa?a que Gabi Mart¨ªnez proclama retratar es "inesperada". Declaraci¨®n de intenciones que se dirige a un tipo de lector, el contempor¨¢neo, que necesitar¨ªa ante todo verse confrontado con lo ins¨®lito, pues en caso contrario ?a qu¨¦ leer? Mart¨ªnez estructura su libro seg¨²n esa premisa, y as¨ª compone un friso que lo mismo se adentra en Benidorm y su mascar¨®n de proa hotelero que en las esencias leoninas del Athletic de Bilbao que en las pasarelas de moda que dicen enfrentar Barcelona con Madrid o viceversa. Ahora bien, si lo "inesperado" fuese s¨®lo la tem¨¢tica no habr¨ªa distancia clara con la literatura de viaje de anta?o, puesto que desde Homero sorprender con peripecias o im¨¢genes al lector entra dentro del canon. Pero en lo que Mart¨ªnez s¨ª es representativo de los usos de hoy es en el af¨¢n de estar en escena continuamente, para dejar claro que el protagonismo del autor es elemento indispensable en las modernas pautas de esta literatura. Si el lector acepta esa fundamental regla de juego, se establece la complicidad y miel sobre hojuelas.
Ni Andersen ni M¨¦rim¨¦e jugaban esa carta al escribir sobre la Espa?a del XIX. Otros tiempos, otros modos de encandilar al p¨²blico. El franc¨¦s fue un aut¨¦ntico pateador, y Espa?a, que pis¨® por primera vez para olvidar una cat¨¢strofe amorosa, se convirti¨® en columna vertebral de su literatura. Sin duda repar¨® que el exotismo de debajo de los Pirineos salpimentaba estupendamente la curiosidad de sus compatriotas, pero leyendo estas cr¨®nicas se ve que M¨¦rim¨¦e no rebuscaba para a toda costa ponerse exotista y por tanto "exitista", sino que su motor era la propia curiosidad. Su pintura de corridas y toreros, o de la ejecuci¨®n p¨²blica que puede toparse en la calle, o de las brujas ind¨ªgenas, son sinceras; tanto como su descripci¨®n objetivista del Museo del Prado. No oculta desde luego que quien vive lo que nos cuenta es ¨¦l, pero le interesa ante todo transmitir lo que ve y no insistir en que lo que ve tiene valor porque ¨¦l lo ve.
Andersen es m¨¢s cronista de viaje. Describe much¨ªsimo m¨¢s que opina. No pretende lo que ahora denominar¨ªamos sacar conclusiones universales. Pormenoriza las etapas de un viaje que no pretende imponer a nadie m¨¢s. Le interesa lo que presencia, y adem¨¢s se preocupa por el latido de la vida cultural espa?ola. El lector encontrar¨¢ un itinerario casi de vuelta ciclista, porque Andersen entra por Catalu?a, baja por Levante, se faja con Andaluc¨ªa, entra a Toledo, se zambulle en Madrid, y regresa a tierras boreales por Castilla y Pa¨ªs Vasco. Quiere decirse que escribe porque est¨¢ subyugado, pero no se pone estupendo por sentirse as¨ª.
Una Espa?a inesperada. Gabi Mart¨ªnez. Poliedro. Barcelona, 2005. 614 p¨¢ginas. 26 euros. Cartas de Espa?a. Prosper M¨¦rim¨¦e. Traducci¨®n de Aguirre de C¨¢rcer, Marie-Christine del Castillo, Antonio Jim¨¦nez, Ram¨®n Ib¨¢?ez y Pedro Vances. Renacimiento. Sevilla, 2005. 272 p¨¢ginas. 15 euros. Viaje por Espa?a. Hans Christian Andersen. Traducci¨®n, prefacio, ep¨ªlogo y notas de Marisa Rey. Alianza Editorial. Madrid, 2005. 365 p¨¢ginas. 8 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.