Milosevic muere en su celda de La Haya
El ex presidente serbio, de 64 a?os, era juzgado por la ONU por genocidio y cr¨ªmenes de guerra
Slobodan Milosevic fue hallado muerto ayer en su celda del centro penitenciario de Naciones Unidas, en La Haya, por uno de sus guardianes. Informado de lo ocurrido, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPI-Y), que le juzgaba por genocidio y cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad en las guerras de los Balcanes, orden¨® que se practicara la autopsia. Tambi¨¦n ha sido abierta una investigaci¨®n. El ex presidente serbio, de 64 a?os, padec¨ªa hipertensi¨®n cr¨®nica y el mes pasado vio denegada su petici¨®n de trasladarse a Rusia para que le trataran all¨ª. Seg¨²n el ministro holand¨¦s de Exteriores, Ben Bot, la muerte se produjo "por causas naturales".
Bot hizo esta declaraci¨®n desde Salzburgo, donde asist¨ªa a una reuni¨®n con sus hom¨®logos comunitarios. El TPI-Y ha pedido tambi¨¦n un examen toxicol¨®gico. Uno de sus portavoces dijo que no hab¨ªa indicios "de que se tratase de un suicidio", aunque esperar¨ªan al resultado de las pruebas.
Hace cinco d¨ªas se quit¨® la vida en otra de las celdas de la misma c¨¢rcel Milan Babic, antiguo presidente de la regi¨®n secesionista serbia de Krajina, en Croacia. Acusado a su vez de cr¨ªmenes contra la humanidad, cumpl¨ªa una condena de 13 a?os. No hay que olvidar, adem¨¢s, que los padres de Milosevic se suicidaron cuando ¨¦l era joven. De todos modos, a Stephen Kay, uno de los letrados impuesto por el tribunal para ayudarle, le hab¨ªa dicho que ped¨ªa ayuda m¨¦dica porque no hab¨ªa llegado tan lejos "s¨®lo para da?ar mi salud".
Tratamiento en Rusia
La noticia del fallecimiento de Milosevic fue adelantada por la radio y televisi¨®n serbia desde Belgrado. Nada m¨¢s enterarse, la familia del ex presidente serbio culp¨® al tribunal de la ONU de lo ocurrido. Su hermano mayor, Bronislav, dijo que la negativa de trasladarle a Mosc¨² para que le trataran la hipertensi¨®n "fue inhumana". Hace unos d¨ªas, el antiguo presidente yugoslavo se hab¨ªa quejado "de una tensi¨®n insoportable en los ojos y los o¨ªdos". Los jueces que le juzgaban en La Haya le ofrecieron llamar al especialista de su elecci¨®n, sin importar su nacionalidad, pero no le permitieron abandonar Holanda para no exponerse a que no regresara de Rusia. En Mosc¨² residen en este momento su esposa, un hijo y un hermano.
La mala salud de Milosevic era un hecho sabido. El juicio en su contra, el primero que se celebraba contra un jefe de Estado, hab¨ªa sido interrumpido en una veintena larga de ocasiones entre 2002 y 2004 debido a su tensi¨®n arterial. Y a varias gripes. Ocurr¨ªa siguiendo casi un mismo patr¨®n. Como se defend¨ªa a s¨ª mismo y participaba de forma activa en todas las sesiones y careos, pasaba pocas temporadas con buen aspecto. Cuando empezaba a congestionarse, la suspensi¨®n por enfermedad era inevitable. "Ustedes no me dejan descansar y me agobian con sus exigencias", le reprochaba al tribunal. "D¨¦jese ayudar y permita que otros abogados le aligeren la carga de la defensa", contestaban invariablemente los jueces.
Sobre si segu¨ªa fumando a pesar de su condici¨®n y la regularidad con que tomaba la medicaci¨®n, ha sido siempre dif¨ªcil ponerse de acuerdo. Lo ¨²nico claro es que no se fiaba de nadie. Por eso contaba con su propio equipo de asesores legales.
Abogado de formaci¨®n, no reconoci¨® la competencia del TPI-Y y esgrimi¨® su derecho a representarse individualmente. El tribunal lo acept¨® desde el principio, una concesi¨®n que algunos expertos consideran excesiva. "Era primordial no dar la sensaci¨®n de parcialidad. Pero tal vez se hayan exagerado las concesiones jur¨ªdicas para con ¨¦l", dice Tom Zwaan, estudioso del genocidio y el Holocausto del Instituto holand¨¦s para la Documentaci¨®n de la Guerra.
En una cosa no transigieron los jueces. Cuando las pausas por enfermedad se encadenaron, le fueron impuestos a Milosevic dos letrados de oficio. Aunque no quiso colaborar con ellos, se lleg¨® a un acuerdo. ?l seguir¨ªa defendi¨¦ndose con la discreta asistencia de dichos colegas. Con la lista de testigos de su defensa tambi¨¦n sufri¨® un rev¨¦s. La primera superaba el millar. La segunda pasaba del centenar e inclu¨ªa al primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair; al ex presidente Bill Clinton o al ex canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der. Los jueces no consideraron necesaria su presencia para el buen curso de un proceso ahora bruscamente cerrado.
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