Francia suministrar¨¢ el sistema de combate de los buques para Caracas
Defensa cree que el espionaje de EE UU intent¨® vetar la operaci¨®n
Aunque las presiones de Estados Unidos se han centrado en Espa?a, casi el 20% de los 1.250 millones de euros que cuestan las ocho patrulleras que los astilleros p¨²blicos Navantia han vendido a Venezuela ir¨¢n a parar a manos francesas. Por razones pol¨ªticas, el Gobierno espa?ol ha decidido que Navantia no fabrique los sistemas de combate de los buques, que ser¨¢n suministrados por Thales, el grupo franc¨¦s de electr¨®nica y defensa, por unos 230 millones.
El Ministerio de Defensa est¨¢ convencido de que la operaci¨®n de espionaje denunciada por el presidente Ch¨¢vez en torno a los buques era cierta. El objetivo de Washington ser¨ªa localizar componentes de origen estadounidense en los barcos para vetar la operaci¨®n. Ese veto a la transferencia a Venezuela de los equipos de origen estadounidense incluidos en los aviones de transporte fabricados por CASA-EADS (lo que ha dejado en suspenso la venta a Caracas de 12 aparatos por 500 millones de euros) ha obligado a revisar con lupa hasta el ¨²ltimo tornillo utilizado en la construcci¨®n de los ocho buques de Navantia.
Fuentes del astillero p¨²blico sostienen que las patrulleras (dos oce¨¢nicas y dos litorales) no llevan ni un solo componente cuya venta a un tercer pa¨ªs requiera la licencia de EE UU. Como ejemplo, un equipo de radio que utiliza la Armada venezolana y tiene patente estadounidense se sustituy¨® por otro europeo para evitar cualquier problema.
As¨ª se le comunic¨® a la embajada estadounidense en Madrid, cuyo titular es Eduardo Aguirre, a la que tambi¨¦n se le facilit¨® informaci¨®n pormenorizada para convencerle de que no se trataba de buques de ataque, sino de protecci¨®n de los recursos naturales y que, en consecuencia, no pod¨ªan ser vistos como una amenaza por los pa¨ªses vecinos.
Durante el proceso de negociaci¨®n, y a medida que la hostilidad de EE UU hacia la operaci¨®n se iba haciendo m¨¢s patente, el proyecto se fue desarmando y civilizando. A pesar de que, por sus dimensiones, los buques de vigilancia oce¨¢nica encajan en la categor¨ªa de corbetas, se evit¨® el uso de este nombre y se limit¨® su armamento a un ca?¨®n italiano Oto Melara -de 40 o 76 mil¨ªmetros de calibre- y una ametralladora suiza Oerlikon de 20 mil¨ªmetros.
Pero la cesi¨®n m¨¢s significativa fue la renuncia a vender el sistema de combate de las patrulleras. Aunque, seg¨²n fuentes industriales, Navantia ten¨ªa capacidad para ello -en los a?os ochenta fabric¨® el sistema de combate de los patrulleros Serviola, antepasados de los buques para Venezuela-, por razones pol¨ªticas se decidi¨® no entrar en el coraz¨®n del buque de guerra.
El contrato firmado por los astilleros p¨²blicos espa?oles con la Armada venezolana, cuya ejecuci¨®n debe iniciarse en breve, incluye la integraci¨®n de sistemas de combate franceses suministrados por el grupo Thales.
No parece, sin embargo, que estos gestos apaciguaran la inquietud de EE UU. A principios de febrero, el presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez, confirm¨® que la investigaci¨®n por espionaje abierta contra varios mandos de la Armada venezolana estaba relacionada con las patrulleras de Navantia. El caso provoc¨® un incidente diplom¨¢tico entre los dos pa¨ªses, con la expulsi¨®n de sendos agregados de las respectivas embajadas.
Tanto el Ministerio de Defensa como la industria espa?ola est¨¢n convencidos de que las protestas venezolanas est¨¢n fundadas y de que, efectivamente, existi¨® un caso de espionaje en torno a las patrulleras de Navantia. Pero el objetivo, en opini¨®n de las mismas fuentes, no pod¨ªa ser el descubrimiento de capacidades militares insospechadas en las embarcaciones, cuyas caracter¨ªsticas son sobradamente conocidas por el Pent¨¢gono, sino la localizaci¨®n de alg¨²n componente que, aunque de forma indirecta, tuviera origen estadounidense.
Con esta informaci¨®n, Washington podr¨ªa haber extendido a las patrulleras el veto ya planteado a la venta de aviones o, como m¨ªnimo, haber puesto serias trabas a la operaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.