Memoria de Manolo
Pongamos que dentro de unos a?os un acad¨¦mico de un planeta lejano aterrizara en Barcelona dispuesto a estudiar a fondo la obra de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, y pongamos que, gracias a su empe?o, consiguiera reunir todos los libros del escritor. Una vez repuesto de la sorpresa ante la enorme producci¨®n de ¨¦ste, lo m¨¢s probable es que el experto alien¨ªgena concluyera que V¨¢zquez Montalb¨¢n no era una sola persona, sino un seud¨®nimo bajo el que se ocultaba todo un equipo de esforzados escritores. De otro modo no entender¨ªa que pudiera haber escrito casi de todo y mucho: poes¨ªa, novela, ensayo, novela negra, relatos, art¨ªculos, reportajes, entrevistas... En lo que respecta a los temas, el espectro no es menos amplio: pol¨ªtica, sociolog¨ªa, cancionero sentimental, f¨²tbol, gastronom¨ªa, humor, reflexi¨®n sobre las ciudades y unos cuantos etc¨¦teras.
De no haberle conocido personalmente, probablemente yo estar¨ªa de acuerdo con el alien¨ªgena en que tantas p¨¢ginas no pueden haber salido de una sola persona. Pero le conoc¨ª y s¨¦, por tanto, que V¨¢zquez Montalb¨¢n no s¨®lo existi¨®, sino que era una persona de una categor¨ªa intelectual prodigiosa, capaz de redactar un art¨ªculo en diez minutos o de escribir una novela en un mes. Cuando le entrevistaba, daba la sensaci¨®n de que su mente iba diez veces m¨¢s de prisa que la de cualquier otro escritor, y no s¨®lo eso, sino que era capaz de soltar un an¨¢lisis l¨²cido y una idea brillante cada dos frases. El problema llegaba a la hora de escribir el titular, y no porque costara dar con uno, sino porque hab¨ªa que elegir entre un amplio abanico. Un exceso que se comprende que desorientara al amigo llegado de otro planeta.
V¨¢zquez Montalb¨¢n ten¨ªa 64 a?os cuando muri¨® de un fallo cardiaco en el aeropuerto de Bangkok. Era el 18 de octubre de 2003 y todav¨ªa le quedaban muchos libros por escribir. Tuvo la atenci¨®n, eso s¨ª, de dejar unos cuantos a punto de edici¨®n, entre ellos Milenio, la novela que cierra la serie Carvalho. Sus admiradores, sin embargo, no se resignan. Por eso, un grupo de amigos de Sant Cugat ha creado el Memorial V¨¢zquez Montalb¨¢n. Isidre Mar¨ªas, uno de los fundadores, se?ala: "No tuvimos una relaci¨®n personal con ¨¦l, pero le admiramos como escritor. El Memorial busca conservar la memoria no s¨®lo de su obra, sino tambi¨¦n de su actitud. No pretendemos tratarle como a un santo, sino conservar la actitud de pensar libremente".
La primera actividad del Memorial, poco despu¨¦s de la muerte de Manolo, consisti¨® en un homenaje en el que participaron Borja de Riquer, Josep Llu¨ªs L¨®pez Bulla y Sergi Beser. Pero no se contentaron con esto. Con el tiempo han creado un premio destinado a distinguir los trabajos de investigaci¨®n escolares que impliquen una mejora de la sociedad y una serie de actos y debates que buscan profundizar en la obra del escritor. "La idea es reunirnos cada mes para hablar de ¨¦l y de su obra", comenta Mar¨ªas. "El pasado octubre hicimos un acto en el que particip¨® Jos¨¦ Saval, bi¨®grafo de V¨¢zquez Montalb¨¢n que es profesor en la Universidad de Edimburgo, y en el futuro pensamos debatir temas como su relaci¨®n con el f¨²tbol, con la gastronom¨ªa, con la novela negra..." (para informarse, v¨¦ase http: //www.stcugat.net/mvm/proper.htm).
El Taller de Lectura de V¨¢zquez Montalb¨¢n es otro apartado de las actividades del Memorial. Recientemente se celebr¨® en el Ateneo de Sant Cugat una sesi¨®n centrada en la novela El pianista. Oficiaba Sergi Beser, catedr¨¢tico de literatura en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y amigo personal de V¨¢zquez Montalb¨¢n, que le hizo el regalo de retratarlo tal cual es en la novela Los mares del sur. "Manolo y yo compartimos de ni?os el mismo barrio, el Raval, que entonces se llamaba Distrito V o Barrio Chino", cuenta. "?l naci¨® en la calle de la Botella, cerca de la plaza del Pedr¨®, y yo viv¨ª desde los siete a?os en la esquina de Tigre y Le¨®n, muy cerca de La Paloma. La calle de Ponent (la actual Joaqu¨ªn Costa) era para nosotros un mundo de alta sociedad y la ronda de Sant Antoni era una frontera. Era un barrio con mucha emigraci¨®n y mucha vida de calle. No conozco a ning¨²n otro escritor que, sin haber escrito una novela de base autobiogr¨¢fica, haya hablado tanto en sus libros de su mundo, en este caso del tri¨¢ngulo sagrado que se extend¨ªa entre las calles de la Cera, de la Botella y del Hospital, apuntando hacia la plaza del Pedr¨®".
Es en esta zona donde se sit¨²a El pianista, una novela que reflexiona sobre el ¨¦xito y el fracaso, y tambi¨¦n sobre el compromiso del artista, con un personaje en el centro, un pianista llamado Albert Rossell que tiene mucho de Frederic Mompou. "Ya en Los p¨¢jaros de Bangkok, que para m¨ª es una de las mejores novelas de la serie Carvalho, aparec¨ªan algunos personajes de El pianista", comenta Beser. "Entonces Manolo ya estaba escribi¨¦ndola y habla de un pianista llamado Rossell que toca en un tugurio de la parte baja de La Rambla".
El pianista, una de las mejores novelas de V¨¢zquez Montalb¨¢n, est¨¢ dividida en tres partes, ambientadas en distintas ¨¦pocas, y tiene un gran momento que transcurre en las azoteas del barrio de la infancia. "Manolo ten¨ªa cuatro o cinco a?os menos que yo y es sorprendente c¨®mo conserva la memoria del barrio", se?ala Beser. "Aqu¨¦l era su mundo, y se ve en otras obras suyas, como en el relato 'Desde los tejados', que anuncia ya El pianista, o en Barcelones, en Recordando a Dard¨¦ o en el relato 'Bolero', que public¨® en el libro Barcelona, un d¨ªa. Cuando habla de su barrio se nota que siempre lo llev¨® muy adentro".
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