Fresco subsuelo para hacer turismo
Navalcarnero crea un itinerario cultural para explicar, a trav¨¦s de las cuevas que lo horadan, su historia civil y agr¨ªcola
Un laberinto de decenas de kil¨®metros de cuevas recorre, desde tiempo inmemorial, la mayor parte del subsuelo del casco urbano de Navalcarnero, la villa real situada 30 kil¨®metros al suroeste de Madrid. El origen de estas grutas se atribuye a distintas causas: desde la necesidad de instalar lagares, dado el car¨¢cter viticultor y ole¨ªcola de la zona -labrada ya desde la presencia romana, seg¨²n testimonios hist¨®ricos- hasta su empleo como refugio personal contra distintas persecuciones, incluso como apriscos para el ganado ovino.
Pero lo cierto es que toda casa de esta villa madrile?a que se precie de contar siquiera con un poquito de solera posee un amplio pasadizo de hasta dos metros de altura y 20 de longitud que, a veces, desciende hasta una profundidad equivalente a tres pisos, unos 12 metros.
Sobre un muro de la gruta han sido inscritos los motes de familias locales
Esta caracter¨ªstica de Navalcarnero, casi ¨²nica en la Comunidad de Madrid -s¨®lo se da un caso aproximado en la localidad suroriental de Titulcia- ha sido aprovechada por su Consistorio para idear un proyecto singular: consiste en la catalogaci¨®n, la rehabilitaci¨®n y la interconexi¨®n de las principales grutas de la villa para trazar sobre esta malla un circuito visitable de inter¨¦s cultural, en el que se describir¨¢ la historia, la vida cotidiana y la experiencia agr¨ªcola de Navalcarnero. Y ello con miras a estimular el turismo en un enclave que ya tiene el marchamo de la calidad de su vino, del cocinado de sus corderos y de la textura de sus garbanzos.
Para lograrlo, ya en 2001 las cuevas que recorren la villa fueron declaradas de inter¨¦s cultural, seg¨²n disposiciones del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana, por lo cual no pueden ser alteradas. Despu¨¦s de aquella medida, las grutas fueron inventariadas, preludio del inicio de las obras, hoy ya en avanzada fase de ejecuci¨®n. La actuaci¨®n en el subsuelo progresa con un ritmo que va a permitir inaugurar un primer tramo del circuito a principios de este verano, seg¨²n fuentes municipales. "La entrada se situar¨¢ en la plaza de la Veracruz", explican en la Oficina Municipal de Turismo. "Desde ah¨ª se desciende hasta tres niveles", admite Alfonso Mart¨ªn Almeida, ingeniero t¨¦cnico industrial adjunto a Enrique L¨®pez, arquitecto municipal.
Tras ese enclave, las grutas se despliegan a lo largo de casi dos kil¨®metros en tres direcciones, bajo tres de las principales calles de la villa. "Hemos creado tambi¨¦n algunos espacios de encuentro entre los distintos ramales de las cuevas", se?ala Mart¨ªn Almeida, quien remite a Baltasar Santos, alcalde de Navalcarnero, "que se ha tomado un inter¨¦s muy personal en que esta obra prospere, ya que le atribuye mucha importancia como atractivo tur¨ªstico".
Una estancia, construida para la ocasi¨®n bajo un lugar no lejano de la c¨¦ntrica plaza de Segovia, albergar¨¢ un muro verdaderamente original: "La pared tiene incrustadas ya decenas de peque?as losetas de cer¨¢mica en las que se han inscrito los motes de m¨¢s de cien familias de Navalcarnero", dice Rub¨¦n Serrano, del departamento de Prensa municipal. Los motes son apodos que sirven para nombrar de otra manera a las familias, seg¨²n una costumbre muy enraizada a ambas vertientes de la sierra de Guadarrama, desde Colmenar Viejo hasta El Espinar, ya en Segovia, a la que Navalcarnero perteneci¨® hasta el siglo XVIII. As¨ª, los Camargos, Patas cag¨¢s, Balolos, Cambotes y los de la Lonja Vieja son algunos de los sobrenombres que los lugare?os han querido inscribir en el coraz¨®n de sus grutas, de cuya belleza da idea la que se encuentra bajo el restaurante Las Cuevas del Pr¨ªncipe, que dirige Jes¨²s Ruiz Medrano. Es hijo de Vicente, el Mesonero Mayor de Navalcarnero, con estatua propia en una de sus mejores plazas.
"La clave est¨¢ en la ventilaci¨®n", explica Ruiz Medrano mientras recorre su honda gruta, decorada con motivos medievales, renacentistas y aperos campesinos. "Cada generaci¨®n ha abovedado su cueva con distintas f¨¢bricas y ladrillos para fijar los techos, con arcos de medio punto u ojivales", a?ade. "La temperatura fresca constante, que conseguimos con trampillas para una correcta aireaci¨®n, resulta excelente para las veladas sociales, as¨ª como para conservar vinos y quesos".
Algunos mayores cuentan que las cuevas sirvieron a sus antepasados para refugiarse de persecuciones consecutivas a la participaci¨®n de los lugare?os en episodios como la guerra de las Comunidades de Castilla, en la que un regidor local, Alonso del Arreo, mantuvo el pend¨®n comunero cuando los segovianos lo perdieron en combate, en 1520. Tambi¨¦n lo fueron durante la francesada, en 1808, "cuando el alcalde Lorente fue el primero de Espa?a en convocar a los paisanos a las armas, aunque la fama se la llevara Torrej¨®n, el edil de M¨®stoles", dice algo apenado otro anciano.
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