El asalto de Jeric¨®
Es dif¨ªcil no interpretar como una provocaci¨®n
del Gobierno israel¨ª el asalto militar ayer a una prisi¨®n palestina en Jeric¨®, con dos muertos y numerosos heridos. Pocos argumentos de los manejados justifican en este momento crucial -con unas elecciones israel¨ªes a la vuelta de la esquina y un cambio de poder en los territorios palestinos que todav¨ªa no se ha traducido en nuevo gobierno- una operaci¨®n de la envergadura e implicaciones de la demolici¨®n montada por el Ej¨¦rcito israel¨ª en Cisjordania con misiles, tanques, helic¨®pteros y cientos de soldados. Aparentemente, para apresar antes de su excarcelaci¨®n a un dirigente extremista al que Israel considera responsable del asesinato en 2001 de uno de sus ministros.
En la custodia de Ahmed Saadat, l¨ªder del FPLP, colaboraban observadores estadounidenses y brit¨¢nicos que ayer abandonaron el recinto penitenciario antes del cerco israel¨ª, probablemente avisados de forma oficiosa. La transferencia del preso a Jeric¨® y su vigilancia internacional formaban parte del acuerdo de 2002 por el que Sharon levant¨® el cerco al cuartel general de Yasir Arafat. Saadat, absuelto por los tribunales palestinos del delito del que le acusa Israel, era m¨¢s hu¨¦sped que prisionero en una c¨¢rcel en la que se le ven¨ªa manteniendo sobre todo para preservar su seguridad. Aunque quepan dudas sobre el valor efectivo de este preso para el Gobierno de un pa¨ªs que ha elevado a marchamo de Estado su eficaz pol¨ªtica de asesinatos selectivos, alg¨²n peso tiene la idea de que Israel no puede permitirse ver en libertad en los pr¨®ximos d¨ªas a quien ha identificado como el asesino de un ministro.
Pero tan alarmante como el ataque de Jeric¨® es la oleada de violencia desencadenada inmediatamente por extremistas en Cisjordania y Gaza. Su exponente m¨¢s grave es el secuestro indiscriminado de ciudadanos occidentales -en represalia por las facilidades dadas por brit¨¢nicos y estadounidenses al asalto de la c¨¢rcel, un complot solemnizado con oportunismo por la Liga ?rabe- y muestra una vez m¨¢s la inoperancia del Gobierno palestino. En esta cadena acci¨®n-reacci¨®n que rige uno de los conflictos m¨¢s viejos del planeta, se han atacado representaciones pol¨ªticas y econ¨®micas y los pistoleros han tomado como rehenes a personas que en general trabajan para el bienestar palestino.
La gravedad de los acontecimientos -Washington ped¨ªa ayer urgentemente calma a los dos bandos- pone s¨²bitamente patas arriba el cr¨ªticamente inestable tablero de los territorios ocupados tras la reciente victoria electoral de Ham¨¢s. Y coloca un decisivo interrogante sobre la tregua de casi un a?o mantenida por el brazo armado de los radicales islamistas que controlan ahora el poder.
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