Mezquindad y oportunismo
Censura el autor las dilaciones y expectativas frustradas que se han producido con motivo de las iniciativas institucionales para compensar a las v¨ªctimas del franquismo.
En la mitolog¨ªa griega los muertos deb¨ªan beber de la fuente del olvido, para perder la memoria del pasado, antes de alcanzar una nueva vida. Ezker Batua, al integrarse en el Gobierno tripartito vasco con organizaciones nacionalistas de derechas, olvid¨® sus or¨ªgenes y confundi¨® su memoria, llegando a negar que la permanencia en los batallones disciplinarios creados por el r¨¦gimen franquista tras la Guerra Civil constituy¨® privaci¨®n de libertad, ahorr¨¢ndose de paso la indemnizaci¨®n correspondiente a los afectados. Han sido necesarios m¨¢s de tres a?os, una resoluci¨®n del Parlamento vasco, el informe del Ararteko, decisiones de otras comunidades aut¨®nomas, informes de prestigiosos historiadores, una sentencia del Tribunal Constitucional y la denuncia y recurso judicial de cientos de personas de avanzada edad, individualmente o a trav¨¦s de asociaciones como Geureak, para que el Gobierno vasco se haya sentido obligado a beber del manantial de la memoria y reconocer que su gesti¨®n del decreto de compensaci¨®n a las v¨ªctimas del franquismo ha vulnerado, en la forma y en el fondo, la dignidad y el dolor de tantas personas afectadas.
Las injusticias en la aplicaci¨®n del decreto van m¨¢s all¨¢ de los batallones disciplinarios
Una de estas personas, natural de Renter¨ªa, ten¨ªa 20 a?os cuando estall¨® la Guerra Civil. En defensa de la legalidad republicana se alist¨® en el Ej¨¦rcito y luch¨® hasta la ocupaci¨®n de Madrid en marzo de 1939. Poco despu¨¦s fue apresado y conducido al Campo de Concentraci¨®n de Prisioneros de Guerra de San Sebasti¨¢n. M¨¢s tarde, al Dep¨®sito de Concentraci¨®n de Miranda, al de Miguel Unamuno en Madrid y, finalmente, al Batall¨®n Disciplinario de Soldados Trabajadores n¨²mero 28. En ¨¦l realiz¨® trabajos forzados en el aeropuerto de Lavacolla (Santiago de Compostela) y otras obras p¨²blicas, y el 28 de octubre de 1942 fue destinado al Regimiento de Infanter¨ªa numero 71, hasta que en mayo de 1943 qued¨® en libertad. Cuatro a?os permanentemente vigilado, pasando hambre, fr¨ªo, agresiones, humillaciones y castigos complementarios.
Seis d¨¦cadas m¨¢s tarde, su viuda, de 87 a?os, consider¨® que cumpl¨ªa los requisitos para solicitar una compensaci¨®n por los a?os de privaci¨®n de libertad sufridos por su compa?ero, al amparo del decreto dictado por el Gobierno vasco. Un decreto que pretend¨ªa ser m¨¢s flexible y progresista que la restrictiva ley socialista 4/1990 en favor de los que sufrieron privaci¨®n de libertad durante el franquismo, que hab¨ªa dejado fuera a muchos de los afectados.
Sin embargo, la respuesta del Gobierno vasco, breve y escueta, deneg¨® su solicitud por considerar que diversas ¨®rdenes franquistas equiparaban la permanencia en batallones disciplinarios con el servicio militar. Una interpretaci¨®n contraria a la realidad hist¨®rica, a la justicia y al esp¨ªritu y letra de su propio decreto; pero sobre todo una interpretaci¨®n vergonzante, avalada por un consejero que se declara de izquierdas.
Ahora, despu¨¦s de haber obligado a la interesada a reclamar a la justicia, el Gobierno vasco da marcha atr¨¢s; pero lo hace, nuevamente, con la misma falta de tacto y sensibilidad con la que ha actuado hasta el momento. En lugar de enviar un escrito reconociendo el derecho a la indemnizaci¨®n, asumiendo los costos judiciales y compensando el perjuicio moral causado con su actitud, han remitido un texto fr¨ªo y de dif¨ªcil comprensi¨®n por el que dicen que van a revocar su anterior decisi¨®n y dan un plazo para que se hagan alegaciones, sin explicar en qu¨¦ t¨¦rminos van a dictar una nueva resoluci¨®n.
El decreto del Gobierno vasco naci¨® con la pretensi¨®n de proporcionar algo m¨¢s que una indemnizaci¨®n por un perjuicio ya irreparable. Por eso el tr¨¢mite administrativo de revocaci¨®n es insuficiente, si no se pide disculpas a todas y cada una de las personas agraviadas. Pero, adem¨¢s, las injusticias en la aplicaci¨®n de este decreto van mas all¨¢ de los batallones disciplinarios, porque m¨¢s de un 60% de las solicitudes ha sido denegado.
Antonia, octogenaria, es un ejemplo. Con veinti¨²n a?os y embarazada, fue encarcelada por ser la compa?era de un "rojo" fusilado. Cuando present¨® su solicitud, la consejer¨ªa de Asuntos Sociales se la deneg¨® alegando que no hab¨ªa probado que su privaci¨®n de libertad fuera debida a motivos ideol¨®gicos, porque en el justificante carcelario pon¨ªa: "De seis meses a tres a?os por aplicaci¨®n Ley de vagos", justamente una de las leyes que sirvi¨® para enmascarar la represi¨®n franquista.
Con el paso del tiempo, el testimonio directo, la memoria viva, se van fundiendo como los copos de nieve en la palma de la mano; igual que las expectativas creadas por el Gobierno socialista hace dos a?os, cuando se comprometi¨® a aprobar una Ley de la Memoria Hist¨®rica en el plazo de un a?o.
La campa?a del Ejecutivo vasco de recordar y reivindicar la legalidad republicana en el 70 aniversario de la Guerra Civil puede ser un buen pretexto para cambiar de actitud y reparar el da?o hecho, siempre que se cuente la verdad y se explique por qu¨¦, en el momento decisivo, el PNV decidi¨® entregar a los fascistas, intactas y sin resistencia, la industria pesada y las f¨¢bricas de armamento en Bilbao y San Sebasti¨¢n. Y y por qu¨¦ un verano de 1937, mientras trabajadores vascos, catalanes o andaluces, luchaban codo con codo contra el fascismo, el PNV firmaba en Santo?a la rendici¨®n ante las tropas italianas, aliadas de Franco, a las que entregaron las armas de los batallones vascos.
Siendo cierto que en el coraz¨®n de todos los inviernos late una primavera palpitante, tambi¨¦n lo es que todo tiene un l¨ªmite en esta vida, especialmente la prepotencia, el abuso o la humillaci¨®n. Como alguno de los afectados dijo: "No se trata de dinero. S¨®lo queremos que se escriba la historia y nos den en ella el lugar que nos corresponde".
Jos¨¦ Arturo Val del Olmo es abogado y sindicalista.
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