Prevenci¨®n de Bush
En septiembre de 2002, la Estrategia de Seguridad Nacional que lanz¨® Bush con su doctrina de la guerra preventiva, estaba claramente dise?ada para vestir la invasi¨®n de Irak unos meses despu¨¦s. A pesar de que no han aparecido armas de destrucci¨®n masiva, y de que la invasi¨®n ha llevado a una larga, cruenta y desgastadora guerra -tanto que ayer EE UU lanz¨® contra los insurgentes en Samarra su mayor ofensiva a¨¦rea desde 2003-, Bush, lejos de recapacitar, se atrinchera. Aunque resulte algo m¨¢s matizada y afirme su "fuerte preferencia" por la diplomacia, la nueva estrategia presidencial, difundida ayer, no se apea de la doctrina del ataque anticipatorio, ni de la "guerra contra el terror".
Poco parece importarle que el Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica de Viena s¨®lo haya podido afirmar hasta ahora que "no est¨¢ en condiciones de concluir que no existan materiales o actividades nucleares no declarados" en Ir¨¢n. Sobre dobles negaciones y esta doctrina renovada se est¨¢ montando el caso contra Ir¨¢n, convertido ahora en la mayor amenaza de futuro contra la seguridad de EE UU.
En la nueva estrategia, que coincide con la del Pent¨¢gono en marcar que el eje central de esta "naci¨®n que est¨¢ en guerra" es el "islamismo militante extremista", hay unos gui?os a Europa al dar mayor importancia a las alianzas y las organizaciones internacionales. Sigue la apuesta por la democracia, otro eje del documento, con tirones de orejas a China y Rusia. Sin duda, la democratizaci¨®n ha progresado en diversas zonas del mundo -?ser¨¢ Bielorrusia el siguiente?-, aunque, se?ala la Administraci¨®n, "no bastan las elecciones" cuando las gana Ham¨¢s en Palestina.
El andamiaje bushiano reposa sobre enormes contradicciones. Desde la invasi¨®n, nunca Irak ha estado tan mal como ahora. Tanto que, por un lado, EE UU est¨¢ abriendo negociaciones con Ir¨¢n al respecto, y por otro, el Congreso ha impulsado un grupo de trabajo, presidido por el ex secretario de Estado James Baker, para estudiar la efectividad de la pol¨ªtica americana en Irak. Todo eso refleja que la Administraci¨®n no sabe c¨®mo resolver el creciente nudo gordiano que ella ha generado en el pa¨ªs mesopot¨¢mico. Entretanto, el apoyo popular de los americanos al presidente y a la ocupaci¨®n militar de Irak est¨¢ en ca¨ªda libre. Pero Bush no quiere enmendarse. Todo lo contrario, aunque est¨¦ cada vez m¨¢s solo en su pa¨ªs y el mundo.
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