Informaciones
El Granada Club de F¨²tbol, que este a?o celebra su 75 aniversario, va a disputar la final de la Copa de Europa. Ser¨¢ un buen acontecimiento para la ciudad, un motivo de orgullo, capaz de remediar la desilusi¨®n producida por el descubrimiento del siglo: Francisco Ayala no naci¨® en Granada. Los documentalistas que est¨¢n preparando la exposici¨®n nacional dedicada al autor de El jard¨ªn de las delicias han demostrado que, por culpa de un viaje imprevisto, la madre de Francisco Ayala se encontraba en M¨¢laga el 16 de marzo de 1906. ?Estoy disparatando? ?O estoy dando noticias? Como todo es posible en Granada y en la prensa nacional, estoy dando noticias que son en verdad un puro disparate. Ayala naci¨® en Granada, y por desgracia es imposible que el Granada dispute una final del la Copa de Europa. Ni siquiera parece muy probable que en los pr¨®ximos a?os se puedan repetir aquellos partidos de m¨¢xima rivalidad entre el M¨¢laga y el Granada, que animaron muchos domingos de mi infancia. Por un ejercicio de puro narcisismo deportivo, el Granada ha preferido olvidarse de la afici¨®n boquerona para atender solamente a los equipos de su provincia. Pero si un peri¨®dico o una cadena de radio se empe?aran, resulta m¨¢s que probable que la poblaci¨®n malague?a saliese a la calle para reivindicar la figura de Ayala o que los granadinos decidiesen en bloque apoyar a su equipo la noche de la gran final. Hay d¨ªas en los que uno se levanta sin saber en qu¨¦ mundo vive, dudando si alguna vez ha existido la estaci¨®n de Atocha, si hubo atentados terroristas, si ETA es una organizaci¨®n fundamentalista ¨¢rabe o si Marruecos exige la devoluci¨®n de Bilbao y de San Sebasti¨¢n. En medio de este espect¨¢culo de falsedades, sospechas injuriosas y crispados insultos, cuando alg¨²n periodista ya no duda a la hora de defender a micr¨®fono abierto el tiranicidio, sorprende la temeridad democr¨¢tica con la que se cuestiona el dinero que invertimos en los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n, ya sean nacionales, auton¨®micos o autonomiconacionales.
La Constituci¨®n espa?ola defiende una informaci¨®n no s¨®lo libre, sino tambi¨¦n veraz. Para no ser excesivamente ut¨®picos, deber¨ªamos asumir la tarea prioritaria de asegurar espacios de informaci¨®n m¨¢s o menos libres y m¨¢s o menos veraces. No es lo mismo afirmar que fue injusto el ¨²ltimo penalty que le pitaron al Granada, que sostener en titulares un resultado positivo en la semifinal de la Copa de Europa. Basta un an¨¢lisis sencillo del panorama mundial de la prensa para confirmar que la independencia period¨ªstica juega hoy en tercera divisi¨®n, y est¨¢ a punto de bajar a regional preferente. Confiar la libertad de expresi¨®n a los grupos privados, significa abandonar el mandato p¨²blico de defender la libertad y la veracidad informativa en manos del mercado. La seriedad de una respuesta democr¨¢tica no puede plantearse desde el punto de vista del dinero invertido. La democracia debe comportarse con la informaci¨®n libre como una madre se comportar¨ªa con un hijo enfermo, dispuesta a pagar lo que hiciese falta para salvarlo de la muerte. No existe democracia real sin inversiones p¨²blicas en educaci¨®n, sanidad, justicia y medios de comunicaci¨®n. Los resultados econ¨®micos no centran la revisi¨®n de los modelos informativos. Tan importante es asegurar la independencia de los periodistas p¨²blicos respecto a las consignas del partido gobernante como defender la veracidad informativa frente a los intereses pol¨ªticos o econ¨®micos particulares. Abusos pueden producirse desde cualquier extremo, y ya que no vamos a ponernos a prohibir los desmanes privados, porque a r¨ªo revuelto siempre ganan los censores, resulta indispensable definir un modelo s¨®lido de libertad p¨²blica informativa. Habr¨¢ que invertir el dinero que haga falta, con la mejor gesti¨®n posible. Eso o convivir con la mentira, aplaudiendo las glorias europeas de un equipo de tercera divisi¨®n. Y Francisco Ayala naci¨® en Granada, aunque ¨¦l es de los que piensan que no es mejor o peor que haber nacido en M¨¢laga o en Barcelona.
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