Veinticuatro horas de incertidumbre
?Qui¨¦n no ha visto en alguna ocasi¨®n im¨¢genes de rostros desolados y equipajes en espera en cualquier aeropuerto del mundo? En esta ocasi¨®n lo hemos sufrido en nuestra propia piel. Un grupo de 50 personas visitamos Praga.
Nada presagiaba que el fr¨ªo intenso se trasladar¨ªa tambi¨¦n a nuestro estado de ¨¢nimo y despertar¨ªa en nosotros sensaciones que no estaban previstas en el itinerario. Lleg¨® el d¨ªa de la partida y nos encontramos con un vuelo cancelado por la intensa nevada.
La preocupaci¨®n se convirti¨® en protagonista al comprobar que lo ¨²nico que avanzaba era el tiempo... Algo estaba pasando que nos imped¨ªa llegar a la tan ansiada "ventanilla", mayoristas de otros grupos se filtraban por los laterales tramitando monta?as de billetes, el ambiente se volvi¨® espeso y las buenas maneras, la buena educaci¨®n y la paciencia desaparecieron dando paso a la indignaci¨®n y al cansancio.
Kafka parec¨ªa dar vida a una situaci¨®n absurda y surrealista.
Y lleg¨® el alba, all¨ª segu¨ªamos en el mismo punto que el d¨ªa anterior, ?literalmente "tirados" en el aeropuerto!
Llamamos a la radio, a la embajada, explicamos nuestro caso, nuestra indefensi¨®n...
?Nos dicen que no hay billetes para el d¨ªa siguiente y se agota de nuevo nuestro turno! Cambio de terminal, inicio de otra nueva fila kafkiana en busca de una soluci¨®n, desesperaci¨®n, nervios, impotencia...
Y al fin, conseguimos el papel impreso que podr¨ªamos canjear por nuestras tarjetas de embarque dos d¨ªas m¨¢s tarde. Ser¨¢ una an¨¦cdota m¨¢s en nuestra colecci¨®n de vivencias no gratas. Ahora le toca el turno a las reclamaciones. Pero no hay nada que pueda resarcir la incertidumbre, la preocupaci¨®n y una situaci¨®n angustiosa. Nada que pueda reparar una ilusi¨®n rota.
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