De los nuevos 'maeztus'
La evoluci¨®n ideol¨®gica de las personas no conlleva, a juicio del autor, estar en posesi¨®n de la verdad en todos los tramos del recorrido.
Acabo de leer el libro Jos¨¦ Miguel de Barandiaran. Diario personal, volumen 1 (1917-1937). Verdaderamente tiene mucho inter¨¦s por numerosas y diferentes razones. Un pasaje del mismo, referido concretamente al 13 de marzo de 1929, me da pie para este art¨ªculo. En esa ¨¦poca, postrimer¨ªas de la dictadura del general Primo de Rivera, era presidente de la Diputaci¨®n vizca¨ªna don Esteban Bilbao Egu¨ªa. Pues bien, el se?or Bilbao hab¨ªa aceptado el cargo contra la opini¨®n de la ejecutiva de su partido, el carlista, por lo que fue expulsado del mismo.
Cuenta en su diario don Jos¨¦ Miguel que ese d¨ªa fue a San Sebasti¨¢n a una reuni¨®n que se iba a celebrar en el Palacio de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa para tratar del plan de instalaci¨®n de objetos en la Exposici¨®n Iberoamericana de Sevilla. Entre los presentes estaban los presidentes de las tres diputaciones, y cuenta Barandiaran que en el curso de la reuni¨®n el titular de la de Vizcaya, el citado Esteban Bilbao, "sali¨® nervioso" de la sala. "Durante la comida", sigue relatando, "el Sr. Bilbao hablando del escritor D. Ramiro de Maeztu, dice que ¨¦ste, en su evoluci¨®n ideol¨®gica, ha llegado al Padre Nuestro, pero que le hace falta avanzar hasta el Ave Mar¨ªa y despu¨¦s el Credo".
El ministro colaboracionista no contest¨® nada, porque conoc¨ªa al paisano
Creo que fue Aza?a quien se?al¨®, refiri¨¦ndose concretamente a Maeztu, que algunos "han empezado de pistoleros de extrema izquierda y han terminado de comehostias". Supongo que el que fue presidente de la II Rep¨²blica dir¨ªa eso despu¨¦s de que el escritor vitoriano hubiera llegado hasta el credo. Algo parecido podr¨ªa decirse ahora de conocidos escritores, intelectuales y tertulianos.
En efecto, conocemos a quienes en agosto de 1968 -no confundir con mayo del 68- no solamente no quisieron, a requerimiento de dos escritores tan conocidos como Juan San Mart¨ªn y Gabriel Aresti, condenar la invasi¨®n de Checoslovaquia por las tropas sovi¨¦ticas, sino que estaban de acuerdo, como buenos estalinistas, con la intervenci¨®n de los tanques rusos que acab¨® con la denominada Primavera de Praga. El hecho acaeci¨® en un restaurante de Busturia, de lo cual San Mart¨ªn dej¨® su testimonio en una revista. ?Han pedido perd¨®n por apoyar la represi¨®n terrorista sovi¨¦tica, que caus¨® cientos de muertos, y miles de presos deportados y depurados, quienes, en su evoluci¨®n ideol¨®gica, defienden ahora las libertades individuales de los ciudadanos, haciendo abstracciones hist¨®ricas all¨¢ y ac¨¢? Creo que no son los ¨²nicos, pues hay irreprochables dem¨®cratas que de prosovi¨¦ticos han pasado a rezar padrenuestros, avemar¨ªas y el credo completo, con asistencia fervorosa a misas de curas integristas, a fin de que la evoluci¨®n ideol¨®gica fuese como la que ped¨ªa Esteban Bilbao. Conocida es la evoluci¨®n de la anterior ministra de Educaci¨®n, que desde su militancia comunista pas¨® a ejercer una pol¨ªtica de actuaciones ling¨¹¨ªsticas de signo on¨¦simo-redondiano, entre otras, de reducciones presupuestarias respecto del catal¨¢n, gallego y euskera.
Si nos ci?¨¦ramos a nuestra propia intelectualidad y clase pol¨ªtica vasco-navarras, podr¨ªamos contar a muchos extremistas de izquierda que han bajado del monte en un momento dado. Incluso han estado cerca de nosotros en alguna ¨¦poca y nos han rebasado, cada vez m¨¢s a la derecha, y en esa evoluci¨®n han rezado suficientes avemar¨ªas a nuestra se?ora de Aguirre (no confundir con la Andra Mari de Agirre de Gorliz) en la catedral de La Almudena madrile?a o el credo final al hijo del bilba¨ªno Imanol Aznar. Algunos han sido bastante m¨¢s abertzales (patriotas, no es otra cosa su traducci¨®n, en contra de lo que puede creer alg¨²n lector de ¨²ltima hora) que este humilde abertzale moderado (socialdem¨®crata y "culturero" peque?oburgu¨¦s, seg¨²n ellos, en los a?os 70) y heterodoxo. Otros, los que por m¨¢s pr¨®ximos a Maeztu -o sea, ni siquiera vasquistas-, s¨®lo han tenido que rezar el credo desde Poncio Pilatos, porque la historia del liberalismo espa?ol ha tenido, siempre que ha gobernado, una visi¨®n centralista del Estado, con sus poncios gobernadores civiles, militares y hasta eclesi¨¢sticos (los obispos presentados por el Gobierno liberal, conservador o dictatorial de turno). Es decir, que, gracias a un alzheimer hist¨®rico selectivo, son liberales a partir de la d¨¦cada de los ochenta.
Para terminar, vuelvo a Esteban Bilbao Egu¨ªa. A este se?or le pill¨® la sublevaci¨®n militar contra la legitimidad de la Rep¨²blica en Durango, de donde era su esposa. Ni las fuerzas democr¨¢ticas republicanas, nacionalistas y socialistas ni el Gobierno de Euskadi actuaron contra ¨¦l, aunque lo merec¨ªa; es m¨¢s, lo canjearon por el alcalde republicano de Bilbao, Ernesto Ercoreca. Pocos a?os m¨¢s tarde, cuando era ministro de Justicia (sic) con Franco y pasaba su habitual periodo veraniego en Durango, estando en la popular barber¨ªa de Nabortxua, se le acerc¨® un carlista y fuerista local, y le espet¨® en euskera durangu¨¦s: "Hi Esteban, nun dittuk defenditzen izan doguzan fueruak?" (?T¨², Esteban, d¨®nde est¨¢n los fueros que defend¨ªamos?). Seg¨²n testigos, el ministro colaboracionista de un dictador que hab¨ªa quitado a Vizcaya y Guip¨²zcoa hasta el ¨²ltimo resto foral el Concierto Econ¨®mico por "provincias traidoras" no le contest¨® nada, pues conoc¨ªa al paisano.
Despu¨¦s, Esteban Bilbao fue durante un largo per¨ªodo el primer presidente de las Cortes Espa?olas del r¨¦gimen franquista. Creo que ahora tambi¨¦n pululan en Madrid no pocos est¨¦banes a quienes una supresi¨®n estatutaria y de autogobierno les hubiera venido de provecho.
Jos¨¦ Luis Lizundia es acad¨¦mico de n¨²mero de Euskaltzaindia.
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