Miles de nost¨¢lgicos dan el ¨²ltimo adi¨®s a Milosevic en Serbia
El ex dictador es sepultado en su ciudad natal sin la presencia de su familia y sin honores
Una semana despu¨¦s de su muerte, sin ning¨²n tipo de honor oficial y sin la presencia de sus familiares directos, aunque rodeado por varias decenas de miles de nost¨¢lgicos de su r¨¦gimen, el ex presidente serbio Slobodan Milosevic, acusado de genocidio por el Tribunal de La Haya, en cuya prisi¨®n falleci¨® de un ataque al coraz¨®n, fue enterrado ayer en su ciudad natal, Pozarevac.
Unas horas antes, en la capital, Belgrado, delante del Parlamento, el Partido Socialista de Serbia (SPS) reuni¨® a una multitud de entre 50.000 y 100.000 personas, seg¨²n diferentes fuentes, para tratar de rentabilizar pol¨ªticamente una muerte que ha provocado en Serbia m¨¢s indiferencia de la que esperaban sus seguidores.
"No entregaremos a Mladic", "No abandonaremos Kosovo", "Tadic, ustasha", un grito contra el presidente reformista y proeuropeo Boris Tadic al que identifican con las milicias pronazis croatas que asesinaron a cientos de miles de serbios y jud¨ªos durante la II Guerra Mundial, fueron algunas de las consignas que se escucharon en el centro de Belgrado. "Todo lo que conseguimos edificar desde 1945, este Gobierno lo ha vendido", aseguraba un ingeniero de 56 a?os poco antes de que empezasen los elogios f¨²nebres de Milosevic. "S¨®lo los serbios mueren en las c¨¢rceles de La Haya. Es un complot de Europa contra los serbios. La democracia no existe con Tadic", se?alaba otro asistente, de 54 a?os.
Durante esta larga semana de "farsa funeraria", como fue definida por la historiadora Branka Prpa, viuda del periodista Slavko Curuvija, asesinado por orden de Milosevic en 2001, se ha especulado mucho sobre la presencia de la familia, sobre todo de Mira Markovic, su viuda, compa?era desde el instituto, que tiene cuentas pendientes con la justicia serbia, y que ha preferido quedarse en Mosc¨², donde se refugi¨® poco despu¨¦s de la entrega de su marido a La Haya. Finalmente, ni ella, ni sus hijos Marko y Mar¨ªa, acudieron al sepelio por miedo a ser detenidos, algo impensable hace s¨®lo unos a?os.
"La muerte de Milosevic es un paso m¨¢s hacia el futuro, no es un punto y final, pero s¨ª un punto y coma", explica el analista de la radio independiente B92, Ljubomir Ziukov. "Las consecuencias ser¨¢n m¨ªnimas y no se van a reflejar mucho en la vida pol¨ªtica, ni siquiera en la posible subida de los radicales", asegura por su parte Dejan Anastasijevic, comentarista de la revista Vreme.
La extra?a y s¨®rdida mezcla de defensores del socialismo real y ultranacionalistas de la que se nutre la nostalgia de Milosevic sigue siendo una fuerza importante en Serbia. El Gobierno de Vojislav Kostunica necesita el apoyo parlamentario del SPS, mientras que el Partido Radical Serbio, la ultraderecha furibunda, logr¨® casi un 27% en las elecciones de 2003. Sin embargo, muchos analistas consideran que ante los problemas que se avecinan (ultim¨¢tum de la UE para entregar a Mladic, estatuto de Kosovo, refer¨¦ndum de independencia de Montenegro) a ning¨²n partido le interesa forzar unas elecciones anticipadas.
Sin representantes del Gobierno, ni honores militares, sin sus familiares, lo m¨¢ximo que ha conseguido su partido es un entierro, bajo un tilo, en el jard¨ªn de su casa natal de Pozarevac, una deprimida ciudad de unos 60.000 habitantes situada en el centro de Serbia, a 70 kil¨®metros de Belgrado. El entierro convoc¨® a una multitud, local y venida en autobuses, que mezclaba el duelo con la curiosidad, pero no consigui¨® bloquear la ciudad. El sepelio termin¨® con la lectura de una carta de Mira Markovic en la que acusaba al Gobierno de estar formado "por mercenarios". Siguiendo la tradici¨®n serbia, su nombre, aunque s¨®lo con la fecha de nacimiento, ya ha sido grabado en la l¨¢pida junto al de su marido.
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