Democracia con m¨¢s mujeres
La experiencia de otros pa¨ªses plantea dudas sobre la eficacia del proyecto de Rodr¨ªguez Zapatero para primar la participaci¨®n femenina en los ¨®rganos electivos
El Partido Socialista concurri¨® a las elecciones generales de 2004 con un programa en el que se mencionaban reformas como las listas abiertas y la promoci¨®n de la paridad entre hombres y mujeres, adem¨¢s de la elecci¨®n directa de alcaldes a doble vuelta. El Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha concretado la que se refiere a la reserva de cuotas para hombres y mujeres en las candidaturas electorales: no menos del 40% ni m¨¢s del 60% para cada sexo.
El sistema de representaci¨®n proporcional afecta al logro de ese objetivo. La experiencia de otros pa¨ªses indica que cuando la elecci¨®n se realiza en distritos peque?os, donde se elige a pocos diputados, las mujeres tienen menos oportunidades de ser candidatas. A medida que el n¨²mero de esca?os a repartir es m¨¢s alto, se reduce la resistencia masculina. El procedimiento de listas cerradas y bloqueadas, criticadas por otros motivos, "son las m¨¢s adecuadas para introducir cuotas de representaci¨®n de mujeres", explica Dieter Nohlen, catedr¨¢tico de la Universidad de Heidelberg, uno de los expertos mundiales m¨¢s reconocidos en la comparaci¨®n de sistemas electorales.
Las parlamentarias son m¨¢s numerosas en los sistemas proporcionales que en los mayoritarios
Los partidos en Francia han preferido pagar multas a respetar la ley de la paridad pol¨ªtica
De entrada, la feminizaci¨®n de la pol¨ªtica en Espa?a cuenta con el apoyo de una mayor¨ªa social. La idea de presentar un porcentaje similar de hombres y mujeres en las listas concita el respaldo del 65% de la poblaci¨®n, seg¨²n una investigaci¨®n realizada hace un a?o por el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). "Muy en desacuerdo" con esa idea s¨®lo estaba el 1,8%, y "en desacuerdo" el 15,7%, respuestas reveladoras de que el grado de rechazo no es importante. A una pregunta sobre la idea de "potenciar la presencia de las mujeres en las instituciones" -sin expresi¨®n de cuotas precisas- respondi¨® favorablemente el 87% de los consultados.
Imponer a los partidos la obligaci¨®n de presentar determinado n¨²mero de mujeres suscita la duda de alg¨²n constitucionalista, que se pregunta hasta qu¨¦ punto esa condici¨®n es compatible con la libertad de asociaci¨®n pol¨ªtica, uno de los derechos m¨¢s protegidos por la Constituci¨®n.
Otros expertos no creen que esa duda sea real. "La paridad pol¨ªtica entre hombres y mujeres es una cuesti¨®n que afecta a la calidad de la democracia", explica Rub¨¦n Ruiz-Rufino, un especialista en materia electoral que trabaja para el Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones. "Lo que implica es un cambio en el modo de construir las candidaturas a las elecciones, pero no afecta a las reglas de voto que regulan la competencia partidista", ni a las normas electorales incluidas en la Constituci¨®n.
"El futuro de esta medida depende de c¨®mo se instrumente para evitar el fraude", advierte Manuel Mart¨ªnez Sospedra, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Cardenal Herrera, de Valencia. En principio, la regla de la alternancia un hombre/una mujer (o viceversa) en una lista de candidatos es el procedimiento que ofrece m¨¢s garant¨ªa de obtener un n¨²mero parecido de hombres y de mujeres en los ¨®rganos electivos. El Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero no pretende tanto. El PSOE e IU practican la incorporaci¨®n de un 40% de mujeres a las candidaturas en funci¨®n de normas internas; la novedad consiste en extender ese criterio a todo el sistema pol¨ªtico, con fuerza de ley.
Lo m¨¢s complicado puede ser hacer compatible la feminizaci¨®n de los ¨®rganos electivos, impulsada por normas legales precisas, con los deseos manifestados por otras personas para abrir las listas de candidatos. La existencia de candidaturas abiertas o semiabiertas da por supuesto "que el electorado femenino se va a comportar de manera que favorezca la llegada mayor de mujeres al Parlamento", explica Nohlen. Algunos expertos argumentan que ese tipo de listas parcialmente abiertas es preferible a la cerrada y bloqueada, por ofrecer a la electora la posibilidad de votar por mujeres. "Esa expectativa, sin embargo, es altamente dependiente del contexto cultural, del grado de modernizaci¨®n que ha alcanzado una sociedad", advierte Dieter Nohlen. A¨²n estando de acuerdo en que el contexto europeo no es desfavorable a ese fen¨®meno, a este experto le parece m¨¢s probable apostar por las listas cerradas y bloqueadas para conseguir el objetivo comentado.
Feminizar la pol¨ªtica es un sin¨®nimo de renovaci¨®n en buena parte de Europa. Desde mediados de los a?os setenta, la participaci¨®n de las mujeres en cargos de partido, ¨®rganos electivos y puestos gubernamentales se ha convertido en un asunto pol¨ªtico clave en casi todo el continente, incluidas algunas democracias recientes. En 1975 apenas hab¨ªa mujeres en los Parlamentos nacionales; la potenciaci¨®n de su presencia en las instituciones comenz¨® en los pa¨ªses n¨®rdicos y actualmente, un 30% de parlamentarias resulta un porcentaje normal en pa¨ªses con sistemas de representaci¨®n proporcional (Italia es el farol de cola en este aspecto y en menor medida, Portugal), mientras en Noruega y Suecia ronda el 40%. No ocurre lo mismo en los pa¨ªses con escrutinios mayoritarios: las mujeres ocupan menos del 20% de los esca?os en Reino Unido y Francia. Las diferencias alcanzadas en cuanto a la participaci¨®n femenina entre los distintos pa¨ªses, incluso los que aplican sistemas proporcionales, impide asegurar que los procedimientos de escrutinio sean el factor decisivo; no cabe duda de que la cultura pol¨ªtica de las sociedades europeas todav¨ªa no ha llegado a un punto com¨²n en este terreno.
La experiencia de Francia resulta de particular inter¨¦s, porque desde 2000 existe una ley que regula la paridad entre hombres y mujeres (al 50%) en las candidaturas electorales. La iniciativa parti¨® de un gobierno de izquierda -el primer ministro era el socialista Lionel Jospin-. ?Con qu¨¦ resultados? Los ayuntamientos franceses cuentan con un 47% de concejalas, aunque s¨®lo hay un 11% de alcaldesas. El fracaso m¨¢s evidente corresponde a la Asamblea Nacional -la c¨¢mara equivalente al Congreso de los Diputados- donde la minor¨ªa femenina no rebasa el 12%, muy inferior al 36% de diputadas que toman asiento en los esca?os del Congreso espa?ol, s¨®lo con el impulso voluntario de los partidos.
Esto se explica por dos razones. Primero, las elecciones legislativas francesas se celebran por un sistema mayoritario a dos vueltas en distritos uninominales (un solo esca?o en juego en cada uno). "Con un escrutinio proporcional, hay mujeres; con un escrutinio uninominal es m¨¢s dif¨ªcil", constata Marie-Jo Zimmermann, del Observatorio de la Paridad en Francia.
La otra raz¨®n es el boicoteo de la ley. En 2002, las direcciones de los partidos franceses no fueron muy galantes a la hora de fabricar las candidaturas a las legislativas: prefirieron exponerse a las multas previstas para los infractores, antes que retirar al n¨²mero suficiente de hombres para lograr una participaci¨®n paritaria. El Partido Socialista franc¨¦s pierde 1,5 millones de euros de financiaci¨®n estatal cada a?o, a causa de los incumplimientos en materia de paridad; a la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP) -el partido de la derecha, con mayor¨ªa absoluta parlamentaria- le cuesta cuatro millones de euros anuales. Parecen arrepentidos. Para las legislativas del a?o pr¨®ximo, el socialista ha prometido incorporar a un 50% de mujeres, mientras la derecha se compromete al 30%.
Lo que ha dado mayor visibilidad a la idea de la igualdad es el proyecto de una socialista, S¨¦gol¨¨ne Royal, que sopesa la posibilidad de presentarse a la presidencia de la Rep¨²blica. Jam¨¢s ha habido una presidenta en Francia. El anuncio de que una mujer se dispone a intentarlo ha sido juzgado favorablemente por los primeros sondeos de opini¨®n y ha provocado una peque?a cascada de efectos. Los hombres que intentan competir en las pr¨®ximas elecciones presidenciales est¨¢n demostrando inter¨¦s en presentar esfuerzos reales de sus partidos pol¨ªticos respectivos para promover a mujeres en los sucesivos procesos de elecciones legislativas y locales que seguir¨¢n a la elecci¨®n presidencial.
La feminizaci¨®n de la pol¨ªtica avanza a un ritmo un poco m¨¢s r¨¢pido en Espa?a, incluso en lo que se refiere a la evoluci¨®n de la mentalidad de la izquierda, el sector del que ha partido con mayor decisi¨®n el impulso para la participaci¨®n de las mujeres. En 1982, ninguna de ellas form¨® parte del primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez; 22 a?os m¨¢s tarde, Rodr¨ªguez Zapatero nombr¨® un gobierno paritario y a Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega como primera vicepresidenta del Ejecutivo.
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