Para qu¨¦ discutir

No comprendo por qu¨¦ se discute tanto en el Congreso y en el Senado, si s¨®lo se convence a los que ya estaban convencidos; y los que no lo estaban, nunca cambian de parecer. Los acuerdos y resoluciones no se toman por la fuerza de los argumentos, sino por la mayor¨ªa de votos.

Y otro tanto pasa en las tertulias radiof¨®nicas: en algunas, la culpa siempre es del Gobierno, y en otras, siempre es de la oposici¨®n; y en las que hay un cierto pluralismo, nunca he o¨ªdo a un tertuliano cambiar de opini¨®n y reconocer que el otro le ha convencido de lo err¨®neo de su postura.

Pero esa incapacidad para la rectificaci¨®n no s¨®lo se da en nuestra clase pol¨ªtica; a¨²n es m¨¢s acusada en los ambientes futbol¨ªsticos. Es muy dif¨ªcil, por no decir imposible, que un hincha admita que su equipo ha perdido merecidamente o que sea mejor el equipo rival.

A veces dudo de que seamos animales racionales. Nos sobra autosuficiencia, visceralidad y amor propio, y nos falta capacidad de razonamiento y humildad para rectificar. Por desgracia, no he descubierto en la LOE que se estimule la lectura que nos ayuda a pensar, ni el razonamiento l¨®gico, ni la formaci¨®n ¨¦tica. Dudo que esta ley consiga acabar con el fracaso escolar, pero s¨ª estoy seguro de que no ayuda a ser m¨¢s personas.