Prejuicios racistas
Investigadores del departamento de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Granada han dado a conocer un estudio en el que, en sus conclusiones, afirman que, en las aulas de secundaria, "existen prejuicios raciales". El estudio se ha realizado sobre una muestra de 200 alumnos con edades comprendidas entre los doce y catorce a?os y destacan que un 10% de este alumnado son "racistas manifiestos" y un 27% "racistas sutiles". Son datos que, con independencia de su relevancia estad¨ªstica, no invitan al optimismo sobre el futuro.
Es verdad que Andaluc¨ªa nunca ha estado cerrada a otras culturas y, es m¨¢s, ha destacado por lo contrario, pese a algunos acontecimientos como los que ocurrieron en El Ejido y en Martos. Unos brotes de racismo que no pueden extrapolarse a toda la Comunidad ni por su historia ni por su comportamiento diario. Sin embargo el que las cosas sean as¨ª no quiere decir que lo sean siempre. Este estudio as¨ª parece apuntarlo. Hay una tendencia que puede invertir los valores de esta sociedad y mirar otras, en las que la raza formaba parte de la pol¨ªtica porque la piel, la sangre o la religi¨®n hacen a la persona de mejor, o peor, condici¨®n.
No trato con estas l¨ªneas de responsabilizar al sistema educativo, ni a los ense?antes para que se frene la tendencia que destacan estos investigadores. Tampoco realizar cr¨ªticas sobre el Plan Andaluz de Inmigrantes de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n aunque, en otro estudio de la Universidad de Granada realizado sobre 390 profesores de 120 centros de ense?anza, se destaca la falta de preparaci¨®n del profesorado para dar respuesta a los prejuicios que surgen ante la multiculturalidad. Estas carencias ya se han puesto de manifiesto en estos informes, como tambi¨¦n que la ausencia de protocolos de formaci¨®n del profesorado ante esta realidad, la concentraci¨®n de inmigrantes en los mismos centros o la no distribuci¨®n adecuada entre p¨²blicos y privados pueden dificultar la integraci¨®n. No, no son estas las razones que me invitan a escribir estas reflexiones. Las razones son otras. Son las de destacar el problema y contemplarlo desde otro punto de vista con la finalidad de entrar en otros campos de an¨¢lisis. Y ello porque no es razonable que en una sociedad como la andaluza, que siempre ha sabido aceptar su particularismo hasta con aquellos que han convertido su particularidad en groser¨ªa, empiecen a aparecer en la escuela brotes con tintes racistas. Si Andaluc¨ªa no es racista. Si su historia refleja la convivencia y el respeto con otras culturas y su presente solidaridad en las tragedias, cabe preguntarse por qu¨¦ aparecen estos brotes. Pues, aparecen, entre otras razones, porque se est¨¢n dando mensajes confusos que pueden originarlos. Unos mensajes que llegan de diferentes ¨¢mbitos. Desde el deporte, en el que rara es la semana que no se escuchan gritos racistas en los estadios. Unos gritos que, de una u otra forma, se justifican para evitar sanciones. Desde la pol¨ªtica, como las manifestaciones del portavoz del PP, calificando de disfraz el vestido que, en su viaje oficial a ?frica, se coloc¨® la vicepresidenta del gobierno por compartir la forma de vestir de otras culturas, sin que no se le haya exigido que retire sus comentarios. Son solo dos ejemplos. Hay m¨¢s. Y si son tantos los ejemplos, y en tantos ¨¢mbitos, es razonable pensar, por la permeabilidad social y la informaci¨®n, que estas conductas calan en los ni?os.
Si se diferencia entre color de piel y forma de vestir por culturas para destacar la propia y ridiculizar aqu¨¦llas, porque no diferenciar tambi¨¦n ellos. Es normal que ocurra. Como normal debe ser tambi¨¦n que seamos conscientes que, s¨®lo cuando dejen de ser impunes manifestaciones y comportamientos que induzcan a confusi¨®n en los menores, podr¨¢ abordarse con garant¨ªas de eficacia la integraci¨®n. Lo contrario, por muchos planes que se den para ayudar a la integraci¨®n, s¨®lo har¨¢ que muchos de nuestros hijos, cuando sean mayores, sus prejuicios de hoy sean racismo, y no brotes, ma?ana.
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