E.ON, Alstom y Calzoncillos P¨¦rez
Hablaba Olof Palme en su testamento pol¨ªtico -refiri¨¦ndose a la teor¨ªa de los ciclos pol¨ªticos del historiador norteamericano Arthur M. Schlesinger- de la ley pendular, seg¨²n la cual a un ciclo conservador le sigue un ciclo progresista y viceversa, y en el paso del uno al otro, dec¨ªa, va quedando un poso de valores positivos que va acumul¨¢ndose muy lentamente.
El largo proceso de unidad europea quiz¨¢ sea uno de los ejemplos m¨¢s visibles al respecto. Basta ver su largo itinerario constituyente a¨²n no acabado, que comienza en 1951, cuando B¨¦lgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Alemania y los Pa¨ªses Bajos constituyen la CECA (Confederaci¨®n Europea del Carb¨®n y de Acero), hasta llegar al pen¨²ltimo pelda?o con el proyecto de Constituci¨®n Europea, a¨²n en ciernes, pero que ha hecho aflorar enormes contradicciones entre las distintas voluntades europe¨ªstas, dando como vector la par¨¢lisis de la evoluci¨®n institucional de una Europa que contin¨²a bati¨¦ndose entre el nacionalismo y la modernidad, sin que se atreva a dar el paso definitivo hacia su unidad institucional.
Hay corporaciones con patente de corso y otras a las que se les exige respeto a las normas del mercado
Si a?adimos que, en el plano econ¨®mico, el sureste asi¨¢tico, con China a la cabeza, est¨¢ desembarcando en nuestro continente con el prop¨®sito de hacerse con buena parte del mercado, la conclusi¨®n es obvia: Europa debe protegerse de Asia. Y si las transnacionales de los pa¨ªses europeos pugnan por hacerse con los mercados de otros pa¨ªses continentales, tambi¨¦n esos pa¨ªses deber¨¢n protegerse mientras Europa no sea una realidad pol¨ªtica acabadam hasta que el p¨¦ndulo haya dejado suficiente poso para que las instituciones de la Uni¨®n sean tan s¨®lidas como lo son las de sus Estados.
El franc¨¦s Michel Rocard dec¨ªa hace unos d¨ªas, a prop¨®sito de los intentos extracomunitarios para hacerse con empresas francesas, que el sistema es mundial y se transmite a trav¨¦s de las OPA, siendo una cuesti¨®n de supervivencia conseguir que la Uni¨®n europea proh¨ªba OPA alguna sobre su territorio a cualquier grupo cuyo capital extracomunitario supere el 20%. Simult¨¢neamente, hemos visto c¨®mo Francia se comport¨®, por citar un caso, en torno a Alstom hace a?o y medio. En aquella ocasi¨®n, el presidente Jacques Chirac y toda la clase pol¨ªtica francesa removieron tierra, mar y aire para defender los intereses nacionales frente a los alemanes de Siemens, envite en el que les acompa?¨® el mundo empresarial, con BNP, Paribas, Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale-Cr¨¦dit Agricole y Cr¨¦dit Lyonnais al frente, para conseguir que su Alstom no tuviera problemas de liquidez y Siemens se quedara donde estaba.
Y es que sin reciprocidad pol¨ªtica dif¨ªcilmente puede pa¨ªs alguno confiarse a la reciprocidad de mercado. Dicho de otra manera: con una Uni¨®n Europea construida a medias, es un riesgo de enormes proporciones echarse a los brazos de las reglas de un mercado sin reglas: si E.ON puede entrar en Espa?a, Gas Natural o Calzoncillos P¨¦rez deber¨ªa poder hacerlo en Alemania, y eso hoy es imposible por el l¨®gico proteccionismo que cada pa¨ªs defiende para s¨ª en esta Europa inconclusa.
Por ello, los ¨²ltimos movimientos econ¨®micos europeos (E.ON-Endesa y otros no menos importantes) merecen, sin lugar a dudas, una primera reflexi¨®n que, para mayor provecho, intenta alejarse del bronco griter¨ªo procedente de la oposici¨®n pol¨ªtica espa?ola, que tiene todas las trazas de no entrar en el fondo de la cuesti¨®n.
Nuestra primera consideraci¨®n, ya apuntada, parte de un hecho innegable: la borrasca econ¨®mica se est¨¢ dando en un contexto temporal que coincide con la crisis pol¨ªtica que todav¨ªa tiene la Uni¨®n Europea. Y nuestra primera (y provisional) conclusi¨®n, ya perfilada tambi¨¦n, es que mientras dure esta crisis pol¨ªtica, parece muy complicado que se pueda moderar el temporal econ¨®mico. O lo que es lo mismo: a m¨¢s d¨¦ficit institucional europeo, m¨¢s vendavales econ¨®micos sin reglas de ning¨²n tipo. Y en fin, mientras se siga deshilvanando el car¨¢cter de sujeto pol¨ªtico europeo, los movimientos de renacionalismo parecen cantados. Ahora bien, comoquiera que partimos de la base de que el potente litigio entre E.ON y Endesa est¨¢ siendo gestionado razonablemente bien por el presidente Rodr¨ªguez Zapatero y el ministro Montilla, nosotros nos orientamos a una reflexi¨®n, si se nos permite, de largo recorrido.
Nos parece que es inaplazable una discusi¨®n capaz de reorientar el proyecto pol¨ªtico europeo con esta caracter¨ªstica: consideramos mejor ir a un trote seguro que cabalgar vertiginosamente sin controlar las bridas de la yegua. Es sabido y dicho, en el argot sindical, que el progreso avanza en zigzag. Y en lo referente al asunto que estamos tratando, pensamos que en dicho trote hay una asignatura pendiente: no es razonable que existan corporaciones que tengan patente de corso (como indica el caso E.ON, protegida por la legislaci¨®n y las decisiones administrativas de Alemania) y otras a las que se les exija un absoluto respeto a las normas del mercado. Esta ley del embudo parece decir que la bulimia de unos se apoya en la exigencia de anorexia para otros. Y decimos m¨¢s: al igual que la fatigosa construcci¨®n pol¨ªtica europea est¨¢ llena de los l¨®gicos contrapesos, al dise?o gen¨¦rico de la econom¨ªa europea le convienen, igualmente, sus propios contrapesos. No se trata, de ninguna de las maneras, de volver a los viejos proteccionismos ya superados, pero s¨ª de establecer unas reglas compartidas: por modestas que sean, siempre ser¨¢n m¨¢s convenientes que la anomia econ¨®mica y la relaci¨®n entre bulimia y anorexia. Castizamente hablando: el m¨¢s modesto c¨®digo de circulaci¨®n es m¨¢s razonable que su inexistencia. Y es que el p¨¦ndulo a¨²n no se ha detenido en su centro.
Jos¨¦ Luis L¨®pez Bulla es experto del Consejo de Trabajo Econ¨®mico y Social de Catalu?a (CTESC) y Carles Navales es director de la revista La Factor¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.