La UE, un puerto seguro en el proceloso mar de la globalizaci¨®n
Por primera vez existe una pol¨ªtica econ¨®mica coordinada en Europa, dice el autor, para quien todav¨ªa no podemos esperar resultados cuantitativos, aunque las naves avanzan con el mismo rumbo.
En los ¨²ltimos tiempos la integraci¨®n europea se est¨¢ convirtiendo en pantalla de proyecci¨®n de unos miedos y unas inseguridades que nada tienen que ver con ella. Muchas personas creen que los profundos y r¨¢pidos cambios que a todos afectan se deben a esa integraci¨®n, a la que ven como el motor de la globalizaci¨®n, y no como lo que en realidad es: nuestra bah¨ªa en el mar proceloso de la globalizaci¨®n.
Surgen nuevas superpotencias econ¨®micas y tecnol¨®gicas como China e India. ?Estamos bien preparados para afrontar este nuevo panorama global?
Estoy totalmente convencido de que este es el momento de que Europa entre en escena. Ning¨²n Estado europeo puede, por s¨ª solo, garantizar a sus ciudadanos un futuro de seguridad y bienestar. Pero juntos s¨ª podemos. Europa no est¨¢ condenada al declive. Somos capaces de salir adelante.
A¨²n hay muchas pr¨¢cticas proteccionistas que entorpecen el mercado interior europeo
Una econom¨ªa de mercado sin valores sociales caer¨ªa en el capitalismo sin escr¨²pulos
Europa debe competir en los campos en los que est¨¢n sus fuerzas. No tiene sentido enzarzarse en combates donde no podemos ni queremos participar. No queremos desmantelar el nivel de bienestar social y de protecci¨®n del medio ambiente que hemos logrado alcanzar. Nuestra meta sigue siendo un nivel de vida elevado. Entonces, s¨®lo nos queda una respuesta: nuestra baza es la calidad. Debemos ser siempre mejores que los competidores. Debemos ser muy exigentes con la calidad de nuestros productos. Debemos estar en la vanguardia de la tecnolog¨ªa y a la cabeza de la innovaci¨®n. Nuestra baza son nuevas tecnolog¨ªas, nuevos m¨¦todos, nuevos productos que nos permitan sacar ventaja.
No menos importante para reforzar nuestra competitividad es el marco normativo. El Estado debe aportar las condiciones necesarias para que el mercado no sea el ¨²nico criterio y para que el crecimiento econ¨®mico general sirva para hacer realidad metas sociales comunes. El mercado no sirve para regularlo todo. Por eso, ser¨ªa un grave error renunciar a dotar a la econom¨ªa de mercado de un marco legislativo claro, previsible, fiable y respaldado por valores comunes. Una econom¨ªa de mercado sin valores sociales caer¨ªa r¨¢pidamente en el capitalismo sin escr¨²pulos.
En nuestros tiempos, una empresa m¨¢s libre implica tambi¨¦n una mayor responsabilidad de cada empresario. La marca distintiva de la empresa europea puede y debe ser su compromiso social m¨¢s all¨¢ de lo que impone la normativa. Y no por falsa filantrop¨ªa, sino por la idea b¨¢sica de que la econom¨ªa moderna tiene que controlarse a s¨ª misma para no degenerar y poder triunfar a largo plazo.
Las grandes empresas suelen saber bastante bien c¨®mo va a evolucionar su competitividad en los pr¨®ximos a?os. Los cambios estructurales que minan el empleo en sectores o lugares de producci¨®n que ya no son rentables nunca se producen de repente.
Si observan que el empleo se ve amenazado, las empresas tienen la responsabilidad de buscar soluciones dentro de su mismo sector de actividad. Las empresas atentas al desarrollo tecnol¨®gico y conscientes de su propia competitividad han de apostar ahora m¨¢s por la innovaci¨®n y por la cualificaci¨®n continua de su mano de obra. Por eso insisto tambi¨¦n en que deben reflexionar m¨¢s detenidamente sobre c¨®mo el cambio estructural, en sus inicios, puede abordarse de manera que les aporte m¨¢s competitividad, m¨¢s impulso innovador y nuevos destinos para los trabajadores afectados.
Ya pas¨® la ¨¦poca del dirigismo, el control del Estado y la econom¨ªa subvencionada. Tanto a escala nacional como europea, se impone una pol¨ªtica favorable a la competencia que ofrezca a las empresas las mejores condiciones para crecer, prosperar, invertir y crear empleo. La nueva pol¨ªtica industrial europea que propongo y la nueva pol¨ªtica para las peque?as y medianas empresas siguen estrictamente estos principios.
No son los pol¨ªticos los que contratan a las personas en busca de empleo, sino las empresas. La pol¨ªtica puede y debe contribuir a que puedan hacerlo. Queremos que las empresas europeas inviertan en Europa y creen puestos de trabajo en Europa. Este es el punto central de la estrategia revisada de Lisboa, es decir, de la cooperaci¨®n europea para el crecimiento y el empleo.
Esta estrategia empieza a cuajar. Sobre la base de directrices consensuadas, ahora disponemos de 25 planes nacionales de reforma y un plan de acci¨®n comunitario. Por primera vez existe una pol¨ªtica econ¨®mica coordinada en Europa. Todav¨ªa no podemos esperar resultados cuantitativos, pero las naves ya han zarpado y avanzan con el mismo rumbo. 2005 fue el a?o del planteamiento estrat¨¦gico. 2006 debe aportar resultados concretos.
Se trata ante todo de aprovechar plenamente el potencial del mercado interior europeo. Tenemos el mayor mercado interior del mundo, pero a¨²n no est¨¢ del todo desarrollado. A¨²n hay muchas disposiciones nacionales y pr¨¢cticas proteccionistas que entorpecen la circulaci¨®n de bienes y, en particular, de servicios en el mercado interior europeo. Queremos liberarnos de esos obst¨¢culos.
En mi opini¨®n, la liberalizaci¨®n del mercado europeo de los servicios es la tarea m¨¢s importante y probablemente la m¨¢s dif¨ªcil. No se trata de establecer la libre prestaci¨®n de servicios, que ya est¨¢ desde hace a?os contemplada en el Tratado de la UE. Se trata m¨¢s bien de hacerla efectiva y de aprovechar un enorme potencial de crecimiento y empleo. Se han alzado voces airadas en protesta contra la apertura del mercado de los servicios. La Comisi¨®n no pasar¨¢ por alto las cr¨ªticas justificadas. Vamos a cuidar de que la libre prestaci¨®n de servicios no mine el bienestar social, la protecci¨®n del medio ambiente ni la calidad. Pero, por otra parte, esa libertad facilitar¨¢ la competencia y dar¨¢ as¨ª dinamismo a la econom¨ªa.
El pasado a?o, la Comisi¨®n emprendi¨® su hasta ahora m¨¢s amplia y completa iniciativa para eliminar la burocracia superflua y evitar la sobrerregulaci¨®n. Queremos que se legisle mejor a escala europea y que no se vuelva a hacer sin un an¨¢lisis exhaustivo de los costes para la econom¨ªa. Por primera vez estamos revisando todo el acervo legislativo europeo desde la perspectiva de la competitividad. De este modo se lograr¨¢ una clara reducci¨®n y simplificaci¨®n de la legislaci¨®n.
Si observamos la econom¨ªa europea, veremos que son las peque?as y medianas empresas, y no las multinacionales que todos conocemos, las que representan el mayor volumen de puestos de trabajo en la UE. Sin embargo, las peque?as y medianas empresas (pyme) est¨¢n padeciendo en toda la Uni¨®n Europea los mismos problemas: capital insuficiente, normas demasiado complicadas e inadecuadas para ellas, escasa capacidad de innovaci¨®n, uso insuficiente de las modernas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n y dificultades de acceso a mercados distintos del mercado local tradicional. Tengo la impresi¨®n de que se habla mucho de las pyme, pero que tanto discurso no se plasma en pol¨ªticas concretas. Pero esto va a cambiar. La nueva pol¨ªtica en materia de peque?as y medianas empresas que present¨¦ hace pocos meses aborda todas estas cuestiones. Y los Estados miembros tambi¨¦n lo hacen. La Comisi¨®n est¨¢ aplicando el principio de "Think small first" (pensar primero a peque?a escala) en todos sus ¨¢mbitos de responsabilidad.
La primera gran tarea es avanzar hacia la sociedad del conocimiento. El problema es el enorme abismo que se abre entre la ambici¨®n y la realidad. Todos sabemos lo que hay que hacer y d¨®nde hay que invertir m¨¢s, pero los resultados son insuficientes. Al paso que vamos no lograremos alcanzar el objetivo de destinar en 2010 el 3 % del PIB a investigaci¨®n y desarrollo. Los Estados miembros y la econom¨ªa deben al fin convertir las bellas palabras en hechos.
G¨¹nter Verheugen es vicepresidente de la Comisi¨®n Europea
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