Fallida traslaci¨®n

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de ver el musical Los productores en el Broadway neoyorquino o en el West End londinense sabe que se trata de un gran espect¨¢culo. Sin embargo, el lenguaje cinematogr¨¢fico no es el del teatro, la capacidad para conmover proviene de fundamentos muy distintos y no siempre un gran ¨¦xito sobre las tablas acaba traslad¨¢ndose a la pantalla.

Susan Stroman, directora teatral y ahora cinematogr¨¢fica del evento, demuestra que conocer al dedillo una pieza no implica su eficacia en un modo de expresi¨®n art¨ªstico diferente.

Basado en la pel¨ªcula escrita y dirigida por Mel Brooks en 1968 (una comedia negra con elementos de musical, pero no un musical de tradici¨®n cl¨¢sica), el espect¨¢culo de Broadway, y ahora la pel¨ªcula, carece de la malsana, y muy atractiva, suciedad y del estramb¨®tico humor del original. El punto de partida del gui¨®n sigue vigente (un productor que obtiene el dinero a base de favores sexuales a ricas ancianas, y un contable planean fabricar un gran bodrio que no dure en cartel m¨¢s de una noche para quedarse as¨ª con el dinero ofrecido por sus financiadores), pero el tono es mucho m¨¢s c¨¢ndido, m¨¢s familiar, menos procaz.

Respecto a la direcci¨®n, Stroman acude a los planos generales de los musicales cl¨¢sicos (de Stanley Donen, de Vincente Minnelli...), sin mentirosos insertos, lo que verdaderamente muestra si un int¨¦rprete sabe bailar o no y si un n¨²mero est¨¢ coreografiado a la perfecci¨®n o es un desastre arreglado con el montaje. Sin embargo, en ocasiones, ni el encuadre es el m¨¢s adecuado ni el ritmo el necesario, a lo que se une el hecho de que el m¨¦todo tiene una penosa excepci¨®n con el personaje de Uma Thurman, que no sabe cantar ni bailar y ha tenido que ser doblada por la int¨¦rprete de la funci¨®n teatral en los pasos y giros m¨¢s complicados.